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Segunda etapa

  • 18 de March de 2008
  • 80 kms

Suena la alarma de mi móvil a las ocho. Primera sorpresa: está lloviendo y hace mucho más frio que ayer. Me lo tomo con calma, bajo a desayunar y aprovecho para mirar bien como esta el cielo. Segunda sorpresa las montañas de detrás del hotel están nevadas. Desayuno un café con leche y una ensaimada con total tranquilidad y al salir me doy cuenta de que se empieza a despejar así que decido ponerme manos a la obra y preparo mi marcha. Tercera, cuando llego a la bicicleta me doy cuenta que me faltan las gafas que dejé junto a los guantes dentro del casco que colgué del manillar.

A las 10,09h empiezo a pedalear y enseguida me doy cuenta de la baja temperatura que me espera en el día de hoy. Enseguida llego al cruce donde me desvío hacia la izquierda por la A-1604 e inicio el ascenso al puerto del Serrablo. “Nunca se termina” tal como voy subiendo más cerca veo las espesas nubes (interminable). Corono el Serrablo con una gran espesa niebla y muchísimo frío, no sé a que temperatura estoy pero no creo que esté por encima de los 3 grados.

Inicio el descenso que se me hace extremadamente frio y solo me voy diciendo a mi mismo que no llueva, ya que veo nubarrones inmensos por todos mis costados. Empaparme aquí de agua con el frío que hace, prefiero ni pensarlo puesto que el descenso es larguísimo de 15 a 18 km, no lo sé con exactitud. Por fin llego al desvío hacia Nocito, giro a la izquierda y aquí entro en otra dimensión, se acabó la carretera empieza la auténtica aventura, lo que realmente me ha traído a hacer esta ruta. Me adentro hacia el Parque Natural de Guara, dirección Nocito por una pista forestal de 13 km. Empapada de agua y con un fuerte desnivel hasta llegar a la loma de la montaña para después descender por la otra vertiente hasta llegar por la puerta grande a Nocito. Son las 14,30h aproximadamente. Me sorprende el crecimiento del pueblo pues hace 28 años lo habitaban solo un par de familias. Ahora se han restaurado varias casas de veraneo y parece tener mas vida. Digo parece, pues me adentro por sus calles y no se ve absolutamente a nadie. Me dirijo al albergue municipal que está cerrado, llamo y me sale un chiquillo extranjero diciéndome que hasta el jueves día 20 no abren. Le pregunto para comer y me responde que no se puede y no sabe donde puedo encontrar alojamiento. “Uff que mal pinta esto”, pienso.  Me subo de nuevo a la bici, doy pedales y al girar la primera esquina veo al fondo un letrero de un restaurante “Casa Ortas” me acerco y en ese momento veo salir a una señora, le pregunto con cara de asustado si podría comer alguna cosa y me mira de arriba a abajo y no se todavía si por pena o por pocas ganas me dice que pase que mirará, dejo la bici en la puerta y entro como un cubito, me encuentro frente a mí una chimenea con un fuego a tierra impresionante (indescriptible la sensación de bienestar que me causa), Llevo unos minutos frente a ella cuando de repente oigo detrás de mí una voz  que me saluda. “Hola, buenas”. Me giro y veo a un señor con cara simpática me pregunta que qué quiero comer y le contesto que cualquier cosa, con el hambre que tengo me comería cualquier cosa. Me invita a pasar a un pequeño comedor y me sirve un gran plato de judías guisadas de primero y de segundo una bandeja con un cogollo de lechuga entero bien aliñado con 4 costillas de cordero a la brasa y unas patatas fritas. Delicioso, El postre toca un flan casero echo por él mismo, un café y tres cuartos de litro de buen vino tinto. Al rato de un rato de relax y de charlar con el señor Fabián, es hora de emprender la marcha.

El cambio de temperatura de dentro a fuera se deja notar. Rumbo a Bara, 14 Km. de auténtica pista forestal por preciosos parajes por mitad de Guara. A estas alturas me pregunto si al llegar a Bara estaría en activo casa Teixido o no, la única casa que ofrece alojamiento en el pequeñísimo pueblo en medio de la nada. Llego a Bara sobre las 17,30h. después de pedalear por rincones y parajes de ensueño y totalmente vírgenes. Es uno de esos momentos en que realmente me siento afortunado por poder ser capaz de tener valor y poder disfrutar de mi deporte favorito al más puro estilo de cicloturista de montaña. Es alucinante.

Llego a casa Teixido “milagro” de momento se ve abierta, aparco mi bici, me saco guantes casco y demás, entro y enseguida sale una chica y un chico algo sorprendidos al verme. Les pregunto si podría pasar la noche allí, Él me responde con una mirada un pelín desconfiada, que depende. Le respondo yo “¿depende?”. Me dice: “A ver, cuéntame tu historia”. Ufff… en primer momento me pasa por la cabeza mandarlo a freír espárragos pero automáticamente eso significa tener que dormir en saco con la noche que se está preparando así que me echo a reír y le cuento que he salido de Boltaña, he comido en Nocito y voy dirección a las Bellostas, pero que después de ver como está el tiempo y sabiendo que allí tenían habitaciones, lo mejor que podía hacer era pasar la noche allí. El contesta: “si si, está claro lo único es que a partir de mañana tengo todas las plazas reservadas y no podrás quedarte.” Ufff… pensé en mi interior.

Después de dejar mi DNI y hacerme una buena ficha, me dio la llave de la habitación nº 21, calefacción, ducha, eso sí, esta vez sin televisión pues en el pueblo todavía no llega la electricidad. Puedo dejar la bici en el cuarto de la caldera de la calefacción, esta vez sin miedo alguno a que nadie tocara nada. Me ducho, me aseo y descanso un rato, la etapa se a echo muy dura más que por los 70km. de recorrido por las inclemencias del día, estoy cansado pero bien, me siento con fuerzas y en resumen solo puedo decir que es uno de los días mas completos y mágicos que me he encontrado practicando este deporte a lo largo de los ya muchos años que llevo en él.

A las 21,00h bajo al comedor de la casa, donde me sorprende que haya una pareja. Se trata de una señora mayor y el único vecino del pueblo que habita allí durante todo el año. Les pido si me pueden preparar una buena ensalada y un gran plato de macarrones. Charlamos todos con todos en un ambiente acogedor y divertido, les cuento mi proyecto y todos se sorprenden, Jesús el chico de la casa, un gran entendido sobre caballos,tiene una manada de 21 caballos sueltos por el valle. Las previsiones meteorológicas para las últimas horas son desastrosas, amenazan fuertes lluvias e intensas nevadas. Me voy a dormir sobre las 23,40h. Cuando llego a la habitación ya está lloviendo.

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