Rodadas. Una comunidad de cicloturismo y viajes en bicicleta
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Madrid-Plasencia en dos cómodos fascículos (1)

Por Alicia Urrea

montañas abulenses

El sábado se levanta un día radiante en Madrid. Terminamos de preparar las bolsas, sacamos la última lavadora, empezamos a montar todo en las bicis y de pronto, a través de los cristales apreciamos una pequeña brisa. "Yo creo que vamos a tener el viento a favor" comenta ella, "¿Tú crees?" Dice él. Un poco más tarde, todo montado sobre las bicis, se dirigen a casa de los padres de él para comer rosquillas caseras y beber café con leche. Incluso en la cuesta abajo tienen que pedalear para avanzar unos metros. "Parece que lo vamos a tener de cara", dice él… "Mmmm", dice ella pensando en las rosquillas.

Diez kilómetros más tarde, una conversación a voces con el hermano de Ali a través del balcón… "No te vengas, que hace un viento en contra que no podemos ni avanzar". "Pues subíos a comer que tenemos ensalada de pasta y pescado a la plancha"… Promete ser un viaje de los de "coger muchas fuerzas para luego" en el bar de cada pueblo.

Renovados y muy bien acompañados nos ponemos, ahora sí, manos a la obra. Ricardo nos guía por un precioso camino que nos ahorra un tramo de via de servicio y una concurrida carretera provincial. Tal y como están los ánimos en esta salida de Semana Santa lo agradecemos un montón. Cerca de Navalagamella nos deja y se vuelve a casa, con el viento a favor. Seguimos renqueantes, pegándonos con la falta de entrenamiento y la cuesta arriba. Queríamos llegar a Robledo de Chavela, pero la noche se nos echa encima asi que buscamos un prado retirado y nos zampamos unos espaguetis que habíamos dejado preparados por la mañana.

Ricardo

De motos y de bosques

Unas pocas pedaladas más tarde salimos por fin de la comunidad de Madrid con la –vana– esperanza de perder de vista las fastidiosas motos de alta cilindrada que, con afán de imitar a Pedrosa y compañía, se lanzan los fines de semana a recorrer las pequeñas y pacíficas carreteras de la sierra de Guadarrama. Grupos de intépridos  motoristas tumban sus rugientes máquinas en cada curva, libres del molesto silenciador que tanto bien hace a la humanidad….¡¡¡AAAAAH!!!! Estamos deseando que llegue el lunes. Sobre todo después del cuarto derrape cerca de nuestras ruedas.

Afortunadamente, pasada la capa freática de madrileños la cosa se tranquiliza y podemos volver a lo nuestro: pegarnos con la ventolera. Ya sé, ya sé, deja de quejarte. Efectivamente no tenemos mucho por lo que quejarnos: vamos disfrutando de un espectáculo impresionate: cada vez nos internamos en valles de paredes más escarpadas, rodeados de bosques que huelen a sol y a pino. Pronto empiezan a aparecer a los lejos picos nevados. Estamos acercándonos a Gredos.

Tras un alto en el camping del embalse de Burguillo, un lugar de ensueño (aunque no por el camping), iniciamos el ascenso hacia Navarredonda. Cuando pasamos por Burgohondo nos preguntamos el porque de ese nombre. Desde el embalse no parece estar precisamente en un hondo. Rápidamente descubrimos el motivo. Una pequeña carretera de asfalto cuarteado no hace subir 300 metros de golpe con numerosas rampas por encima del 8% de desnivel.

Embalse del Burguillo

Llega la ola de frio

En Navarredonda comienza el mal tiempo. Una vez hemos plantado la tienda y vamos ya camino de nuestras merecidas cervezas, comienza a chispear un poco. Pronto la lluvia se convierte en una abundante chupa de agua que se extiende durante la mayor parte de la noche. Cuando nos levantamos por la mañana la lluvia ha parado asi que recogemos rápidamente los enseres y nos ponemos en ruta. Cuando llegamos al pueblo (el camping está en el quinto infierno) comienza a… ¡nevar! Paramos a desayunar en una cafeteria mientras vemos los copos caer a nuestro alrededor. No parece que vaya a ser una nevada larga, asi que cogemos carrerilla y ¡alehop! En cuanto nos da una tregua subimos los repechos finales del valle antes de iniciar la bajada de 30 kms al lado del rio Tormes que nos lleva directamente a Barco de Ávila. "Mal día para ir al huerto" le decimos a un hortelano que carga una hazada a la orilla de la carretera. "Mal día para la bici"… Ambos nos reimos mientras empieza de nuevo a nevar.

Hemos descubierto que rodar con una nevada es mejor que con una tormenta de agua y que el frio es bastante puñetero cuando uno va en la carretera, pero asequible con el equipo adecuado. Básicamente, mocasines cubrebotas, un buen chubasquero, pantalones de agua y mucha protección para la cabeza. A cambio el espectáculo invernal es impresionante. Os dejamos unas fotillos de estos primeros dias de ruta.

A punto de nevar  Arar con mulaArquitectura mimética Viejas tradiciones Viejas tradiciones
 

Este artículo fue publicado el 25/marzo/2008. Última actualización: 7/agosto/2020 dentro de la categoría Otros viajes en Rodadas.net, una página web sobre cicloturismo y viajes en bicicleta mantenida por Álvaro Martín y Alicia Urrea.

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Comentarios Hay comentarios de 7 intrépidos

  1. Álvaro dice:

    Y pensar que esto sólo es el aperitivo…

  2. lluis dice:

    Vuestro blog me evoca recuerdos de cuando el pasado verano acampé en Navarredonda tras la subida al puerto del Pico, los espléndidos pinos del cámping, la seductora cima del Almanzor, el frio de la noche, la sopa compartida, los amigos de Getafe,…

  3. Niebla dice:

    Esperamos la segunda entrega. Muy bonita la foto del embalse.

  4. Bluetomate dice:

    Mola mucho esa zona. La bajada del Barco de Avila es muy bonita. Cuando te subes a la bici con mal tiempo solo te queda apechugar y tirar pa lante. Pero la única manera de hacer buenas fotos es saliendo de casa

  5. slim dice:

    jo, que valientes sois, yo con tanto frio no se si podria mover un pie. pinta muy bien el viaje, me lo apunto..para verano!