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LE TARN (Crónica)

&tarr; PUBLICIDAD (lo que paga la factura)

  1. “Cuando se convive unos cuantos días con el canal, y especialmente cuando se pone temporalmente fin a esa convivencia, se sienten unos deseos enormes de seguir tirando del hilo que te ha conducido hacia esa obra de ingeniería única. Es decir, un buen día decides que, al llegar al final, iniciarás el camino por el principio.” Esto es lo que dice Montserrat Rius en su estupenda guía del Canal de Midi y es exactamente lo que nos pasó hace cuatro años, cuando hicimos “Entre dos mares”. Nos quedamos con las ganas de conocer el lugar de donde proviene el agua que alimenta el Canal de Midi, subir a la Montaña Negra y recorrer la Rigole de la Montagne y la Rigole de la Plaine. Este año decidimos volver por allí pero claro, las rigoles (sistemas de canalización) nos ocuparían pocos días, y disponíamos de dos semanas. Vimos que cerca quedaba Albi, ciudad que nos apetecía mucho conocer, y nos pusimos a investigar el departamento del que es capital Albi, Le Tarn. Y cuanto más leíamos más nos íbamos entusiasmando. Paisajes extraordinarios, pueblos amurallados clasificados como “le plus beaux villages de France”, ciudades con encanto, tradiciones interesantes... No tuvimos dudas, iríamos a conocer Le Tarn.

    El primer paso ya estaba dado, habíamos decidido el destino de nuestras vacaciones. El segundo era hacer una lista de todos los lugares que queríamos visitar y unirlos de la mejor manera posible (carreteritas de cuarto orden y vías verdes), de modo que nos quedaran unas etapas guapas, cortas (medias de 60 km para tener tiempo de hacer visitas sin agobios) y tranquilas. El tercer paso fue buscar chambre d'hôtes que nos gustaran y... Voilà!, la suerte estaba echada. Sólo quedaba diseñar como cada año la camiseta y llenar las alforjas. Volvíamos a Francia...


    ETAPA 1: CARCASSONNE-MONTOLIEU (19 Km y 162 m de desnivel acumulado)


    Decidimos comenzar en CARCASSONNE, donde dejamos el coche a buen recaudo. Llegamos a la hora de comer (horario francés), pedimos una pizza en una terraza junto al Canal de Midi y... ¡A pedalear!


    Los primeros kilómetros fueron por el CANAL DE MIDI, cuántos recuerdos nos vinieron a la cabeza...


    Pero lo abandonamos enseguida para llegar por carretera, con un fuerte viento en contra, a Montolieu.  Ante nosotros, al fondo,  ya aparecía la Montagne Noire.


    MONTOLIEU es conocido como el pueblo de los libros, y en cuanto entramos a él nos dimos cuenta de por qué, ¡hay casi más librerías que habitantes! Es un pueblo pequeñito y con un aire bohemio que nos gustó mucho.


    Nos alojamos en la MAISON RIVES (70 euros la habitación, desayuno incluido), una chambre d'hôtes muy a la francesa, con sus ventanas color pastel y todo muy lleno de cosas, jejeje.


    Como aún era temprano decidimos aprovechar la tarde visitando el castillo de Saissac. Para llegar a él teníamos siete kilómetros de subida, pero con las bicis ya libres de peso los hicimos como si nada. Dejamos atrás el pueblo de Montolieu…


    …Y nos plantamos en el pueblo de SAISSAC. Ya teníamos a la vista su castillo (a la izquierda de la iglesia). ¿Nos libraríamos de la lluvia?


    Sí, nos libramos, apenas nos cayeron cuatro gotas durante la visita al castillo, pero enseguida el cielo volvió a recuperar el color azul.


    Cenamos en Saissac y volvimos a Montolieu, donde nos duchamos, dimos una vuelta por el pueblo y volvimos a casa entre libros, miles de libros antiguos.


    ETAPA 2: MONTOLIEU-REVEL (56 Km y 909 m de desnivel acumulado)

    Como os he explicado, el primer objetivo de estas vacaciones era recorrer la Rigole de la Montagne y la Rigole de la Plaine, el ingenioso sistema de canalización de diseñó Pierre Paul Riquet para abastecer de agua el Canal de Midi desde la Montagne Noire. Para que os hagáis idea de su importancia, están declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco de igual forma que el Canal de Midi. Pero claro, para llegar a la Rigole de la Montagne,  había que subir primero a la montaña, 500 m más arriba… Al principio lo hicimos por carreteras tranquilas y en buen estado, entre prados…


    Y luego pasamos a una carretera de quinto orden, un poco más estropeada pero con igual o más encanto. Comenzamos a vernos rodeados de frondosos árboles, robles y hayas cada vez tenían un porte mayor, una preciosidad.


