Rodadas. Una comunidad de cicloturismo y viajes en bicicleta
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Primera jornada de un diario experimental

  • 1 de May de 2008
Estación de Figueres (Girona)

Estación de Figueres (Girona)

Lo que describo aqui es, para nosotros, un recorrido fácil y familiar. Partimos de la estación de trenes de Figueres, para ir hasta Girona para empezar allí la ruta que tenemos en mente desde hace días: De Girona hasta la Costa Brava centro en bicicleta aprovechando la red de caminos y vías verdes. Os podéis pensar que es un viaje sencillo. No os equivoquéis: A pesar de toda la publicidad que nos venden, la movilidad en bicicleta utilizando además los transportes públicos está muy lejos de ser igual a la de otros países europeos. No obstante, no nos echamos atrás ni queremos abandonar a la primera, como podriais pensar. Queremos saber hasta dónde puede llegar nuestra fuerza de voluntad al organizar viajes “alternativos” (creo que ahora los llaman así, que bien queda no?? ) pero como también tenemos juicio, probamos con alguna cosa que no nos ponga en dificultades insuperables.

A mi lado hay un niño que no para quieto. Debe tener unos tres o cuatro años. Su abuela se disculpa porque cree que me molesta. “Tranquila mujer, le digo, estoy dotada de una paciencia a prueba de niños”. Ríe aliviada. Me explica que está muy emocionado porque es la primera vez que sube al tren y que quieren ir hasta Girona. No van a hacer nada en concreto, continúa la señora, sólo lo hacen para hacer feliz a su nieto, que no para de correr y saltar por todo el andén. Lo llamo y le regalo un chupachup (uno de los “clásicos-imprescindibles” en
mi mochila) para que pueda “celebrar” su primer viaje en tren cuando llegue a Girona con sus abuelos. Y cuando su abuela le pide que me dé las gracias me da un beso sincero en la mejilla. Que majos son los niños… a veces.

Subimos al regional (más conocidos entre nuestro circulo de amigos como “borregueros”) que han anunciado por la megafonía de la estación hace un par de minutos. No es fácil cuando va tan lleno. Ningún pasajero ha movido ni un dedo, a pesar de los esfuerzos que estoy haciendo por no hacer fastidio ni mal a nadie. Todos sabemos cómo vamos de “cómodos” en estos trenes no?? Pues añadid una bicicleta de veinte kilos con alforjas a los lados … diversión en estado puro!!!

Unos chicos extranjeros y mochileros como yo que ya está a dentro, y que deben haber pasado por la curiosa experiencia que es colocar una bicicleta en el tren sin acabar al servicio de urgencias del hospital, me ayudan a cargarla. Apartan sus mochilas y se agolpan contra las paredes del vagón para hacerme sitio (todavía más?? Es fisicamente posible eso!!?? ). Les agradezco esta muestra de solidaridad mochilera. “THANK YOU FOLK!! . Y me dedican una sonrisa. Vamos todos de pie hasta Girona, a pesar de haber pagado un billete para ir sentada. Viva los transportes públicos
adaptados!!!. Qué pasaría si, en lugar de una bici, fuera una silla de ruedas?. Prefiero no pensar y mirar por la ventanilla.

El paisaje urbano de los polígonos industriales recientes se mezcla con rapidez con el paisaje rural. El verde de los campos se tranquiliza con el gris suave de las nubes que parecen puñados mal guardados de algodón . Ruego a mi espíritu protector que todo aquel gris no nos caiga por la cabeza. En Flaçà veo los charcos. Aqui ya ha llovido. Tocará mojarse, pienso. Va!! Un poco de música levantará este ánimo, gris como el día, que me está atrapando. Los U2 ponen la banda sonora en lo que veo por la ventanilla.
Girona. Terreno conocido. No llueve. Bien, vamos bien.

