Rodadas. Una comunidad de cicloturismo y viajes en bicicleta
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Nomadas

  • 9 de March de 2016
  • 215 kms

9 de Marzo de 2016

Villa Mañihuales (Chile)

Ayer dedique el día a arreglar el trasportín que se me partió en Villa Cerro Castillo, para salir del paso le hice una reparación provisional con unos alambres y unas presillas de plástico para llegar a Coyhaique, como era carretera aguanto bien. Ayer por la mañana me prestó Tomás, el dueño del hostel Patagonia, un taladro, perforé el trozo de perno que se quedó embutido en la rosca del cuadro y en ese agujero rosque un pequeño tornillo con punta de rosca chapa, cuando hizo tope lo seguí girando y conseguí sacar el trozo de perno roto limpiamente. Le puse un tornillo nuevo con una contra tuerca, esta la lime para que no tocara con la cadena en el piñón pequeño y todo quedó solucionado, ya no me daría más problemas en todo el viaje.

Al medio día comí en una pizzería y luego siesta y rato de lectura en el hostel, por la tarde compré pilas para el GPS y cambié euros por pesos chilenos a 720 CLP el euro. Por la noche repetí en el “casino bomberos” pero esta vez sin ensalada, solo un plato único, cambié de carne a pescado, salmón acompañado de arroz, para beber cerveza “Royal” y de ahí me doy un paseo por las calles de la ciudad luego para el hostel un rato de lectura y música y a dormir que mañana hay que madrugar.

Hoy me levante a las siete de la mañana y tenía preparado el desayuno en el comedor con pan bueno de cereales, mantequilla, mermelada, queso, zumo de “naranja”, galletas y café con leche. Al final mereció la pena quedarse en este hostel.

A las ocho de la mañana empiezo a pedalear, hacía bastante frío, llevo perneras, guantes largos, pasamontañas, gorro de lana y maillot largo. Comienzo una subida hasta un puerto donde hay un mirador desde donde se ve el valle del Río Simpson y la ciudad de Coyhaique con sus montañas y paredes aledañas. Comienzo el descenso pero al poco llego al cruce que he de tomar a la derecha dirección Villa Ortega a unos veinticuatro kilómetros, esta es la continuación de la ruta 7 chilena y en este preciso punto abandonamos de nuevo el asfalto y continuamos por caminos de ripios. Nada más comenzar he de parar pues tienen la carretera cortada momentáneamente por obras. Mientras espero aparece a mis espaldas otro ciclista ¡en el mismo sentido que yo! Es el primero con el que coincido en todo el viaje en el mismo sentido que yo, la razón es porque la mayoría de la gente que viene a recorrer la carretera austral suelen hacerlo de norte a sur.

Se llama Albert y es catalán de un pueblo cerca de Manresa, terminó la carrera y hace poco estuvo trabajando por un año en un laboratorio, luego se le cumplió el contrato así que aprovecho que tenía algo de dinero ahorrado para tomarse un año sabático para viajar por Sudamérica. A partir de ahí hemos continuado juntos hasta Villa Mañihuales donde hemos montado nuestras carpas en un camping del pueblo.

A medio día paramos, como es mi costumbre habitual, a cocinarnos una pasta y un café, luego descansamos con una corta siesta, a Albert le ha gustado este sistema quizás aplique esta costumbre a partir de ahora.

El camping de la señora Ruth está junto al río, nos hemos bañado aunque al principio que no estaba fría, una vez con el agua por las rodillas te das cuenta que no estaba tan tibia como aparentaba pero ya no hay vuelta atrás, así que chapuzón, una par de brazadas y ya estamos aclimatados. Después del baño vamos a casa de Ruth donde me encuentro en este momento escribiendo este diario y esperando la cena que nos está preparando la señora, hoy no cocinamos ya comeremos pasta mañana, hay que variar la dieta de vez en cuando.

 

12 de Marzo de 2016

Puyuhuapi (Chile)

En casa de la señora Ruth se come de maravilla, nos puso pepinos y lechugas frescos de su huerto de ensalada y una carne deliciosa y tierna de ternera acompañado con puré de patatas cremoso riquísimo, ah! Se me olvidaba, de primero una especie de sopa-crema de verduras de la huerta. Cenamos con una pareja de chilenos que se alojan en la casa y andan de turismo en coche por su país. Hablamos de todo un poco y me recuerdan que Chaitén  hace unos ocho años casi desapareció bajo las cenizas de la erupción de un volcán, eso fue allá por el 2008. Un par de años antes estuve en Chaitén con los compañeros pisapedales en mi primer viaje con ellos.