    Y es que no se llama montaña negra por azar, sino porque al ser tan boscosa su aspecto desde la distancia es muy oscuro.


    Tras doce kilómetros de subida no muy exigente llegamos a nuestro objetivo, la PRISE D’ALZEAU, ¡habíamos llegado al verdadero origen de las aguas del Canal de Midi! Como no podía ser de otra forma, un monumento a PIERRE PAUL RIQUET recuerda su logro.


    La RIGOLE DE LA MONTAGNE resultó una auténtica delicia. 28 km en suave, muy suave descenso, rodeados de árboles centenarios (robles, hayas, cedros, castaños…) y con la constante compañía de un canal que, con el paso de los siglos, se ha integrado por completo en el paisaje.


    Los pronósticos del tiempo no eran buenos, por eso nos vimos sorprendidos por la casi constante compañía del sol. No os imagináis lo felices que nos sentimos al llegar al bucólico lago de LAMPY NEUF y poder comer en una terraza al sol, cuando pensábamos que lo haríamos bajo la lluvia. Es un momento que recuerdo con mucho cariño.


    Aún nos quedaban unos kilómetros de rigole y los disfrutamos un montón.


    Al llegar a LES CAMMAZES el agua desaparece bajo la BÓVEDA DE VAUBAN, un túnel de 122 metros que atraviesa la montaña y lleva el agua hacia el río LAUDOT, que desemboca en al lago de Saint Ferréol.


    Como durante todo ese tramo no podíamos acompañar al agua del canal decidimos bajar por una carreterita preciosa que desciende bruscamente de la montaña a la plana.


    Entendéis por qué despreciamos la carretera principal que lleva a Revel a favor de este carretil ¿no?


    Este carretil nos llevó hasta DURFORT, un pueblo de artesanos que nos sorprendió con unas calles preciosas.


    Por fin, tras una subidita de un par de kilómetros, llegamos a nuestro objetivo, el LAC DE SAINT-FERRÉOL, creado hace tres siglos y medio por orden de Riquet para almacenar y regular el agua que alimenta el Canal de Midi, ¡y fue excavado a mano! Una pasada. Hoy en día es además un centro de ocio veraniego estupendo.


    Obviamente la figura de Riquet está muy presente en toda la zona.


    Nos alojamos en una chambre d’hôtes muy cercana al lago, LE PARC (52 euros la habitación, desayuno incluido). Los dueños, muy simpáticos, nos ofrecieron por el mismo precio de la habitación todo un apartamento donde estuvimos a nuestras anchas. Un lujo. Dormimos como reyes y las bicis pudieron pasar la noche resguardadas de la lluvia…

    ETAPA 3: REVEL-REVEL (69 Km y 467 m de desnivel acumulado)


    Porque sí, tal y como anunciaban el día siguiente amaneció lloviendo, así que cambiamos de planes, la ruta en bici la dejamos para la tarde y aprovechamos la mañana para algo que queríamos hacer más tarde: visitar el Museo del Canal de Midi que se encuentra en el Lac de Saint Ferréol. Como la siguiente noche la íbamos a pasar en la misma chambre d’hôtes no había ningún problema para este cambio. Fue una visita muy interesante.


    Al mediodía la cosa comenzó a ponerse bien, así que cogimos las bicis y nos dirigimos a Revel para dar una vuelta por el centro y visitar su célebre mercado.


    Es un mercado precioso, de planta cuadrada y con todo el entramado interior de madera. Comimos en un puesto allí mismo, galettes y sidra bretona, mmmmmm, qué rico todo…


    En Revel comienza la RIGOLE DE LA PLAINE, el canal que, ya a poca altitud, conduce el agua hasta el Canal de Midi. Resultó tan encantadora como la Rigole de la Montagne, también muy verde, y muy bien acondicionada.


    Y perfectamente señalizada, algo que no sorprende si pensamos que estamos en Francia.


    Todo el recorrido está bordeado por árboles, pero hay tramos que permiten ver el paisaje cercano y… bufff…


    Llegamos al LAC DE LENCLAS (en la foto), prácticamente a mitad de camino de la Rigole de la Plaine, y no pudimos evitar rodearlo, es tan mono.


