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Camioneta de los años 60
Los días en la carretera están llenos de pequeños acontecimientos. Tanto que algunas veces intentas recordar lo que desayunaste y te parece que desde aquellas gachas haya pasado una semana. A veces le ponemos nombres a los días, para identificarlos. Por ejemplo hace cinco fue el día de los ciclistas, hace cuatro el del gran estallido y hace tres el que conocimos a Clancy, nuestro primer buscador de oro.

El día de los ciclistas

Desde que salimos de Vancouver hace 5 semanas solo habíamos visto ciclistas en las salas de espera de los ferrys. Ninguno en la carretera. Por eso cuando por la mañana, mientras terminamos de recoger el campamento, aparece Chang, nos llevamos una alegría. Chang lleva un mes en la empresa de recorrer América de Norte a Sur. En su inglés roto nos cuenta que después irá a Europa y, si le queda tiempo (y energía pensamos nosotros) a África. Hablamos un rato con él y le invitamos a desayunar con nosotros pero quiere seguir ruta asi que nos despedimos, recorremos los 200 metros hasta el lugar donde está almacenada nuestra comida y nos hacemos el desayuno.

Con Valerio

No hemos terminado de recoger los cacharros cuando aparece Valerio, el segundo ciclista del día, también en dirección sur (nosotros viajamos hacia el norte). Valerio es italiano aunque vive y trabaja en Suiza. En su español desenfadado, aprendido a lo largo de muchos viajes en Latinoamérica nos cuenta que piensa ir desde Prudhoe Bay, en el extremo norte de Alaska, hasta Vancouver en unos 39 días. Cuando le encontramos ha hecho ya la mitad más dura del camino: en los 600 kms que hay desde Prudhoe Bay hasta Fairbanks no hay nada: sólo grava y unas cuestas terribles. Valerio viaja sin tienda de campaña, sin saco de dormir y sin hornillo. Come en restaurantes y duerme en hoteles cuando puede encontrarlos. Sino, se arrebuja debajo de unas maderas para pasar la noche y se queda sin cena. Dice que corre riesgos, que a veces está al borde de la supervivencia pero que yendo ligero puede cubrir muchos más kms y que en realidad necesita poco. Tiene 60 años y lleva 17 viajando así, así que suponemos que sabe lo que hace. Durante hora y media charlamos de unas cosas y otras y finalmente a las 12 nos ponemos en marcha, cada uno en su dirección.

Avanzamos 20 kms cuesta arriba, empujados por el viento, hacia el puerto de montaña. Casi hemos llegado arriba cuando vemos aparecer en el horizonte cuatro ciclistas que vienen en dirección contraria. ¿Se habrá abierto un semáforo en alguna parte?, pensamos. Nuestros cuatro amigos instantáneos son dos parejas de franceses que se han conocido por el camino y pedalean juntos desde hace una semana. Florent y Aurélie llevan dos años recorriendo el mundo. Lo vemos en el desteñido color de sus pantalones y en la eficiencia con la que preparan la comida. Maxime y Christine, los de las alforjas de colores relucientes, acaban de empezar su periplo de un año en bicicleta. Los cuatro quieren recorrer toda la espina dorsal de América pero los ritmos son diferentes. Comemos juntos y compartimos trucos e información sobre la ruta. Es una pena que no vayamos en la misma dirección, pensamos, pero así son las amistades instantáneas.

Comida ciclista
Cuando nos despedimos Álvaro hace una observación sobre la rueda de Florent. «Está abombada», le dice. «Sí, se me rajó la cubierta y la he parcheado. En Whitehorse compré otra y ahora estoy esperando que se rompa del todo para cambiarla». Nos vamos a acordar de esas palabras muchas veces durante los siguientes dos días.

Bajamos rápidamente por la otra cara del puerto cuando simultáneamente se pone a llover y la rueda trasera de Alicia pincha. «Qué lata», pensamos, y nos paramos en un lateral de la calzada para arreglarla. Cuando la desmontamos vemos que la cubierta tiene ¡¡un agujero!! No parece muy grande (apenas 2mm de diámetro), pero no tenemos repuesto para la cubierta porque, ilusos de nosotros, pensábamos que las Marathon XR eran indestructibles. Hacemos un apaño con cinta americana y continuamos 5 kms hasta Dease Lake.

