Este agosto pasado he hecho esta ruta, inspirado por algunos foreros (sobre todo Alfonso) que la han hecho estos años atrás y por una persona que me acompañó un día haciendo la transpirenaica. Gracias.
Estoy un poco perezoso para escribir y sólo he relatado la etapa 1, pero al menos estoy en ello. Además, cortar del blog y pegarlo aquí, que tengo que justificar los textos y problemas con las fotos... pereza de septiembre. Aquí están los preliminares: Preparación -- Llegada a casa 1 -- Llegada a casa 2.
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Crónica 1ª etapa Ponferrada - Balouta.
- Etapa realizada el 13/8/2015.
- Desde Ponferrada a Balouta.
- Recorrido de 61,1 kilómetros.
- 1837 metros acumulados de subida.
- Altura máxima 1670 metros.
- Subidas de entre el 15 % y el 30 % de desnivel: 928 metros (1,51 % del total).
- 1147 metros acumulados de bajada.
- Altura mínima 433 metros.
- 4 horas y 44 minutos en movimiento.
- Dificultad de la ruta: 114 IBP.
Crónica.
Después de eternas horas en autobús atravesando España, amanece lloviendo y la temperatura baja hasta los 11 grados. No hay buenos augurios para la ruta, pero provisionalmente estoy feliz porque tras los cristales veo algo inédito en mi experiencia. A la izquierda viaja con nosotros un bajito y precioso arcoiris que lentamente comienza a adelantarnos. Nunca he visto un arcoiris viajero, pero es que, además, sus dos pies se movían entre la vegetación de forma que el verde de los árboles se apreciaba a través de los translúcidos siete colores. Qué lástima que en la fotografía no se aprecie su movimiento y transparencia.
Tras la llegada a Ponferrada, empleo apenas cinco minutos en desembalar y montar la bicicleta ... había ganas de ciclar a pesar de la lluvia fina y continua. Me oriento, miro al frente e inicio la ruta ilusionado por el comienzo de la aventura.
El recorrido de este día coincide con la ruta cicloturista del libro de Juanjo Alonso (que discurre por carretera y pasa por pueblos y aldeas) por lo que comienzo a rodar sin agua ni comida.
Tras una serie de falsos llanos, afronto la primera subida hasta llegar a Ocero, donde lleno una de las botellas de agua. Bajo y llego a Vega de Espinareda, pueblo mayor donde compro alimentos y sigo para coger el siguiente puerto. La lluvia se intensifica y subiendo el puerto, mientras disfruto de castaños, manzanos y perales, noto que las zapatillas ya están totalmente caladas y encharcadas .
Paro un poco para coger zarzamora, continuo y al alcanzar el puerto descanso y almuerzo.
Tras bajar hay varios pueblecitos, y en uno de ellos han montado una carpa enorme y todos comen y ríen ... me gustó verlo.
Llego a un camping junto a un area recreativa y me siento tentado de parar, descansar y refugiarme. Estoy húmedo pero sigo, porque parecía que la lluvia no daría tregua y me propuese no retrasarme en exceso.
Me detengo en la ermita de la Magdalena, junto a otra area recreativa, ya que llueve mucho y así es difícil y peligroso continuar. Me vuelvo a plantear si seguir parado, pero a su vez deseo llegar al menos a Balouta o, con suerte, al siguiente puerto. Al poco de parar empiezo a pasar frío y en una hora decido continuar aprovechando que llueve menos, porque seguir allí el resto de la tarde y toda la noche no iba a ser divertido.
Cojo agua y al poco estoy ascendiento un puerto que se me hizo muy duro a pesar de ir por asfalto, creo que debido al viento frontal con agua que me gopeaba. Toco puerto y bajo con mucho frío. Lo hago rápido para aprovechar el calor corporal de la subida, pero en diez minutos empiezo a pasar mucho frío con la lluvia, el viento y la baja temperatura. Tras un descenso forzadamente lento, al fin llego a Balouta a las cinco y media, y justo al principio se hallaba el hotel-bar-restaurante Miravalles.
Estoy tiritando; no me lo pienso y me dispongo a tomar una habitación. Suele ser fácil pedir una habitación, pero mi lengua no atinaba. Quien ha pasado frío de verdad sabe que aunque procures vocalizar bien es una tarea inicialmente inútil. Hay que parar, mover la boca, la mandíbula y empezar de nuevo despacito hasta que te entiendan.
En fin, tenían habitación y sitio para la bici ... ya era feliz, como lo fuí posteriormente mientras me duchaba, lavaba la ropa y comenzaba a secarla, y como también me sentí cuando me metí entre pecho y espalda un sabroso bocadillo de rebanadas de hogaza con casi medio kilo de jamón en medio, acompañado de un calentito y delicioso café solo.
Evidentemente era otro hombre distinto al que hace una hora no sabía hablar.
Aunque al principio me evadí del ambientado bar por tener que concentrarme en aquel sabroso alimento, al salir al porche a sentir el fresquito mantuve agradables y entretenidas conversaciones. Primero con un recién recién jubilado que disfrutaba de no saber qué día de la semana era, y posteriormente con un lugareño del pueblo vecino que me habló de la forma de construir en la zona, de su anterior trabajo en prevención de incendios forestales, de la historia de un castaño quemado que ví kilómetros atrás junto a la carretera, de la mina ya cerrada, de lo que prometían con ella y del destino final de la misma y sus trabajadores ... y así un buen rato entre sus historias y las mías del Sur.
La temperatura era muy baja, y como sólo tenía puesto una malla corta, camiseta, polar, chubasquero (todo lo seco que tenía) y zapatillas aún mojadas, me estaba quedando helado y decidí difrutar de un paseo por el pueblo bajo la llovizna.
Llamo a Marta, aviso de mi paradero como todas las noches y me comenta que la previsión del tiempo era muy mala para la noche y la mañana siguiente, lo que luego me confirmaría el señor del bar. No obstante, mi intención era, salvo diluvio, salir temprano y compensar temperatura con la subida del puerto.
Esa noche dormiría como un bendito.