    El paisaje circundante seguía siendo precioso, ¡qué bonito es el LAURAGAIS!…


    Pero el tipo de camino había cambiado. Hasta el Lac de Lenclas está acondicionado como si fuera una vía verde, pero a partir de entonces se vuelve un caminillo de tierra lleno de raíces pero perfectamente ciclable, al estilo Canal de Midi.


    Tras unos cuantos kilómetros divertidos y esforzados llegamos, por fin, al Canal de Midi. Pero antes de llegar a él nos desviamos para visitar el obelisco dedicado a… ¿Quién va a ser? ¡Pues claro, Riquet!


    Nos encontrábamos en el COL DE NAROUZE, la divisoria de las aguas entre el Atlántico y el Mediterráneo. Lo recordaba perfectamente de cuando hicimos el Canal de Midi, pero ahora lo veía con otros ojos. Ahora entendía perfectamente de dónde venía y hacia dónde iba el agua. Ahora conocía el origen de todo.


    Para celebrar que ya éramos todos unos expertos en lo referente al canal, seguimos durante un corto tramo ese caminito estrecho que tanto nos había encandilado cuatro años antes.


    Habían sido cuarenta y pico kilómetros de camino, así que la vuelta decidimos hacerla por carretera, para ahorrarnos unos cuantos kilómetros (la rigole da muchas vueltas) y porque nos apetecía un montón pedalear por esas carreteritas tan guapas.


    Los girasoles estaban tan contentos como nosotros al saber que, definitivamente y por unos cuantos días, nos podíamos olvidar de las nubes.


    La vuelta al Lac de Saint Ferréol fue deliciosa. Además ese día era la fiesta nacional francesa, así que por la noche, desde el privilegiado mirador que era nuestra chambre d’hôtes, pudimos disfrutar de los tradicionales fuegos artificiales. Una bonita manera de despedirnos de Revel.

    ETAPA 4: REVEL-CASTRES (39 Km y 407 m de desnivel acumulado)


    La siguiente etapa fue la más corta. Queríamos tener toda la tarde libre para visitar Castres, una ciudad que nos daba, por lo que habíamos leído, muy buena pinta. Salió un día espléndido, así que nos despedimos de nuestro apartamento contentos pensando que, hoy sí, empezaríamos nuestra vuelta a Le Tarn.


    Y es que fue salir de Revel y cambiar ya de departamento: de Haute Garonne a Le Tarn.


    Tras cuatro pedaladas nos plantamos en SORÉZE, célebre por su abadía-escuela.


    Aprovechamos para tomar un café y dar una vuelta por el bonito pueblo medieval.


    Fue la única visita de la mañana. El resto del tiempo sólo nos quedó pedalear plácidamente por esas encantadoras carreteritas a las que es tan fácil acostumbrarse.


    Es lo que tiene seguir una veloroute, es garantía de ruta preciosa y tranquila, ¡qué envidia me dan los franceses!


    Y si no, juzgad por las fotos…


    Es tal la tranquilidad por esas carreteras que te puedes encontrar con los más pintorescos compañeros de viaje.


    Fue una bonita mañana que culminó con la llegada a CASTRES para comprobar que el hotel que habíamos reservado, Le Miredames (55 euros la habitación, sólo alojamiento), era una potxolada. Además estaba inmejorablemente situado, en pleno centro a orillas del río Agoût. ¡Qué feliz me sentí al llegar a Castres!


    Tras comer nos instalamos en el hotel, nos duchamos, nos cambiamos y salimos a visitar la ciudad. La imagen más conocida de Castres es la que podéis ver abajo, la de las casas reflejadas en el río Agoût (muy parecida a la típica imagen de Girona).


    El centro neurálgico de la ciudad es la plaza de JEAN JAURÉS. Nunca habíamos oído hablar de él, pero  a partir de entonces fue nuestro constante compañero de viaje (calles, plazas, avenidas, boulevares… todos los pueblos por los que pasábamos tenían algún lugar dedicado a Jean Jaurés). Fue toda una figura dentro del socialismo y el pacifismo y al ser natal de Castres es lógico que le dedicaran la plaza principal.


    Castres resultó, tal y como esperábamos, una ciudad muy bonita y agradable, llena de jardines y calles por las que resultaba una delicia pasear.


    Culminamos el día con un precioso concierto de piano y violín al aire libre. No sólo era gratuito sino que además te ofrecían el aperitivo. Es algo que me ha gustado mucho de todo Le Tarn, lo que cuidan el tema cultural. Cualquier pueblecito por el que pases tiene su programa de actuaciones veraniegas. Una gozada. A la luz de la luna nos despedimos de Jean Jaurés, aún no sabíamos que volveríamos a encontrarnos con él en cada pueblo.


