Nos tomamos un café y montamos en nuestras bicicletas. Ahora casi no llueve ya pero todo está empapado y encharcado. Nos hemos quedado fríos y a Pilar le ha dado un bajón y está que se duerme por los arcenes.
Salimos de Aranjuez por la M305 en dirección a Chinchón, dejamos atrás el río Tajo y empezamos a subir camino de Villaconejos. Aquí el tiempo cambia de nuevo y el aire le pega de lo lindo. Es un viento racheado muy fuerte y ahora Pilar nota, de pronto, los noventa y tantos kilómetros que llevamos en las piernas. Subimos a diez por hora y lo peor es que también bajamos a diez por hora, todo a causa del viento. Pilar se queda atrás y yo la tengo que esperar cada cien metros.
En un momento dado, arrastrado por el viento, pasa a nuestro lado, por la carretera, un cardo enorme, de esos redondos, que salen en las películas del oeste. Por fin llegamos a Villaconejos. Cargamos agua y tratamos de comer unas galletas. Hace bastante frío y estamos entumecidos y revueltos. Pilar me dice que está exhausta. Tiene una cara que da pena verla.
-Muy bien –le digo-, podemos volver, o desviarnos hacia Ciempozuelos y coger el tren allí. ¿Cómo lo ves?
Pilar me dice que sigamos un poco más, hasta Chinchón, y que allí ya veremos como estamos.
Continuamos desde Villaconejos a Chinchón y el viento cada vez es más fuerte. Miro hacia atrás y a unos veinte metros veo a Pilar, con la cabeza agachada, peleando contra el viento, dando pedales a paso de tortuga. Pienso que admiro a esta mujer: admiro su tenacidad y su cabezonería cuando se empeña en hacer algo. Miro el reloj, pienso en lo que nos queda y la verdad, es que, a este paso, no tengo claro donde vamos a acabar durmiendo hoy.
Por fin llegamos a Chinchón y paramos un instante a analizar la situación. Pilar decide que sigamos a pesar de todo. Le explico lo que nos queda por hacer y cómo vamos a afrontarlo: “...ni una pedalada en las bajadas. Relajarse para recuperar, y vamos a parar de vez en cuando, aunque sea un instante. A partir de ahora vas a seguir con la cabeza. Cuando no puedas más tu mente es la única que te va a hacer seguir. Cuida tu mente y no te dejes impresionar, todo esto es sólo frío, oscuridad y viento, nada importante que deba preocuparte…”
Después de rodar un año con ella codo a codo, yo sé que Pilar puede hacerlo si no se viene abajo. Conozco su capacidad de recuperación, que es una de sus bazas más importantes para salir de los líos en que nos metemos, y estoy seguro de que podemos llegar, así que, después de esta charlita, nos ponemos toda la ropa que tenemos y seguimos nuestro camino.
Dejamos Chinchón atrás y bajamos y subimos por la carretera M311. Nos damos cuenta de que no hemos hecho fotos y paramos un momento en un olivar a hacernos fotos con la puesta de sol, pero hace mucho frío y en cuanto paramos nos quedamos helados. De vez en cuando nos forzamos a comer una galleta, pero estamos revueltos.