Una de las cosas más importantes que se aprende cuando se viaja en bicicleta es que la gente es buena y que eso es independiente de sus ideas, su estatus social, su color de piel, su preferencia sexual o su religión. Eso sólo son prejuicios que nos ponemos nosotros mismos delante de los ojos y que nos impiden apreciar la realidad que nos rodea
Cuando viajo en bicicleta me expongo a la gente, en cierto sentido estoy a su merced y soy vulnerable. Hago un esfuerzo por entender cómo viven, cómo entienden el mundo y qué les hace felices. Si cada vez que veo algo sólo me fijara en aquello que es diferente a la forma en la que vivo no conseguiré nunca entender lo que tengo alrededor.
Tras muchos años de encontrar personas que viven diferente he aprendido a buscar lo que nos une en lugar de lo que nos separa. He aprendido a no juzgar, a entender y aceptar una postura aunque no la comparta. Creo que ser capaz de hacer esto implica un nivel de seguridad en mí mismo y de madurez que antes no tenía y todo esto me lo ha dado en parte, la bicicleta.
Creo que mi experiencia no es única sino que es compartida por una gran mayoría de los compañeros que se pasan por aquí y que hace este sitio especial.
Hagamos que lo siga siendo.
Felices pedaladas