    ETAPA 5: CASTRES-LAVAUR (46 Km y 209 m de desnivel acumulado)


    La salida de Castres fue muy sencilla, ya que la hicimos por la vía verde “CHEMIN DES DROITS DE L’HOMME”, que conecta Castres con Albi. De hecho es la misma vía verde que utilizamos, días más tarde, para salir de Albi en dirección sur. Pero en esta ocasión sólo hicimos unos pocos kilómetros por ella.


    Enseguida nos desviamos por carreteras siguiendo la VELOROUTE DE LA VALLÉE DE L’AGOÛT, por unos paisajes agrícolas preciosos.


    Y tuvimos el primer contacto con los afamados ajos de Lautrec. A partir de entonces encontramos muchos secaderos de este tipo.


    Estábamos en plena RUTE DES PIGEONNIERS (Ruta de los palomares). Habíamos leído mucho sobre ellos, pero cuando vimos el primero nos desviamos sin dudarlo de la ruta para acercarnos hasta él, ¡qué ilusión nos hizo! Además de ser el primero fue de los más bonitos que vimos.


    A partir de entonces, palomar que veíamos palomar que fotografiábamos. Nos explicaron que, siglos atrás, tener un palomar era un signo de distinción. La carne de las palomas era muy apreciada, incluso se utilizaba para las dotes. Sin embargo más tarde pasó a ser un problema, ya que el exceso de palomas arruinaba las cosechas, se lo comían todo. Hoy en día se les vuelve a dar importancia, se ven muchos palomares restaurados y es muy bonito ver el mimo con el que los tratan.



    Entre palomar y palomar las paradas eran constantes, pero las bicis, nuestras fieles compañeras, nos esperaban pacientes y sin rechistar.


    Unos kilómetros más y llegaríamos a nuestro destino…


    Y nuestro destino era LAVAUR, la capital del Pays de cocagne. Nos recibió su bonita catedral de Saint-Alain, una especie de versión pequeña de la catedral de Albi.


    Su mayor peculiaridad es su célebre Jacquemart, el autómata que da las horas en el campanario.


    Como también fue otra etapa corta llegamos a Lavaur a la hora de comer. En cuanto vimos que había un restaurante con comida bretona allá que nos fuimos. Y es que esa sidra bretona…


    Tuvimos toda la tarde para, bajo un intenso calor, visitar la bonita ciudad. Una ciudad muy tranquila, florida y agradable, y con mucha vida cultural.


    Era obvio que nos encontrábamos en el Pays de la Cocagne, la tierra del pastel. El pastel es un tinte azul que era muy cotizado entre los siglos XIV y XVI. El azul no era un tinte fácil de encontrar, y en esta zona la planta del pastel crecía con un vigor y unas condiciones tan buenas que llevó mucha riqueza a la zona. El tinte se extrae de la hoja, que se deja secar, se tritura y se conserva en forma de bolas, llamadas cocagnes, de ahí el nombre de Pays de la Cocagne. La llegada a Europa del azul índigo supuso la muerte de la gallina de los huevos de oro, pero hoy en día muchos artesanos siguen conservando la tradición del tinte con pastel, y te encuentras con tiendas y talleres que se dedican a ello en cualquier esquina.


    Nos alojamos en la chambre d’Hôtes LE VERGER (43 euros, alojamiento y desayuno), un lugar precioso, un auténtico vergel a orillas del río Agoût. ¡Menuda merienda nos pegamos gracias a sus árboles frutales! Un lugar muy recomendable y a muy buen precio. Dormimos muy bien, sin que nos molestaran las manzanas que, de vez en cuando, caían sobre el tejado, jejeje.


    ETAPA 6: LAVAUR-GAILLAC (61 Km y 301 m de desnivel acumulado)


    ¡Qué desayuno nos preparó Paulette, por Dios! Todo casero, pan, bizcocho, yogures, todo recién hecho y presentado con mucho detalle. ¡Qué buen recuerdo nos llevamos de Le Verger!


    La primera parte de la ruta, hasta Saint Sulpice, fue toda una preciosidad, un sube baja precioso por el que conseguimos esquivar las carreteras importantes que pasan por la zona.


    Y, como siempre, rodeados por girasoles. Los girasoles, junto al azul pastel, han sido las dos constantes que hemos encontrado durante absolutamente todo el viaje.


