Camino de Palma voy rebasando con cuidado muchos ciclistas, la mayoría alemanes que encuentran en esta isla su particular paraíso ciclista. No quiero pasar por el túnel que en unos pocos centenares de metros atraviesa la montaña. Voy a pasar por la carretera antigua, por el puerto de montaña contemplando a los esforzados ciclistas subiendo por la retorcida ruta. Yo ya he terminado y no voy a coger la bici. No, que no...qué demonios! Cuando corono el puerto aparco a la derecha y en un plis me he enchufado los guantes y el casco y ya estoy pedaleando volviendo sobre el recorrido hecho. Llego hasta la carretera principal, justo antes de entrar en el túnel, media vuelta y empiezo a subir el Coll de Sóller. Qué esfuerzo, qué gozada, qué privilegio estar ahí, encima de esa pequeña bicicleta. Llego al Coll de Sóller exhausto, feliz. La bajada por la cara sur, ya rodando con la furgo me confirma que es uno de los puertos más bonitos que he hecho. Grabo en mi mente que lo cruzaré algún día en sentido contrario para seguir por la MA 10 hacia el Cap de Formentor.