PARAGUAY ES GUAY
Un país que hace tiempo teníamos en mente, nadie lo nombraba y pasaba desapercibido, nos llamaba la atención.
Paraguay y sus gentes han sufrido mucho: dictadura de Stroessner de 35 años hasta hace poco, la guerra de la triple alianza donde Argentina, Brasil y Uruguay intentaron dominar la región… entre otros. Después de tanto sufrimiento es bonito ver como la gente del país mantiene con orgullo sus raíces, su cultura y su idioma el guaraní, siendo Paraguay el país más bilingüe de Latinoamérica.
Probablemente muchos no sepan ubicarlo en el mapa, pero es un país con gente auténtica que hizo que nos fuéramos con ganas de volver, nunca hemos topado tanta gente de buen corazón, respetuosa, cortes, acogedora y humilde en un solo país.
Sin salir del aeropuerto ya sentimos su hospitalidad con varias mujeres que querían saber de nosotr@s. Nos dieron sus números de teléfono y que por favor, si pasábamos por sus pueblos les avisásemos. Salimos del aeropuerto con un problema en la rueda delantera de Mikel a causa de los golpes de avión, y una ciclista que conocimos en la carretera nos llevó a un mecánico que conocía, lo arregló y cuando le preguntamos el precio su respuesta fue: Nada, bienvenido a Paraguay! Más la foto de rigor.
En Asunción conocimos más de cerca el mundo de los tatuajes conviviendo con un tatuador en su estudio gracias a Couchsurfing. También conocimos la realidad de las colonias menonitas gracias a una persona que logró salir de una de ellas. Nos cuesta creer que todavía siga habiendo comunidades cristianas viviendo como años atrás.
Seguimos camino hacia San Bernardino, donde fuimos a parar con dos bomberas, Liz y Nadia, que nos dejaron montar la tienda en la estación de bomberos por 5 días (nunca pensamos que los bomberos iban a ser de tan gran ayuda durante el viaje). Nos lo pasamos genial, aprendiendo sobre costumbres paraguayas y alguna palabra en guaraní. También sobre remedios naturales; en este país heredan de generación n generación esta sabiduría que nosotr@s perdimos hace tiempo, son un ejemplo a seguir.
Seguimos recorriendo pueblo tras pueblo, con más bomberos que cada día juegan sus vidas a cambio de ayudar a los demás voluntariamente. Cruzamos el Parque Nacional Ibicuy en 2 días: un camino de tierra roja tan peculiar que nos hizo conocer los primeros sufrimientos con la bicicleta, teniendo que empujarla por la arena bajo un calor húmedo… Pero mereció la pena para pedalear en soledad y en la compañía de unas mariposas como la palma de nuestra mano.
Llegamos a Villarrica, el pueblo donde nos esperaba Doña Olga y su familia, la señora que conocimos en el aeropuerto de Asunción nada más llegar al país. Pasamos 3 días en inmejorable compañía conociendo más de cerca la vida de una familia humilde; lo que había se compartía entre tod@s, nos cuidaron como a un@ mas de la familia. Aprendimos muchas recetas de comida paraguaya y el arte de tejer Ñanduty (artesanía Paraguaya) gracias a Doña Olga.
Poco a poco fuimos recorriendo más pueblos, más estaciones de bomberos, más tereré, más conversaciones, más chipas… hasta llegar a Ciudad de Este. Una ciudad caótica donde mucha gente la visita para comprar electrónica a muy bajo costo. En nuestra opinión es mejor huir lo antes posible. Lo más turbio se encuentra allí, incluso nos hablaron de robos de niñ@s… Eso sí, si te gusta la chipa vete a la tienda “La abuelita”, la mejor que probamos.
En la ruta conocimos a Jhon, un colombiano que estaba bajando hasta Ushuaia en moto, y gracias a él conocimos la casa ciclista que nos esperaba en Foz De Iguazu. Es bonito ver como la ruta se vuelve mensajera.
Aquí nos despedimos de este hermoso país, un país en el que su gente ha robado parte de nuestro corazón. Ha sido una de las mejores decisiones elegir Paraguay, tanto por su gente tanto por su geografía para pedalear siendo principiantes, con suaves ondulaciones de poca altura y una carretera en buen estado.
Fotos: Paraguay