Dejamos atrás una noche de fuertes ronquidos de los peregrinos con los que compartimos albergue.
Etapa rompepiernas marcada por el tiempo, pues la lluvia amenaza constantemente nuestro pedalear y se hace un hecho en algunos tramos del día. Primeras tomas de contacto con el modo de vida francés. Destacar las grandes casonas vasco-francesas, las carreteras sin arcenes, las cunetas de césped escrupulosamente rasurado, los primeros grandes ríos cruzados, los primeros razonables precios pagados, y algunos pueblos bonitos, como Sauveterre les Bearn. Anécdotas como la alforja que se le escapa a Adora en la entrada de Orthez justo delante de un coche que casi nos atropella, (muy importante asegurarlas bien), la peregrina que llevaba 2 meses andando desde Bélgica, o cuando buscando alojamiento preguntamos a los lugareños para pasar la noche en un hotel llamado “Hotel de Ville”, que resulta que en Francia significa ayuntamiento.