Nota mental: La cinta americana y la humedad no se llevan bien.

El día del estallido

El día se levanta gris pero ya no llueve. Recogemos, consultamos en internet cuál es la tienda de bicis más cercana –Whitehorse (unos 700 kms más adelante)– y nos podemos a pedalear. Llevamos 10 kms cuando de repente la rueda estalla esta vez armando mucho ruido. Con un suspiro retrocedemos unos metros hasta un ensanche y hacemos control de daños. Desde el día anterior el agujero ha crecido notablemente. Ahora mide unos 7 mm y se nota la cubierta abultada. Lo peor es que por dentro hay un desgarro de un par de centimetros. La cinta americana se ha agujereado con el rozamiento y la cámara ha salido por el por la brecha haciendo un globo.

Afortunadamente el día anterior Álvaro había encontrado en el supermercado unos parches para reparar barcas de goma en cuya tapa indica «ideal para bicicletas». No sabemos si se refieren a bicicletas cargadas de alforjas pero aún así seguimos las instrucciones mientras pensamos en una solución a largo plazo porque nos da que el invento no va a durar mucho. Al final, pensando en el apaño de Florent, decidimos seguir a ver cuánto aguanta el arreglo.

Nuestra herida

Nos pasamos el día pendientes de la dichosa rueda trasera, Alicia cantando canciones infantiles al ritmo de los botes y Álvaro volviéndose un poco bizco de mirar el bulto arriba y abajo.

El día del minero de oro

Tras la increible ducha del día anterior nos levantamos de buen humor. Además, por fin parece que va a salir el sol así que nos lanzamos a la carretera sin importarnos que el viento venga hoy de cara. Cuando llegamos arriba, la carretera serpentea entre laguitos de agua color turquesa rodeados de pinos y pequeñas cabañas de madera con embarcaderos. Nos estamos acercando a Cassier, la mina de oro que da nombre a la carretera en la que estamos y que hoy se encuentra abandonada.

A las 2 paramos en una tienda y aprovechamos para comer algo y usar su Wifi. Llevamos unos 50 kms la rueda sigue más o menos bien. Zanganeamos un rato hablando con unos y con otros y nos dan las 4 hasta que nos ponemos de nuevo en marcha. Nos toca bajar la pendiente que hemos subido por la mañana siguiendo un río que va encañonado. Estamos deseando empezar pero justo cuando salimos del recinto el escultor que trabaja fuera de la tienda nos da una mala noticia: la bajada son 10 kms de grava. No sabemos si la rueda va a aguantar.

Avanzamos por la carretera y cuando llevamos 2 kms Álvaro da el alto. Un trozo de cubierta se está desgarrando. Ahora tenemos un piquito sobresaliendo y el agujero ha crecido a más de un centímetro, dejando el delicado parche, que además ya ha empezado a rajarse, expuesto a las piedras. Antes de que la cubierta estalle definitivamente y nos deje inmovilizados decidimos parar un coche que nos lleve hasta donde podamos conseguir un repuesto.

Nos ponemos a andar arrastrando las bicis por la grava para no forzar la suerte. Pasan 40 minutos hasta que oímos un coche en nuestra dirección. Cruzamos los dedos y… ¡buena suerte! Se trata de una camioneta que lleva un remolque. Le pedimos que pare y le explicamos la situación. El hombre se rasca la cabeza por debajo de la gorra y nos dice, «bueno, supongo que podríamos mover un poco la máquina del remolque y encajar las dos bicis ahí,voy hacia Alaska así que podría dejaros en Whitehorse». Encantandos nos ponemos a desmontar el equipaje, las ruedas delanteras y el transportin de Alicia para que todo quepa en su remolque de madera. Cuando hemos acabado nos presentamos. «Me llamo Clancy, «Clemente», aunque en México me llaman «Demente»». No parece un buen comienzo, pensamos… Y «¿a qué te dedicas?» le decimos. «Oh, soy… minero de oro»… El viaje promete…

Las bicis en la camioneta de Clamsy

En Whitehorse

650 kms después, haciendo noche de por medio en un área de servicio, llegamos a Whitehorse, donde nos despedimos de Clancy. El viaje ha sido muy interesante, con una muy variada conversación que ha pasado por el mar –antes que minero era pescador–, los transgénicos, la religión y muchas otras cuestiones.

