Después de un par de años (más o menos) con la idea de viajar en bici desde Alicante hasta Zamora rondando por mi mente, y tras una retirada a tiempo en el 2012, por fin me decido a comenzar el viaje. Obligado a viajar en solitario (no encontré a nadie dispuesto a pedalear ¬¬), con un poquitÃnde miedo y sin tenerlo demasiado claro, a las 9:10 am. me monto sobre Rodante y empiezo a pedalear.
DÃa 1 de Mayo '13 (primera etapa): A los pocos metros del pedaleo se esfuman casi todos los miedos, aunque continúo sin tenerlo demasiado claro (cosa que no cambiará en todo el viaje; o tal vez sÃ, ya no lo tengo muy claro). Los primeros kilómetros transcurren normalmente, aunque con necesidad de acostumbrarme a pedalear con alforjas (si intentaba pedalear de pié me era imposible controlar la bici). Antes de llegar a Campello mi primer percance: me paro en una gasolinera a mirar el mapa para ver por dónde tirar, pero se me olvida soltar las calas y ¡zasca!... no me caà pero casi. Milagrosamente logré soltarme las calas a tiempo y saltar por encima de la bici mientras ésta caÃa. Poco tardé en despistarme. Ésto mismo me pasará otra vez en algún punto del camino que no recuerdo, no mucho más adelante, y una tercera vez cerca de Xixona, ya con menos fortuna (a partir de entonces decido no engancharme al pedal durante éste dÃa). Continúo por Campello y empiezan las cuestas (que ya no paran). Continúan los kilómetros y Rodante y yo llegamos a Xixona (ya caÃdo y con una herida en la pierna derecha que tardará un mes en cicatrizar). Paro en éste pueblo a comer, donde aprovecho para cargar el móvil y curarme. Tras el merecido descanso y una alimentación bastante regular prosigo la marcha. O esa era mi intención antes de perderme por las calles de Xixona 30 ó 45 minutos (culpa del GPS, por cierto). Cuando por fin encuentro el camino comienza la pesadilla del dÃa: puerto de montaña. Kilómetro tras kilómetro, incesante, con desniveles entre el 8% y el 11%. No pasa nada, se supera. Pasan los kilómetros y el dÃa empieza a hacerse pesado. Por fin llego a una población un poco más grande de las que me he ido cruzando por el camino (pocas), población donde puedo quedarme a dormir, siendo sobre las 20:45 horas, más o menos. Pero basándome en que por fin empezaba la cuesta abajo, decido continuar hasta la siguiente: Sax. Luego me arrepentÃ, ciertamente:  iba todo estupendo hasta que me meto por una vÃa de servicio. VÃa de servicio que me llevó (bueno, el GPS me llevó, que me tuve que salir del camino) por pista de montaña (pero montaña). Siendo las 21:30 - 21:45 horas (asà a ojo) y siendo prácticamente de noche, me veo solo en mitad del campo, casi sin baterÃa en el móvil y sin tienda de campaña. AcojonaÃco vamos. Miro el GPS, rezando porque no se me apague el móvil, y encuentro un camino que me lleva a la autovÃa, que a su vez me lleva, en pocos kilómetros, por fin a Sax. Ya, a las 22:15, entro en Sax y busco, preguntando, un sitio baratito para dormir, me ceno una buena pizza (me cuesta encontrar un restaurante abierto), y a las 12 y pico, marcho a la cama. - 100,82 Km, 15,32 Km/h, 3504 metros de desnivel positivo