Girona, como toda ciudad que se quiera colgar el cartelito de “moderna”, dispone de un buen carril-bici que permite circular con cierta seguridad. Nos proporcionan este espacio aparte del resto de vehículos pero no tenemos que olvidar que las bicicletas somos un vehículo más y tenemos que respetar las normas de circulación.Y decía cierta seguridad porque, en circuitos urbanos, a pesar de tener carriles bien señalizados siempre hay que prestar atención. Todavía nos falta cultura ciclista: Coches aparcados en medio del carril-bici,
gente que lo aprovecha para andar y te llaman de todo menos “guapa!! cuándo tocas el timbre reclamando tu “prioridad” de circulación…. en fin, sí, falta cultura ciclista o, simplemente, informar a la gente porque sirve REALMENTE un carril-bici: Por favor, no está para que los niños puedan jugar en el badminton sin el peligro de los coches, no…ni para que el perrito, tan mono él, deje sus “razones” más sólidas … eso tampoco, no siempre son fáciles de esquivar, molestan a la vista y otros sentidos y para
las ruedas no es bueno tener “parches” de este tipo.

Por fin, dejamos atrás los circuitos y paisajes urbanos. Vamos en dirección Cassà de la Selva.

Actualmente, en Cassà y concretamente en esta parte del carril-bici, hay un desvío provisional por dentro del bosque (debido a unas obras) que te obsequia con unas cuantas subidas y bajadas, ideales para divertir a los más atrevidos y para hacer blasfemar a los menos avezados en los terrenos de piedra y ramas. Pero estad tranquilos que os digo que este tramo es corto y pronto volvemos a enlazar con el carril original, indicado y bien pensado que nos hace rodar, y estar abierto, por lugares como la Font Picant pero acercándonos casi sin darnos cuenta de nuevo a la “civilización”,
llena de urbanizaciones y casas de veraneo, como es el caso de Sta.Cristina d’Aro. Y claro, no podía ser en ningún sitio mejor para tener el primero (único?) incidente de la jornada: En un descuido, he girado bruscamente el manillar y con el peso de mi bicicleta he caído con todo el equipo encima. Nada de importancia, la justa para hacerme preguntar “Bel, cómo has llegado aqui?? mientras buscaba el botiquín. Bien decorada, continúo adelante. Vuelvo a circular sin más tropiezos.

Via verde – Bescanó (Girona)

Via verde – Bescanó (Girona)

Llegamos por fin a la costa. Aunque sea la parte que me gusta menos, tengo que pasar porque volar con la bici por encima quedaría un poco extraño no?? Pues, siguiendo la linia azul del mar, hacemos parada en Platja d’Aro, para seguir después de una breve parada en la arena en dirección a Calonge y Palamós; en ésta última, encontramos una feria nombrada “Palamós, Tierra de Mar”…el nombre es tan evocador que decidimos detenernos un ratito… muestras de artesanía, pasacalles y…visitas libres a una embarcación
de época: El Santa Eulàlia, del Museo Marítim de Barcelona.

Seguimos hacia Castell d’Aro, y hacia la playa de Castell, donde siempre nos ha hecho ilusión llegar con las bicicletas y hacer noche en esta época del año, cuando aún su arena no se ve masacrada por los pies de turistas inconscientes de su delicadeza y belleza sin aditivos.

Mirador de Cala Canyers

Mirador de Cala Canyers

La playa de Castell se hizo famosa hace un tiempo para ser el símbolo de la resistencia frente en el mal nombrado “progreso”. Afortunadamente, ganaron los que la querían tal como és…(casi) salvaje!!. Aprovechando la bondad del clima, nos acercamos al mirador de la Cala Canyers, desde donde se pueden disfrutar de unas vistas de los peñascos y del mar después de atravesar un camino empapado de esencia forestal, que hace imposible de imaginar que nos llevará hacia estas “marinas” que inspiraron a un buen número de pintores y escritores consagrados.

Al anochecer, nos emboscamos para encontrar un sitio e “inaugurar” nuestro hotel de mil estrellas, mientras empezamos a mirar dentro de nuestras bolsas buscando el menu de “degustación” que hemos ideado y que por cuestiones de espacio hemos tenido que reducir a una lata de ensalada preparada y un vasito de vino que nos repartimos como buenos compañeros de viaje que somos.

La noche queda tranquila, suave como el terciopelo. Los árboles nos ofrecen cobijo entre su ramaje que, a veces, llega a tocar en el suelo. Se van los últimos visitantes de la playa y nos quedamos con la compañía del viento y de algún pájaro que ya pía a retiro, mientras miro hacia el cielo sonriente y pensando que hoy se ha portado bien con nosotros, mientras mis ojos se pasean por las estrellas.

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