    En un momento dado vimos un campo de cultivo con unas plantas muy extrañas. Paramos a mirarlas porque teníamos una sospecha…  ¿Serían ajos? ¡Sí, lo eran! Lo reconozco, no tenía ni idea de cómo era la planta de los ojos y descubrirlo me hizo mucha ilusión (una, que se conforma con poco…).


    Al llegar a SAINT-SULPICE  nos despedimos del rio Agoût que nos había acompañado durante muchos kilómetros. Estaba a punto de morir, de desembocar en las aguas del río Tarn.


    Efectivamente, poco después llegamos a RABASTENS y tuvimos que cruzar por primera vez el rio Tarn para llegar al pueblo y poder visitarlo. El Tarn estaba pletórico, y eso que allí aún no había recibido las aguas del Agoût.


    Dimos una vuelta por Rabastens, con su bonita iglesia de Notre Dame du Bourg, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.


    Y otra constante, las callejuelas con casas medievales, de ladrillo y entramado de madera.


    Continuábamos parando en los palomares, perfectamente integrados en las casas.


    Llegamos a LISLE SUR TARN y nos desviamos de la ruta para poder visitarlo. Para ello tuvimos que volver a cruzar el Tarn.


    Lo más bonito y conocido de Lisle sur Tarn es su gran plaza cuadrada. Allí mismo nos quedamos a comer. ¡Qué bien entraba ese vino fresquito! Estábamos ya en zona de viñedos, los célebres viñedos de Gaillac, y claro, había que probar su vino… Dimos una vuelta por la bonita plaza…


    … Y antes de salir de Lisle buscamos un lugar para remojarnos un poco, el calor era tórrido.


    Pocos kilómetros después llegamos a GAILLAC, nuestro destino. Antes de entrar a la ciudad fuimos a instalarnos en nuestra chambre d’hôtes, LE NID DE L’ÉCUREUIL  (60 euros, habitación y desayuno). Como siempre, nuestros amables anfitriones nos ofrecieron un aperitivo al llegar. Yo soñaba con un refresco bien frío, ¡estábamos a 40 grados! Pero Alexis, el dueño, nos dijo que su costumbre era ofrecer vino de Gaillac y claro, no íbamos a hacerle el feo de decirle que preferíamos un refresco. El caso es que estaba muy fresquito y entraba muy bien, pero cuando ya pudimos subir a la habitación (estupenda habitación, por cierto), bufffff, mis tripas empezaron a notar el exceso de vino, es lo que tiene no estar acostumbrada al alcohol, que te bebes dos vasos y… Puede que influya el hecho de que no me encontraba demasiado fina, pero el caso es que Gaillac me decepcionó un poco. Habíamos leído mucho sobre la ciudad, pero in situ me pareció que el centro era un poco decadente, vamos, que hacía falta una buena rehabilitación en muchos edificios. Eso sí, la abadía de Saint-Michel es muy bonita, especialmente si la ves reflejada sobre el río Tarn.


    Era evidente por todo el centro que nos encontrábamos en tierra de vinos (los de Gaillac son los viñedos más antiguos de Francia).


    Incluso algunas casas se olvidan del azul pastel y pintan sus ventanas de color vino.


    Al final se me pasaron las ganas de vomitar y pude cenar con ganas un buen plato de pasta, eso sí, ¡sólo agua, por favor! Por la noche pude dormir la mona tranquilamente, jajajaja.

    ETAPA 7: GAILLAC-PENNE (49 Km y 717 m de desnivel acumulado)


    Tras un buen desayuno (menuda copa de frutas del bosque con queso fresco, mmmmm) comenzamos a pedalear con buen ánimo entre viñas, cómo no.


    Estábamos en plena ruta de LES BASTIDES ALBIGEOISES DU TARN, y ese día teníamos que visitar dos de ellas, pueblos amurallados clasificados dentro de la lista de “Les plus beaux villages du France”. El primero de ellos era CASTELNOU DE MONTMIRAL. Antes de entrar al centro nos detuvimos en un mirador. ¡Mira, Quimet, por esa carreterilla parcheada seguiremos la ruta!


    El pueblo es una preciosidad, esa plaza central… ¡Qué a gusto se estaba en la terraza, tomando una Coca-cola!


    Como siempre en este tipo de pueblos, nos entretuvimos un rato pedaleando por esas callejuelas tan monas.


    Los palomares ya no eran tan frecuentes en esta zona, pero seguíamos encontrándolos de vez en cuando.


    Nuestro siguiente destino, Puycelsi, está situado en un alto, así que tocó subir durante unos kilómetros. Después de tantas etapas onduladas se agradecía ese puertecito, aunque fuera de cuarta categoría.