DÃa 2 de Mayo '13 (segunda etapa): Me levanto de la cama poco antes de las 10:00 y comienzo a pedalear a las 10:30. Antes de salir estuve hablando con el dueño del hostal donde me hospedé, y me estuve explicando cómo llegar hasta Chinchilla, apuntando las anotaciones en un papel. Pasaré de las anotaciones que llevo de casa y haré caso a las que me da éste señor tan majo. Voy siguiendo las indicaciones y todo transcurre correctamente hasta que al llevar unos cuantos kilómetros no tengo muy claro por donde tirar. Me encuentro con un par de ciclistas y me llevan hasta la general que va a parar a Yecla (¡gracias!). Al poco de avanzar por esa general otro ciclista se me pone al lado y me empieza a hablar. Él también habÃa hecho cicloturismo, por el sur, pero un coche le dio con el retrovisor y se pegó una buena ostia, teniendo que abandonar el viaje. Al rato se despide y continúo la marcha hasta que llego a Yecla. Llevo 40 kilómetros y se me han pasado sin darme cuenta. Estupendo. Aquà entro a una panaderÃa y me compro un a napolitana para desayunar (sÃ, no habÃa desayunado) y una barra de pan para el camino. Me siento en un banco a alimentarme y aparece un chico ofreciéndome su ayuda, en el caso de necesitarla. Comenzamos a hablar y me cuenta que cuando puede él también viaja en bicicleta, pero con su pareja. Confesó que le daba mucha envidia el verme. Nos despedimos, termino de desayunar, y continúo la marcha. El cansancio del dÃa anterior se nota sobremanera. Van pasando los kilómetros, uno a uno, y la soledad aprieta. Entro emocionado en Castilla la Mancha (no me la esperaba tan pronto) y continúo con hambre hasta Montealegre del Castillo (que no llegaba nunca). Como allà (paella, tiene guasa), cargo el móvil el rato que me lleva alimentarme, y continúo la marcha. Kilómetros que no pasan, viento en contra que desmorona, y ninguna gana de continuar. Pero no queda otra más que avanzar. Asà que avanzo, y llego por fin a Pétrola, donde decido quedarme a dormir. Pero resulta que no hay alojamiento en ese pueblo, asà que me toca continuar hasta Chinchilla, a 20 km, y totalmente desmoralizado. QuerÃa parar de pedalear a las 20:00 y cuando llego a Chinchilla a las 21:00 horas ya tengo bastante clara la retirada, pero haciendo caso a mi madre, me doy un dÃa para deliberar. Busco alojamiento, me ducho, salgo a cenar comida tÃpica manchega, y marcho a la cama. - 110,48 Km, 17,18 Km/h, 1358 metros de desnivel positivo
DÃa 3 de Mayo '13: No madrugo. Toca deliberar. Me levanto sobre las 11:00 horas, me doy una vuelta por Chinchilla para ver el pueblo, desayuno, y marcho en la bici hasta Albacete. Apenas llevo 8 km recorridos y ya tengo clarÃsimo que no deseo continuar con el viaje. Tengo el culo muy dolorido (normal en las bicicletas, lo sé), los tendones de las rodillas me duelen en cada pedaleada y dos dedos de la mano izquierda los tengo dormidos constantemente (lesión llamada neuropatÃa cubital). Las circunstancias dadas, el cansancio fÃsico, pero, sobre todo, el agotamiento psicológico de tantas horas de soledad en esas condiciones duras han podido conmigo. Continúo hasta Albacete, donde busco un hotel y aparco la bici. Paso el dÃa paseando por la ciudad y buscando la forma de llegar hasta Zamora sin pedalear, optando al fin por el alquiler de un coche. Al dÃa siguiente circularé motorizado. - 25,46 km, 23,30 km/h
Aunque no haya sido capaz de terminar el viaje previsto, completando aproximadamente solo un 30% del mismo, me ha servido de experiencia, y a pesar de haberlo pasado mal la mayorÃa del tiempo, los recuerdos que me llevo y las sensaciones al recordar el corto viaje, son muy positivos (lo malo está, pero tengo que rebuscarlo en las entrañas). Ya se sabe que lo bueno se intensifica y lo malo, si no se olvida, se esconde. Si una cosa me ha quedado clara de todo ésto es que, por muchas ganas que tenga, el próximo viaje será acompañado, no me resignaré a ir solo.
Termino citando a José Luis Cuerda (extraÃdo de su libro "Si amaestras una cabra llevas mucho adelantado"), que viene más bien que mal a ésta aventurilla:
«Ir no garantiza llegar; pero no irÂ
sà que garantiza no llegar.»