Rodadas. Una comunidad de cicloturismo y viajes en bicicleta
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Extracto del diario y algunas fotos

  • 15 de October de 2008

Hoy, después de romper cinco radios por exceso de peso, llegué a Nagasaki. Nota mental: mañana tengo que mandar pa’ casa por correo todo lo que no sea imprescindible. Normalmente me pasan un montón de cosas todos los días, pero lo de hoy ha sido especial. Cuando se me rompieron los cuatro primeros radios, no me quedó otra que ponerme a andar. Tras haber recorrido 5 km más o menos, ¡chán cháan! (insert dramatic chimpunk here) se para un coche delante de mí, se baja un “paisano” y me da, así sin más y literalmente, la lata: una lata de café en lata. Hablamos un rato, me da otra lata, su tarjeta de visita y se pira.  Después de flipar como corresponde, continúo mi búsqueda de una tienda de bicis, pero… ¡chán cháan! (insert dramatic lemur here) me tropiezo con otro ciclista, un hombre de unos 80 años, con un casco de obrero en la cabeza. Como portaequipajes, llevaba un caballete (de esos que utilizan en las tiendas de bicis para que se mantengan de pie en el escaparate) puesto del revés y atado con una cuerda de alpaca.  Deduje que estaba buscando Oz. El amigo va y me cuenta que recorrió Japón en bici, de norte a sur, hace 50 años. Hablamos otro poco, me dijo dónde había una tienda y se fue. ¿Qué podía hacer? Seguí por el camino de baldosas amarillas y en efecto, a los 200m me estaba esperando, refugiado en su reluciente casco. Por lo visto el muchacho no tenía nada que hacer, así que se ofreció a acompañarme. En el taller me cambiaron los radios rotos y me alinearon por tercera vez la rueda de atrás. El encargado de la tienda no me cobró nada por el arreglo y yo me sentí mal por no poder regalarle algo, pero lo único que tengo es ropa y cosas de Japón. El ciclista-en-sus-tiempos-mozos me acompañó hasta la carretera nacional que va a Nagasaki, nos despedimos y yo seguí mi rumbo. Llegué a las dos horas. En realidad hubiera sido menos, pero descendiendo una colina, a las puertas de Nagasaki, se rompió el 5º radio del día, así que decidí terminar andando “porsiaca”.

El albergue está  en un callejón y tiene pinta rara, pero parece que Nagasaki está  lleno de callejones. Me atendió una agradable niponesa de unos 60 años que, mientras yo descargaba el equipaje de la bici, me dijo no sé qué de una entrevista. Pensé que estaba viendo algo interesante en la tele y no quería perdérselo así que le dije que sí a todo y amén.

¡Pero no! ¡El entrevistado era yo! ¡Y yo con estos pelos! Vinieron dos tíos de la tele de Nagasaki NBC para hablar sobre los japoneses que se mueren por trabajar demasiado, pero después hablamos sobre mi viaje.

No se cuando saldré  en la tele pero ya estaré lejos así que no podre verme a mí mismo con mis pintas de más de 80km (10 de ellos andando). Les di mi dirección de email y se supone que me mandarán la entrevista, aún estoy flipando.

Por culpa de estos eventos casi me olvido de que Nagasaki es el ecuador de mi viaje, ya no voy a ir más hacia el oeste: a partir de ahora seguiré dirección noreste. Mañana iré a Kumamoto y espero llegar pronto para tener tiempo de ver el castillo. Pasado mañana voy a dormir en la caldera del Monte Aso. Luego veré a los chavales del club de ciclismo de la universidad de Beppu y después, a descansar un día, ya que mañana, si no siguen rompiéndose radios, habré recorrido ya 2000km de mi viaje.

Puedes leer más en la web de Jesús (el enlace manda a la primera entrada del diario de este viaje, puedes leer más pinchando “siguiente” en la parte de arriba del artículo). También puedes descargarte su libro en pdf o conseguirlo impreso si te pones en contacto con él (déjale un comentario en su blog).

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