    PUYCELSI es otra preciosidad, un laberinto de callejuelas medievales que parecían sacadas de un cuento.


    Y el azul pastel, siempre el azul pastel…



    Nos quedamos a comer allí, en una terraza en la que se estaba muy bien (a pesar del millón y medio de moscas que nos rondaban). Comida sencilla y buena pero, eso sí, a precio de “les plus beaus villages du France”. Después de comer, como hacía mucho calor, nos tumbamos a echar la siesta a la fresca, bajo unos frondosos árboles y con unas estupendas vistas hacia el Fôret Domianale de la Grésigne (uno de los mayores bosques de roble de Europa).


    El resto de la ruta no tuvo mucho que contar. La hicimos por unas carreteras un poco más importantes y, aunque eran bastante tranquilas, ya tenías que estar un poco más atento al tráfico. Quimet, ¿dónde miras?, concéntrate que pasan camiones…


    Pasamos por las GORGES D’AVEYRON, que a pesar de lo que esperábamos no tienen mucho de particular, y llegamos a Penne, nuestro destino. Antes de desviarnos para subir al pueblo vimos un palomar muy bonito y, como siempre, nos acercamos a verlo. Curiosamente luego resultó que era de nuestros anfitriones.


    PENNE nos sorprendió. Habíamos leído mucho de su castillo, que teníamos intención de visitar, pero del pueblo no teníamos muchas referencias. Y resultó precioso. A diferencia de otros pueblos más turísticos éste era, cómo decirlo, más auténtico. Además tuvimos un guía de lujo, Kilian, un avispado crío belga que se ofreció a enseñarnos el pueblo y llevarnos hasta el castillo a cambio de unas monedillas para comprar caramelos, jejeje.


    La visita al castillo, guiada (esta vez el guía era profesional, jejeje), nos encantó. No es lo mismo visitar unas ruinas por tu cuenta que hacerlo al lado de alguien que te explica qué era cada cosa, cómo era la vida allí. Una parte del castillo la están rehabilitando a la antigua, tal y como se hacía en época medieval (andamios de madera y cuerdas, preciosas máquinas de madera para subir las piedras a modo de grúa…). Una gozada de visita.


    Esa noche cenamos de maravilla en una terraza con vistas al castillo. Incluso la tormenta que cayó tras los postres tuvo su gracia. Después del intenso calor de ese día se agradecía el agua.


    Dormimos estupendamente en la chambre d’hôtes LACOMBE, una casa un poco particular (al entrar eso parecía un establo, pero tras subir unas empinadas escaleras nos encontramos con una casa bien montada, con todo a nuestra disposición, por 48 euros, desayuno incluido).

    ETAPA 8: PENNE-ALBI (65 Km y 872 m de desnivel acumulado)


    El día amaneció tapado pero caluroso. Incluso nos llovió un poco cuando íbamos a desayunar a casa de nuestros anfitriones. Afortunadamente no nos volvimos a mojar durante el resto de la ruta. Ya de salida nos tocó comenzar a subir, teníamos que remontar 300 metros para llegar a Vaour. Algún tramo era exigente, pero se subía bien. Ayudaba el hecho de que el día estuviera tapado, porque cuando salía el sol, ¡cómo pegaba!


    Pero no, no era un día claro y nítido. Nuestro siguiente objetivo, Cordes-sur-Ciel, apareció ante nosotros entre brumas…


    Para acceder al centro hay que subir unas cuestas, bufff, qué cuestas…


    Es un pueblo precioso, la verdad. Todo de piedra, muy medieval, con unas bonitas murallas, es normal que también esté catalogado como uno de los pueblos más bonitos de Francia. Pero para mi gusto le pasa un poco como a la Cité de Carcassonne: es víctima de su propia belleza. Eso atrae a muchísimo turismo y le resta un poco de su encanto. Pero sí, hay que reconocer que es precioso.


    Seguimos la ruta en dirección a Monestiés. En el tramo entre ambos pueblos no hicimos muchas paradas por dos razones: las carreteras eran más importantes que las de días anteriores, tenían menos encanto, y además teníamos miedo de que el anunciado cambio de tiempo nos pillara sobre la bici. No nos apetecía mojarnos. Pero eso no quiere decir que no pasáramos por lugares bien bonitos y que merecían una foto.


    Llegamos a MONESTIÉS, el otro pueblo que queríamos visitar, y también nos gustó mucho. Aprovechamos para quedarnos a comer allí.


