Salimos del camping sin conocer a los dueños, ya que tampoco se presentaron ni para cobrar, como amenazaba lluvia y no venÃan les volvimos a llamar y no contestaban, asà que decidimos mandarle un mail para decirles que nos Ãbamos y que nos mandaran un número de cuenta para pagar ya que el sitio estaba chulo y hay que mantenerlo, porque si es por su interés no merecÃan haber cobrado.
Ya en camino el dÃa parecÃa que iba a desarrollarse por bonitos paisajes, porque el bosque que habÃa nada más salir era impresionante, pero unos kilometros más adelante la realidad nos dio una bofetada, no solo porque el camino se desarrollaba por un carril bici paralelo a la carretera sino también por el viento en contra durante una recta interminable.Â
Cuando llegamos a Amberes nos costó dar con el camping, pero lo conseguimos, estaba al otro lado del rio y tuvimos que coger un ferry para cruzarlo. El camping estaba un poco en mal estado y la cabaña un poco ruinosa, pero para pasar la ultima noche de nuestra aventura valÃa.
Nos duchamos y fuimos a ver Amberes, a tomar algo y cenar. Nuestra sorpresa fue que en pleno centro de Amberes, un dÃa de verano y a las 18 de la tarde estaba casi todo cerrado, asà que nos costó encontrar un sitio para tomar una cerveza, aunque lo conseguimos, luego fuimos a cenar a un restaurante Griego que fue de lo mejor de nuestra estancia allÃ.
Trás la aventura por la ciudad volvimos al camping y tuvimos que atravesar el rio por un tunel, que impresiona la primera vez que lo ves por lo largo que es