De alguna manera tenemos la sensación de que ya hemos terminado la parte más ciclista y comenzamos a hacer turismo puro y duro. Durante la mañana recorremos un poco más la ciudad y a las 14:45 cogemos el tren que nos llevará a Sassari. Luego allí, cogeremos otro a Alghero. La hora prevista de llegada son las 20:30.
El tramo hasta Sassari lo hacemos sin problemas, de hecho hay más bicis. El susto llega en Sassari, a las 19:00 cuando nos dicen en la taquilla que el próximo tren no admite bicis, aunque en ultima instancia depende del revisor. El revisor, que como la mayoría de sardos, es encantador, nos permite meterla aunque no haya un sitio especial para bicis, no como en España, que no hacen más que poner pegas. El problema está en que a partir de Olmedo hay obras y el trayecto sigue en autocar. Aquí no nos pueden garantizar sitio para las bicis. Decimos ir hasta Olmedo y allí tirar pedaleando. Son sólo 14 km. Este fue probablemente el peor momento de todo el viaje. Como buenos urbanitas desconocíamos la verdadera oscuridad y al poco de comenzar la ruta se nos hizo de noche. Ha sido la primera vez que realmente he pasado miedo. Tercer aprendizaje del viaje: nunca coger la bici después de ver la puesta de sol.
A las 9:00 llegamos a Alghero, con el corazón en un puño.