¡Lo he hecho!, ¡lo he hecho!. Hoy por fin me he armado de valor y me he decidido a recorrer el anillo verde de Madrid.
Me habían dicho que el recorrido tiene 63 kilómetros, otros aseguraban que son más de 70. Yo sólo sé que, a pesar de cortar desde la Casa de Campo por el centro de Madrid (cuesta de San Vicente-Mayor-Cibeles-Puerta de Alcalá-Aeropuerto Carrero-Príncipe de Vergara-Lista-Ventas) al llegar a casa el cuenta marcaba casi 71 k.
El único incidente reseñable ha sido que se me ha roto (destrozado sería más exacto) la cadena en Carabanchel, sobre las 14h25. Jaaa, payo, qui mal fario. Yo compuesto y sin biciflaca en medio del barrio más caló de Madrí.
He acabado comiendo un bocata de bonito con pimientos morrones en una bar regentado por una china y frecuentado por calós. He intentado ceder mi mesa, la única del bar con vistas al exterior, a un pareja de gitanos muy bien puestos ellos y él me ha dicho: "Mejor quédate tú y vigila la bici".
"No hace falta, está atada a la farola". Me ha mirado con cierta compasión, como si fuese un poco deficiente, y ha insistido: "Tú, mejor vigila la burra". Recibido alto y claro.
A las 16h40 ha abierto Ciclos Antonio Martín, en General Ricardos 195. 'Bicicletas y venta de accesorios', reza el rótulo sobre la puerta del pequeño comercio. Antonio, con 50 años de oficio en sus manos, es uno de esos maestros que van desapareciendo de forma inexorable, como el atún rojo, junto con sus talleres. "Ya nadie nos compra bicicletas. Todo sale de los híper. Sobre todo del Decathlon. Nos está matando. No sé cuánto vamos a aguantar".
He disfrutado casi hora y media de su compañía y de su saber. Es un orfebre de la bicicleta. Si alguien vive cerca se lo recomiendo. Frankie, mi Konorbea Zitorrio, que había entrado renqueando en la tienda, ha salido con gallarda estampa, y ahora sí que va fina de verdad. ¡Qué maravilla!
Llegando al barrio, me he encontrado con un grupo curioso: un ciclista de mi edad, más o menos, con sus tres hijos, cada uno con su bici. Volvían a casa del trabajo, estudios, actividades extraescolares...
Me he colocado último, cerrando la marcha, y les he ido iluminando con la lámpara del casco. El padre me ha contado que el chaval que marchaba justo delante de él, el mediano, "sufrió hace no mucho una parálisis de medio cuerpo. Siempre había montado en bicicleta y le dijeron que jamás podría volver a hacerlo. Y ya ves...", me dice señalando al chaval. Hay que fijarse mucho para darse cuenta de que tiene alguna pequeña dificultad al pedalear.
De repente, he recordado que la vida es bella y que tenemos la obligación de vivirla lo mejor posible, por todos aquellos que no pueden hacerlo.
Un abrazo a todos.