Ese título de la crónica me vino a la mente durante el viaje, evocando aquella narración de un viaje ficticio al centro de la Tierra que escribió Jules Verne, imaginando un mundo oculto y desconocido, especies animales y vegetales desconocidas, naturaleza indómita...La isla de Gran Canaria se me ofrecía ante mi atónita visión como un mundo salido del centro de la Tierra que, atravesando las profundidades del océano había ido a parar a la superficie para goce y disfrute del viajero que acababa de aterrizar sobre el tibio magma que le acogía a él y a ésa extraña bicicleta de ruedas pequeñas en un periplo de varios días.