    Cuando salimos del pueblo ya se iban formando nubarrones…


    El resto de la ruta no tuvo mucho de particular, fuimos enlazando carreteras huyendo siempre de la general que lleva a Albi.


    Cuando ya estábamos llegando a la capital nos sorprendió la silueta de un santuario y nos acercamos a echar un vistazo. Se trataba de Notre Dame de la Drèche.


    ALBI nos recibió con una imagen gris… pero daba igual. Hay ciudades que, quizá por las ganas que tienes de conocerlas, te entran desde el principio. Albi fue una de ellas. Entramos al centro por donde hay que hacerlo, por el Pont Vieux, que está considerado como el puente más antiguo de Francia. ¡Qué ilusión nos hizo!


    Lo celebramos con una copa de helado. Creo que en nuestras caras se refleja la alegría que sentíamos en ese momento.


    ETAPA 9: ALBI

    El día siguiente, domingo, habíamos decidido pasarlo en Albi. Olvidarnos por un día de las bicis y dedicarnos a conocer detenidamente la ciudad. Por la noche habíamos tenido una tormenta terrible, pero el día amaneció bastante bueno y, esta vez sí, Albi nos presentó su mejor imagen.


    Lo primero que hicimos, para evitar las aglomeraciones de después, fue visitar el Museo de Toulouse-Lautrec, que se encuentra en el PALAIS DE LA BERBIE. 


    Me interesa mucho el tema del cartelismo, por eso me hacía ilusión visitar este museo, y no me defraudó.


    Después visitamos la catedral de Saint-Cécile, única en el mundo construida íntegramente de ladrillo. Es impresionante por fuera, y por dentro es también muy bonita, muy colorida (la parte que pudimos ver, el resto estaba de obras de rehabilitación).


    El resto del día lo pasamos simplemente callejeando, descubriendo los innumerables rincones con encanto de la ciudad.




    La iglesia de Saint-Salvy me encantó.


    Venga, un par de rincones bonitos más.



    En Albi la sargantana (lagartija) se sentía como en casa…


    Terminamos el día dando un paseo a orillas del Tarn, nuevamente entre nubarrones. Estábamos muy contentos porque pensábamos que el día de visita de Albi iba a estar pasado por agua y no fue así, en absoluto.


    Nos fuimos a descansar a la chambre d’hôtes ALBI.  Fue una elección estupenda, una casa bastante bien situada (a un cuarto de hora a pie del centro), amplia, cómoda, luminosa, y en la que nos dieron toda la libertad del mundo. Y todo por 40 euros al día, sólo alojamiento. Muy recomendable.

    ETAPA 10: ALBI-ALBI (65 Km y 778 m de desnivel acumulado)


    Nos quedaba una noche más en Albi. La idea era hacer una ruta circular para poder pedalear junto al río Tarn y llegar a Ambialet, un pueblo que queríamos visitar. El día amaneció muy tapado, una lástima porque la ruta era muy bonita. Volvíamos a las carreteras tranquilas y muy paisajísticas.


    La primera parte de la ruta fue un continuo sube baja. ¡Fiiiuuuuuu, qué rápido bajábamos!


    Y cuando tocaba volver a subir, pues poliki-poliki (poco a poco). Muy bonito todo, aunque las fotos no quedaran muy lucidas por la falta de sol.


    Ya está, ya habíamos subido todo lo que teníamos que subir, ahora tocaba bajar a Ambialet (en la foto) y volver a casa tranquilamente siguiendo la orilla del río Tarn.


    AMBIALET es un pueblo curioso. Está situado en una pequeña península que hace el río Tarn, lo que le hace estar rodeado de agua. Primero visitamos el “barrio” alto (lo entrecomillo porque eran tan sólo dos casas y una iglesia), al que se accede tras una empinada subida.


    Luego pasamos por la presa de la central hidroeléctrica. Da un poco de yuyu pasar por allí porque cuando abren las compuertas la carretera desaparece. Un cartel avisa de ello: “si oyes la sirena sal de allí a toda leche” (traducción libre, jajaja).


    La central hidroeléctrica tiene un aire de lo más señorial.


    Comimos en el pueblo, donde aprendimos que un plato de embutidos del país no es lo mismo allí que aquí. Allí por ocho euros nos pusieron dos ruedas de salchichón normal, una rueda de salchichón gordo y una tajada de jamón blandengue… ¡ay, el jamón ibérico! Después de comer seguimos la ruta a orillas del rio, por la Veloroute du Vallée du Tarn. Muy bonita.

