El vuelo sale muy temprano así que decidimos ir a “intentar” dormir a Barajas, se quedó en el intento. Lo bueno es que pudimos dedicar el día a ver Cracovia. Visitamos el casco viejo, el río Vístula, el barrio judío y el barrio de Nowa Huta, un barrio creado en época comunista. Lo cierto es que a lo largo de toda la ruta apenas quedaban restos de ese periodo, en 25 años el sistema capitalista los ha borrado práctiacmente de raíz.
Probamos los Pierogi, una especie de ravioli relleno de patata, queso y cebolla, típico de Polonia aunque también nos los encontraremos en Eslovaquia y que fueron una parte importante de mi dieta.
La carretera durante todo el viaje tiene dirección sur. Comenzamos a pedalear entre verdes paisajes y con mucho tráfico pero con un buen arcén.
Hicimos noche en Rabka, un pueblo “sin centro”, ligado al turismo de montaña y con una bonita iglesia de madera.
Nos vamos acercando a los Cárpatos, en concreto a los montes Tatras, entre bosquecillos. Pero el paso a Eslovaquia lo hacemos sin necesidad de subir puertos.