Por la mañana del día diez de marzo la señora Ruth nos sorprendió con uno de los mejores desayunos que he tomado en este país, un pan riquísimo, embutido, queso, mantequilla, guacamole, zumo, café con leche con leche de verdad y no la leche en polvo que te ponen en todos sitios, además de tres clase diferente de mermeladas echas por la señora de la casa; rosa mosqueta, frutilla y durazno. Por cierto ella anda cocinando una olla impresionante de mermelada.

Nos despedimos de la señora Ruth, de la pareja chilena y continuamos nuestro camino hacia el norte. El día de hoy es toda carretera asfaltada, en principio queremos llegar hasta Villa Amengual que se encuentra a unos cuarenta y ocho kilómetros. Una cosa curiosa que nos ocurre por esta región relacionado con los perros callejeros bastantes abundantes en la zona, te los encuentras incluso en grupos en todos los pueblos y ciudades. La curiosidad radica en la fijación que tienen en buscarse dueño, nada más llegar manolo y yo a el Calafate en Argentina empezó a perseguirnos un perro de color negro parecido a un labrador que se convirtió en nuestra sombra, si paramos a tomar un café él nos esperaba en la puerta, cuando nos fuimos a la estación de bus estuvo con nosotros hasta que nos marchamos. El día que salimos de Villa Mañihuales un perro de color canela de mediana estatura comenzó a corretear y jugar alrededor nuestra mientras continuábamos nuestro camino después de varios kilómetros vemos que sigue con nosotros al trote, nos sorprende que aunque vamos rápido bajando alguna que otra cuesta él siempre nos alcanza y si la cuesta es más prolongada y nos alejamos lo que para él debe de ser más de la cuenta nos ladra a lo lejos después de cuarenta y ocho kilómetros llegamos a Villa Amengual, decidimos hacer una parada para comer, en la misma plaza junto a la carretera encontramos un autobús acondicionado como bar de comida rápida parecido al que hay en Villa Cerro Castillo. Le pregunto a la señora si tendría algunos desperdicios de la cocina para el perro y le explico que nos viene siguiendo desde Mañihuales, la señora del bar nos dice que mejor que no, porque se va a quedar en aquel pueblo y su “dueño” lo va a perder. No comprendemos nada ese perro no tiene pinta de tener dueño. Terminamos de comer, vamos a la plaza, arreglamos un pinchazo y unos radios de la rueda de Albert luego compramos algo de comer en un súper y continuamos la ruta.

Mientras estábamos en la plaza vimos pasar unos ciclistas con alforjas en la misma dirección que nosotros. Nuestra idea es avanzar unos seis u ocho kilómetros hasta un lugar donde suponemos que hay un camping según una guía PDF que lleva Albert en su libro electrónico, cuando pasamos por allí resulta que no se ve atisbo de vida por ningún sitio solo una casa aparentemente cerrada. A todo esto “Chucho” como llamo al perro color canela no se quedó en el pueblo, sigue con nosotros hemos hecho un par de amagos de dejarlo atrás pero en llano o cuesta arriba nos vuelve a alcanzar y lo único que conseguimos es cansarnos y que Chucho nos ladre más de la cuenta. Al final decidimos seguir adelante hasta encontrar un lugar donde montar la carpa. Al poco alcanzamos a los dos ciclistas que vimos pasar por Villa Amengual, resulta que Albert los conoce pues coincidió con ellos en Villa Cerro Castillo, en verdad son tres amigos, lo que pasa que Diego, como se llama el tercero, parece ser que siempre va unos kilómetros por delante. Son tres chilenos de Santiago de Chile que se conocen desde la infancia, viven y trabajan en la calle, Diego y Yimi son artesanos, uno talla madera y el otro pinta, la tercera es una chica, ella hace comida que luego vende por la calle. Nos comentan que saben de un lugar para acampar a unos veinte kilómetros que está bien para pasar la noche, hay un gran árbol donde se pueden montar hasta seis carpas, esta junto a un arroyo que nos suministrará de agua. Los acompañamos y esa noche acampamos todos juntos.

