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ETAPA 7 – Entre Lanslevillard y Valloire

  • 12 de August de 2009
  • 63 kms
  • Dificultades: Col del Télégraphe (1.566 m)
  • Distancia total etapa: 63,25 Qms
  • Velocidad media: 16,7 Qms/h
  • Velocidad máxima: 46 Qms/h
  • Tiempo total: 5h 3 min 34 seg
  • Tiempo real pedaleando: 3h 44 min 29 seg
  • Desnivel positivo etapa: 999 m
  • Desnivel negativo etapa: 863 m + 136 m = 999 m
  • Desnivel acumulado positivo: 8.266 m + 999 m = 9.265 m
  • Desnivel acumulado negativo: 7.469 m + 999 m = 8.468 m
  • Desnivel acumulado total (positivo + negativo): 17.733 m

Al inicio de aquella mañana, mi cuerpo estaba bastante desfondado y decidí tomarme con calma aquella jornada. Únicamente tenía intención de ir hasta al pie de puerto del Galibier y hacer noche en Saint-Michel-de-Maurienne.

En lugar de coger el día como un descanso sin hacer nada, se trataba de rodar con la bici a un ritmo muy tranquilo para ir avanzando quilómetros en la ruta, pero con intención de tener el cuerpo mas descansado de cara al día siguiente y afrontar con garantias el temible col del Galibier.

El pueblo de Landslebourg, es el final de la bajada del col del Iseran. Desde ese punto, la carretera siempre tiende al descenso serpenteando por el valle que forman los mazizos de La Vanoise y el Mont Cenis.

Estando a inicios de agosto, sobre las nueve de la mañana, la temperatura era muy fresca, parecía el mes de noviembre o diciembre en Barcelona. Aun así, seguí en pantalón y manga corta durante bastantes tramos, aguantando estóicamente aquel refilón. Quizás esa temperatura sumado a los descensos de los días anteriores me cortaron el labio. Al acabar el viaje lo pasaba muy mal al comer las ensaladas con el vinagre…

La distancia entre poblaciones era grande por aquel valle y el descenso era constante, por lo que al final decidí ponerme el impermeable.

Al llegar a Modane, por un momento pensé que estaba rodando por la comarca del Maresme, en cualquiera de sus localidades a su paso por la carretera Nacional II: Ocata, Vilassar, El Masnou, Premià…

A mano derecha del asfalto, había unas casas parecidas a las construcciones de las citadas localidades costaneras catalanas. Al lado izquierdo pasaban los trenes. Lamentablemente para los catalanes, Modane tenia tres grandes diferencias: La primera era que los trenes estaban gestionados por la SNCF en lugar de RENFE, con todo lo que esto implica. La siguiente, es que los vehículos que me adelantaban me respetaban, no se puede decir lo mismo en la N-II. La última y esta se puede valorar según preferencias, es que pasados los raíles, no había playa, sino que nos encontrábamos con los grandes picos alpinos.

A partir de Modane, la carretera transitaba paralela a la autopista E70/A43. Escogí el mejor día para estar desfondado pues todo el recorrido era en descenso.

Finalemente llegué a Saint-Michel-de-Maurienne donde, en el único hotel que había, me dijeron que no tenían alojamiento para aquella noche. Una opción consistía en salir de la ruta marcada para intentar dormir en las siguientes localidades.

No lo tenía nada claro y para pasar el rato, mientras descansaba y pensaba en lo que decidía, entré en una pastelería a comprar todo tipo de pastas. Me encantan las ensiamadas y cruasanes, pero tenía muchas ganas de comer un buen pedazo de carne. Al acabar, como era pronto, decidí subir el col del Télégraphe y hacer noche en Valloire (en mi libro de ruta constaban diversos alojamientos).

Valloire es una localidad que se considera quilómetro cero del Galibier, o no, porque el Galibier se puede considerar como incio desde Saint-Michel-de-Maurienne incluyendo el paso por el Télégraphe.

Este municipio, esta a 1.430 metros, una altitud considerable como en muchos lugares habitables de los Alpes. Lo comento porque en algunos pueblos de Catalunya explican que las tormentas, la altura y el efecto pantalla de las montañas no permiten disponer de un buen servicio de teléfono, banda ancha y/o televisión. Pues bien, todos los municipios de paso en el transcurso de mi viaje, disponían de servicio de Internet de banda ancha, televisión por cable y cobertura para teléfono móvil. Además, las localidades estaban todas cuidadas en concordanza con el paisaje hasta el último detalle: rotondas, bancos, adornamientos florales, papeleras y contenedores escondidos.

Francia cuida mucho el turismo y su imagen. Sabe vender muy bien sus productos. Los franceses tienen un modelo claro: saben quienes son, que hacen y hacia donde van.

A Valloire tampoco pude comer un pollo a l’ast, ni ningún otro tipo de carne.

Parece contradictorio que comente el modelo francés y después critique el hecho de que no pude comer carne en el transcurso de mi viaje.

Francia, tiene unos valores, ideales, manera de hacer. Si yo quería comer carne, tenía que adaptarme a los horarios franceses y en ningún caso el país se tenía que adaptar a mi.

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