Como introducción conviene dejar claro que esta ruta se ha basado, en parte, en la “Travesía del Rif” de Tuesta54 publicada en esta misma web (http://www.rodadas.net/cicloviajes/ver/travesa-del-rif-en-bicicleta). Casi todas las etapas son muy parecidas a las suyas, además pude consultarle algunas dudas que me surgieron, a las que contestó amablemente.
La idea original del viaje era recorrer la costa rifeña desde Ceuta hasta Alhucemas para, a partir de ahí, adentrarnos en las montañas pasando por Ketama y sus bosques de cedros, concluyendo la ruta en Xauen. Pero cuando por enésima vez consultamos a los lugareños sobre nuestra idea de visitar Ketama sus caras eran un poema y al ser preguntados nos respondían que podía ser peligroso. Eso y las bajas temperaturas que padeceríamos (1500m de altitud) terminaron porque nos decantásemos por la opción melillense.
Tras dejar el coche a nuestro amigo Paco en Algeciras cruzamos en ferry hasta Ceuta donde un generoso conocido nos alojó en su casa. Paseamos y cenamos por el centro de la ciudad y nos fuimos a velar armas.
Como los días son cortos salimos antes del amanecer. El sol y el buen tiempo fueron nuestros compañeros de ruta desde esta primera etapa: fresco por la mañana y al atardecer pero a mediodía podíamos pedalear en manga corta, todo un lujo para los que venimos del frío invierno castellano. Esta etapa ya la habíamos hecho un par de veces en sentido contrario así que todo nos resultaba conocido. Al haber madrugado pudimos llegar a nuestro destino a comer, tras dejar los bártulos en el hotel. Antes nos habíamos encontrado con otra pareja de cicloturistas de Ronda.
La etapa fue sencilla, toda ella por carretera, en su parte inicial prácticamente llana y en los últimos 30 kilómetros con el “sube y baja” típico de la costa que al final supuso un desnivel acumulado de 1100m (gentileza de http://cycleroute.org/).
En Oued Laou, un pueblo de pescadores, pudimos degustar "besara o bisara" (crema de habas que se sirve hirviendo en un tallín acompañada de aceite y especias), tallín de pescado y otras legumbres, todo ello regado con el añorado té con hierbabuena y Poms. Aprovechamos para caminar por el paseo marítimo y acercarnos hasta lo que parece ser un antiguo cuartel de la época del protectorado español, hoy reconvertido en cárcel. El único punto negro del día se produjo cuando un “amigo” de otros años nos dio la lata pidiéndonos algo de dinero. Afortunadamente, se cebó con Alfonso, que es más contundente que yo y terminó por desistir.