Buenas tardes, ahí va una pequeña crónica y fotos de mi
viaje por tierras de Jaén y Córdoba.
Llegué el domingo a Jaén y me alojé en la Pensión Iberos.
Muy céntrica y a la vez muy cercana al inicio de la Vía Verde. Pero lo mejor de
todo es que me permitieron guardar la bicicleta en la habitación. Esto empezaba
bien. Muy manejable la ciudad y el casco
histórico.
Lunes 03/01/16. Jaén-Luque(66km). Amaneció nublado y con muy
mala previsión meteorológica. Muy fácil llegar al inicio de la Vía Verde, hay
que ir hacia el oeste de la ciudad y en paralelo a las vías del tren aparece un
carril bici que desemboca en el inicio de la Vía.
Enseguida se empieza a ver la campiña jiennense regada de
olivos, y lo mejor aún, su olor, el olor de las almazaras. Mirando a lo lejos
todo pintaba muy mal, oscuro casi negro. Aun así, ciclé bajo la lluvia, haciendo
frente a rachas de viento de 70km/h que casi me empotran contra un olivo
(literal), y poco a poco se fueron sucediendo los viaductos metálicos,
impresionantes construcciones que parecía que se iban a derrumbar a mi paso, el
viento era bestial. Sólo era capaz de avanzar a 8km/h. Pero después de 4h de
lucha…….llegó la calma e hice parada en un rinconcito del término de Alcaudete.
Aquí paré a comer y a descansar.
Una cosa que me llama la atención, especialmente en este
tramo de la vía es que nadie saluda. Esto sería una constante en todo el viaje.
Muy pocos caminantes y ciclistas saludaban o respondían a mi saludo. ;-(
Un precioso puente romano sobre el río Víboras iba a ser la
siguiente sorpresa. Y lo más esperado aún, según me iba acercando a la provincia
de Córdoba….se veía claridad. Fue justo en la frontera delimitada por el río
Guadajoz(y donde comienza la Vía Verde de la Subbética), donde apareció el sol.
Eso hizo que me animara más y quisiera llegar a mi primer destino:Luque. Antes
de llegar,tuve otro regalo más, el atardecer sobre la Laguna el Salar. Campos
de Olivo, Monte, Cortijo blanco al fondo y silencio, mucho silencio.
Es un poco desconcertante la antigua estación de tren de
Luque convertida en bar-restaurante, dos autobuses de japoneses haciendo una
paradita turística. Después de que pasara el barullo, la señora que regenta el
lugar me atendió amablemente y fuimos hasta el Hostal Nicol’s, que son ellos
quienes lo gestionan. Un hostal entero para mí, todo bastante nuevo y
tranquilo. Y lo mejor de todo: la merecida ducha calentinta y poner la ropa húmeda
a secar.
Cena riquísima en el bar de la estación: Salmorejo, Bacalao
con Pisto y un vaso de leche calentita. La lluvia empezó de nuevo hasta las 7
de la mañana.