Los dos últimos días estuvimos en Bruselas ya preparando la vuelta.
En el tren de regreso la interventora nos quería multar porque nos había imprimido mal el billete de Interrail y decía que no era válido. Al final le echamos algo de cuento y pusimos cara de niño bueno e hizo la vista gorda. ¡¡Se ve que mantengo mi sexapeal!! jajaja