El viento frío de norte nos acompaña en una Cervera un tanto desangelada, el barrio en el que desayunamos el año pasado y en el que hoy hemos coincidido sigue igual como lo dejamos, es un barrio un tanto artificial.
El futuro es un espacio inexplorado en el que no sabes que te aguarda.
Lluis en esta ocasión había organizado una ruta provista de dos ingredientes que los tres componentes de la quedada íbamos a degustar, una parte del recorrido conocido y otro desconocido, como el futuro.
Tocando el mínimo asfalto posible, el oeste es nuestro horizonte matinero, pequeñas poblaciones de la Segarra son pequeños ocasos frente a la explosión de la naturaleza que teñida de rosa, de blanco y de una multitud de verdes tapan como el sol de la tarde el contorno de esos pequeños pueblos que al atardecer son acariciados por una luz tenue y dorada que arrebata, tan solo en esos momentos, la belleza de la llegada de la primavera.
Ha llovido en Barcelona, pero no parece que ello haya sucedido en la Segarra, el Sio canta lentamente y sigue mandando vida hacia el Oeste hacia donde nos dirigimos.
Los pueblos se suceden como una letanía, pueblos en lo alto que ya nos son familiares… Castellnou d’Olugues, Malgrat, La Prenyanosa eran hasta el año pasado unos perfectos desconocidos a la orilla del Sio que reseguimos tranquilamente.
Tarroja, Sedó, Riber son otras poblaciones cuya característica común es la del silencio y la soledad en un día en el que el único sonido amen del que producen nuestras monturas es el viento…
Concabella, bien merece un alto, que Lluis como maestro de ceremonias gestiona suave y lentamente… una subida, una parada, una foto, el paso bajo un arco de piedra, otra foto a esa construcción que dice mucho sobre la historia de los hombres… esa puerta de madera que recuerda un pasado esplendoroso… es otra letanía que sigue sonando.
Les Pallargues da paso a otro conjunto de pueblos que comparten el apellido del rio al que acompañamos… lentos y suaves campos se mecen al compás de un viento frío, suave, contemplativo que señala el horizonte del que proviene allí se ven unas nubes amenazadoras… el pirineo está oculto tras unas nubes bajas que no nos querían enseñar esa cara nevada que, inmensa, se oculta tras ellas.
Y por fin llegamos a Agramunt… población que está de moda no por las viandas que hemos comido sino por el turron artesano, que aquí, en Cataluña le hace sombra al Alicantino.
No nos queríamos ir del restaurante, la conversación, los temas que ibamos tocando…
Una quedada de tres es como una reducción de oporto… algo de esencia sobre lo que fue aquella explosión de la semana pasada a la hora de comer…
Tan solo nos quedaba volver, con el viento a favor Lluis nos teníia preparada esa parte del futuro desconocido…
Movido en gran parte por la intuición, la posición del sol y la cordura hemos recorrido campos, caminos que parecían recién abiertos buscando una visión que sabíamos que tarde o temprano aparecería como así ha sido, buscando pequeños pueblos escondidos cuyo nombre a veces se nos ocultaba y otras lo deducía nuestro maestro de ceremonias…
El pueblo natal de Manuel de Pedrolo, Araño, es una joya por descubrir, que responde a una forma de entender la construcción de estos pueblos: amurallados o encastillados, en el castillo de Araño parece ser que durmió Napoleón en su retirada hacia Francia…
Pequeños pueblos que forman un patrimonio algo olvidado, algo decadente, algo poco valorado… Reflexionaba sobre ello, miraba y pensaba en esas balconadas prácticamente deshechas y en sus historias que miraban al pasado que encaran el futuro sin mucho que ofrecer, que ocultan lo que fueron puesto que solo enseñan lo fácilmente visible…
Y así, creyendo estar cerca pero lejos, bordeando una población alargada en el horizonte que conforme te acercas parece alejarse… íbamos dando firmes pasos hacia Cervera mientras el sol se ocultaba en el horizonte tras las nubes que amenazadoras parecían querer cerrar el circulo de la bóveda celeste.
Junto al ferrocarril habían cinco mesas ocupadas, en todas y cada una de ellas había una persona, cinco hombres mirando un mismo punto que brilla, en el que se sucedian imágenes mientras brama sonidos…
Nosotros seguiamos en nuestro particular mundo; en el del silencio, en el del ruido de nuestras ruedas, en el de la caricia del viento, en el del paisaje que grita, que reclama que te quedes con el, en el del agua que brilla mientras fluye, en el de la roca dorada que pide futuro…
La noche se acerca mientras las luces de los coches que circulan por la autovia decora las caras de los que subidos en un artefacto motorizado van camino de su destino que no es otro que el de cada día...
Dime: que futuro imaginas, que futuro crees que te aguarda.