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Cruzando Sudamérica

  • 14 de November de 2010
  • 3500 kms

Nuestro viaje ha sido un conjunto de diferentes viajes dentro de uno más grande, pero siempre con la idea de disfrutar. Disfrutar de la gente que nos cruzábamos, de los lugares que atravesábamos, del pedaleo y de nosotros mismos. Al principio tuvimos dudas a la hora de elegir el destino, y en ese sentido haber optado por Sudamerica fue un gran acierto porque el poder hablar tranquilamente con todo el mundo es algo impagable. A nosotros nos encanta la bici y viajar en ella pero teníamos claro que no queriamos estar un mes pedaleando para cruzar una región desierta sin atractivo, ni cinco días subiendo para alcanzar la cima de una montaña de cuatro mil metros, y tampoco jugarnos la vida en una carretera llena de tráfico pesado. Para evitar este tipo de situaciones decidimos elegir una serie de rutas que nos apetecía hacer, y para llegar de una a otra hemos tenido que meter las bicis en autobuses, en la parte de atrás de coches e incluso en algun avión.  Las rutas que hicimos, en orden cronológico fueron:

1. La costa de Uruguay, desde el Parque Nacional de Santa Teresa hasta La Paloma. Un recorrido ideal para tomar contacto con las bicis y empezar el viaje relajados. Carreteras llanas y sin tráfico que que te llevaban por playas atlánticas y pueblecitos desiertos.

2. Patagonia argentina: de El Calafate a El Chaltén. Algo más de 200 kilómetros que nos hicieron plantearnos la opción de cruzar hacia el país vecino. Una carretera tan bonita como aislada en medio de la nada, sin ningún pueblo, que iba bordeando lagos glaciares, siempre con los Andes de fondo y un protagonista destacado: el viento. A punto estuvimos de atropellar a un armadillo.

 

 

 

 

 

 

3. Patagonia chilena: la carretera austral. Un recorrido precioso, sin tráfico, con poco viento y mucho verde, de los más increibles del viaje. Aunque había subidas duras, el paisaje te hacía olvidarte del cansancio Se atraviesan pequeños pueblecitos y en enero son las fiestas de la mayoría. Tomarse un cordero al palo viendo una jineteada es un auténtico lujo.

4. Chiloé.  La isla solo tiene una carretera, por lo que había más coches. Una especie de Galicia del hemisferio Sur, con una cultura gatronómica a su altura.

5. Los lagos andinos de Chile y Argentina. De Puerto Montt a San Martín de Los Andes. Carreteras entre lagos, bosques y volcanes. Una gozada. El Parque de los Arrayanes, de los mejor. El camino para cruzar la frontera muy muy duro. El Puyehue entró en erupción unos meses después, y probablemente la zona tarde tiempo en recuperarse.

6. Talampaya y el Valle de la Luna, por la cuesta Miranda, en San Juan y La Rioja. Le prometimos a una amiga argentina que iríamos, y todavía hoy se lo estamos agradeciendo. Es una zona desértica con piedras de formas insospechadas, que hace mucho mucho fue un valle marino.

7. Quebrada de Humahuaca. Habíamos quedado en Cuzco con la familia en Semana Santa y fue lo único que pudimos disfrutar del Norte de la Argentina, una zona de paredes multicolores y cultura indígena andina que nos conquistó.

8. Lago Titicaca (lado boliviano). Pedalear a 4000 metros de altura es cansado, pero si al lado de la carretera tienes este lago todo parece más fácil. La isla del Sol nos pareció un lugar mágico.

9. Costa sur del Perú: de Nazca a Pisco. Ver aparecer el mar después de 70 km de bajada fue un momento especial. Aquí tuvimos que ir por la Panamericama, pero tenía menos tráfico de lo que suponíamos. Recorrer la península de Paracas en bici y comer un rico ceviche fue un plan genial para celebrar un cumpleaños.

10. El callejón de Huaylas. Ir por una carretera que acompaña un río en el sentido de la corriente siempre es una buena idea, pero si además está rodeada por montañas nevadas y lagos cristalinos, mejor todavía. No dejéis de probar el cuy.La zona del callejón del Pato, que es un camino estrecho con túneles sin iluminación, nos pareció peligroso. En Trujillo estuvimos unos días entrañables en la casa de ciclistas de Lucho, un paraíso de encuentros y amabilidad para los que viajamos en dos ruedas.

11. La costa norte del Perú: de Máncora a Tumbes. De nuevo en la Panamericana, que ahora se acerca a las playas y atraviesa diversos pueblos, algunos aislados en los que parece que no pasa el tiempo, y otros llenos de discotecas de moda y personajes de todo tipo. Disfrutamos de ambos.

12. La Costa de Ecuador. De Guayaquil a Canoa. Después de un par de semana de lujo en Galápagos, retomamos el pedaleo por la ruta del Sol, donde el bosque tropical se alterna con paisajes desérticos, a veces con ballenas jorobadas saltando a lo lejos.

 

Desde Quito, regresamos a casa.

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