En Whitehorse hemos estado descansando unos cuantos días. Primero en el camping, y luego nos hemos mudado a casa de Philippe, un escultor que hemos conocido en Warmshowers. Philippe era antes mecánico de bicis y ahora hace piezas a partir de materiales reciclados. Muy muy interesante.

Estos días hemos aprovechado para sustituir partes del equipo que se han deteriorado más allá de cualquier recuperación posible y también para rellenar nuestra despensa portátil. Ya estamos listos para salir. Mañana partimos dirección sur. Como nos hemos saltado 650 kms ahora tenemos más tiempo para dar algunas vueltas. La primera va a ser hacia el sur a Skagway y Haines (que por cierto, también esán en Alaska) a ver el Kluane, un parque natural patrimonio de la Unesco. Seguiremos informando.

Aquí les dejamos unas fotos de los últimos días. Esperamos que las disfruten… ¡Recordamos! Si pincháis en la esquina inferior derecha, en el icono con las flechas podéis ver las fotos a pantalla completa. Después, pinchando en el botón «Show info» en la parte de arriba a la derecha, podéis ver un pequeño comentario de qué es cada cosa.

Este artículo fue publicado el 11/julio/2010. Última actualización: 7/agosto/2020 dentro de la categoría 2010 y 2011 - Un año y pico en bici en Rodadas.net, una página web sobre cicloturismo y viajes en bicicleta mantenida por Álvaro Martín y Alicia Urrea.

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Comentarios Hay comentarios de 13 intrépidos

  1. Qué envidia, jejejeje!
    A seguir pasándolo bien por esos caminos!

  2. bea dice:

    animo chicos. Como se dice por aquí últimamente ¡PO-DE-MOS!( viendo la final de la copa del mundo España-holanda)aún no ha terminado el partido mientras escribo esto, así que nos os puedo decir el resultado. Suerte y adelante.

  3. Ramiro dice:

    Gracias por compartir! Abrazos y animo desde argentina!

  4. Óscar dice:

    Hola pareja.

    Que envidia. De mayor quiero ser como vosotros.
    Muchos ánimos y que todo vaya sobre ruedas.
    Un abrazo.

  5. stefano dice:

    Animo pareja cicloturista!!!

  6. zarta dice:

    Animo con vuestro viaje! Y gracias por contarnoslo!!

  7. Javi. dice:

    Qué tal chicos!!
    Por si las noticias no llegan a los confines de Alaska, España es campeona del mundo de Futbol!!

    PD: Saludad de mi parte al bueno de Clancy!

  8. FushigiZ dice:

    Ánimo chicos, me lo paso en grande con vuestras crónicas pero lo que más me gustan son los slideshows de fotos (se dice así?) pues eso, las fotos con comentarios. Muy buenas las dos últimas.
    Saludos.

  9. FRASER dice:

    Menudas fotografías ,qué paisajes ,por DIOS ,pero qué pedazo de viaje y crónica ,y ni qué decir de los personajes con los que os cruzáis .Seguir adelante valientes Saludos y feliz rodada

  10. Miguel y Martina dice:

    Si la envidia diera flores, nuestra casa seria un jardin!!!!
    Besos desde argentina
    Miguel y Martina

  11. José Miguel dice:

    Hola, estoy alucinado con vuestro viaje. Os felecito.
    Os mando este email para sugeriros un truco para acabar con los pinchazos y reventones de rueda, si podeis utilizad unos cinturones de seguridad (comprarlos en cualquier desguace por el que paseis) en cada rueda, es infalible.

    Un abrazo

  12. Xan dice:

    Hola!!

    Escribo aquí, aunque no sea el lugar más apropiado, ya que no consigo registrarme en el foro, lo he intentado montones de veces y siempre me pone que me llegará a mi correo la contraseña, pero nada de nada. ¿Puede alguien ayudarme? Me corre un poco de prisa, porque me gustaría descargarme un documento que colgo Silviuca del camino del Ebro, el cual tengo previsto comenzar el sábado. Muchas gracias de antemano.

    Ali y Avo, mucha suerte en vuestro viaje y muchas gracias por vuestra página!!

    Un saludo a todos los cicloturistas!!

  13. Yuki dice:

    Me meo con lo de Clemente «Demente», ehehehehe