Hacen un viaje de subsistencia, como parrilla para cocinar tienen un trozo de carrito de la compra. La olla con la que empezaron el viaje era pequeña para los tres y encontraron una tirada más grande que es la que llevan ahora para cocinar. Por la noche se hicieron unas lentejas con muy buena pinta y le dieron de cenar también a Chucho que desde que llegó se tumbó y no se ha levantado más, tenía las piernas doloridas y no es para menos después de las dos maratones seguidas que se ha metido en el cuerpo hoy, en total hoy han salido ochenta y cinco kilómetros, mañana Chucho se quedará con ellos.

A la mañana siguiente mientras preparamos nuestro desayuno de siempre, pan de hace tres días tostado con “manjar” o mermelada, galletas saladas con membrillo y café con leche. Ellos están amasando pan (harina, agua, y sal) para tostarse una especie de tortas fritas en la olla con aceite en la hoguera que ya tienen encendida.

Nos despedimos de ellos y Albert queda en verlos en un par de meses cuando pase por Santiago de Chile.

El día de hoy  once de Marzo queremos llegar a Puyuhuapi que en lengua indígena significa lugar donde se encuentra el puyuhui que es una especie de planta o arbusto que se da mucho por esta región de Puyuhuapi. También hay otra versión que habla de un pez pequeño y transparente parecido a nuestro chanquete de Málaga que se da aquí en este fiordo y tiene un nombre parecido a la planta, algo así como puhu. Parece ser que los indios de la zona llaman a este lugar sitio del pez puhu “puhuhuapi”.

Comenzamos nuestro pedaleo y Chucho hace amago de venirse con nosotros pero Diego y sus amigos lo aguantan con ellos.

Comenzamos subiendo la “cuesta Queulat” una vez dejada atrás la “piedra del gato” y el cruce de Puerto Cisne, unos kilómetros antes de culminar este puerto hacemos una parada para visitar el “bosque encantado” un sendero de trekking señalizado que se interna en una especie de selva todo recubierta de musgo y verdes helechos con arroyos cantarines por todas partes y árboles de gran porte y otros con florecillas rojas. Al rato veo un colibrí o “picaflor” como le llaman a este pequeño pájaro de largo y fino pico para poder polinizar las flores ya que se alimenta del néctar de los mismos y su característico movimiento de alas parecido al de un insecto, su tamaño es poco más grande que el de un abejorro y su color oscuro. Comenzamos una subida y al rato salimos de la espesura del bosque al valle por donde discurre un río que hemos de cruzar de piedra en piedra. El paisaje que se aparece es majestuoso, la parte del valle esta flanqueado por un circo glaciar y en la cornisa superior se asoma los serac de un glaciar, por el centro cae una cascada que alimenta el impresionante lago glaciar que hay en la base de este circo, este es el que da vida al río que fluye por el fondo del valle.

Cuando regresamos al camino por nuestras bicicletas que dejamos junto a los guarda parques nos encontramos de nuevo con Diego y Yimi que acaban de llegar y están esperando a la chica para hacer el bosque encantado. Le preguntamos por Chucho y nos comentan que esta mañana pararon a una camioneta y lo iba a llevar a Villa Amengual, espero que no lo dejen junto al bar bus.

Nos ponemos de nuevo en marcha y en la bajada nos encontramos con un chico y dos chicas belgas les preguntamos por el corte de carretera que hemos visto en un cartel anunciando un corte de una a cinco de la tarde, como son las dos y media de la tarde nos interesa saber si comer allí mismo junto a un arroyo o continuar. Nos dicen que no hay corte, que podemos continuar. Así que nos ponemos en marcha y unos kilómetros más abajo junto a un puente hay un atasco de vehículos esperando que den paso, o sea que los belgas parece que no se enteraron de la pregunta. En vista de la situación sacamos la cocinilla y pasta con atún y tomate para variar y el cafelito con galletas de postre. A las cinco de la tarde continuamos dirección Puyuhuapi pasamos por el fiordo del Queulat ya en el Pacífico, vemos el ventisquero colgante desde el camino pero ya es demasiado tarde para visitarlo.

El sol ya se ha puesto cuando llegamos a Puyuhuapi, buscamos un camping, montamos las carpas, nos damos una ducha ya vamos a cenar a un restaurante donde nos tomamos unas cervezas artesanales de La Junta.

 

En el día de hoy hemos avanzado otros sesenta y cinco kilómetros más hacia nuestro destino.

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