    ¡¡¡Quimet, ya sale el sol, fuera chaquetaaaaaasssss!!!


    Otra cosica es el paisaje con luz del sol…


    Eso sí, cinco minutos después de salir el sol se puso a llover, y cinco minutos después volvió a salir el sol… Decidimos olvidarnos de los chubasqueros y proteger tan sólo las bolsas de la bici.


    Aquella veloroute fue, como todas, un auténtico placer.


    Cuando ya estábamos cerca de Albi empezó a llover en serio así que nos pusimos los chubasqueros, metimos la quinta marcha y llegamos a casa sin más complicaciones. El atardecer fue precioso. Volvió a salir el sol y pudimos dar un último paseo por Albi bien bonito, así que la despedida de la ciudad episcopal nos dejó muy buen recuerdo.


    ETAPA 11: ALBI-LACROUZETTE (64 Km y 813 m de desnivel acumulado)


    ¡Volvió a amanecer un día nublado! Cachiiisssss… Salimos de Albi y pocos kilómetros después enlazamos con la vía verde “Chemin des Droits de l’Homme”, la misma que utilizamos para salir de Castres. 


    Como os comenté entonces, es una vía verde impecablemente mantenida.


    Pero lo reconozco, con ese día tan gris, tan apagado, se me hizo un poco monótona. Pero bueno, siempre encontrábamos motivos de distracción.


    Salimos de la vía verde para dirigirnos, por una tranquilísima carretera, a Lautrec. La monotonía terminó de golpe. Se notaba que llegábamos a la capital del ajo rosa, volvimos a encontrar enormes secaderos de ajos.


    Ya teníamos ante nosotros LAUTREC, con su famoso molino. Teníamos previsto entretenernos un buen rato en el pueblo.


    Lo primero que hicimos fue precisamente visitar el molino, ¡qué mono, era mucho más pequeño de lo que pensábamos! De hecho, nos explicaron que era un molino pensado para que trabajara en él una sola persona. Es uno de los pocos molinos que quedan en funcionamiento, y tuvimos la suerte de poder ver en directo cómo molían el trigo.


    Tras la visita del molino bajamos al barrio medieval. Es muy bonito, no es extraño que sea otro de los considerados pueblos más bonitos de Francia.


    Hay muchos talleres de artesanía. Por supuesto, algunos de ellos dedicados al tinte con pastel.


    Y, obviamente, también puedes comprar ajos de Lautrec.


    Comimos en un café precioso, el Café Plum, muy al estilo bohemio que tiene el pueblo. Un plato vegetariano que acompañamos con un par de albóndigas bien gordas, ¡que había que seguir pedaleando!


    Nos encantó Lautrec. Más aún cuando, de vuelta a la vía verde, pudimos contemplar esta preciosa estampa del pueblo, ahora ya con toda la luminosidad del sol.


    El sol nos dio tanta vida como a los girasoles. Pondría mil fotos de este tipo, pero no quiero aburrir.


    Enseguida abandonamos la vía verde. Si hubiéramos continuado por ella habríamos vuelto a Castres, y no era esa nuestra intención. Debíamos girar hacia el este para llegar a Lacrouzette, nuestro destino. Y lo hicimos por esta bonita carretera.


    No soy especialmente forofa de los ajos, pero chicos, me hacía ilusión todo lo que veía relacionado con ellos, jajaja. Aquí podéis ver el sofisticado lugar de trabajo de alguien dedicado a su cultivo (no se lo digáis a nadie, pero me llevé una cabeza de ajos a casa…).


    Los siguientes kilómetros fueron un continuo sube-baja. Aunque no era así yo tenía la sensación de estar bajando bastante más que subiendo…


    Pero los últimos siete kilómetros, ésos sí que fueron de constante subida, tras los cuales llegamos a LACROUZETTE, el pueblo del granito.


    No sé por qué me había hecho a la idea de que Lacrouzette era un pueblo muy turístico, quizá por el hecho de estar en el Sidobre, con sus famosos megalitos de granito. Pero la realidad fue bien diferente: parecía un pueblo fantasma. Incluso en el desierto café tuvimos que tomar un café sólo porque no les quedaba leche, el camarero nos miró con cara de “anda, unos clientes”, jajaja. Pero no digo esto en sentido negativo, me queda buen recuerdo. Obviamente no es un pueblo turístico, es un pueblo dedicado por completo al negocio del granito, que allí es omnipresente: bancos, fuentes, aceras,  señales, esculturas… ¡todo es granito!


    Nos alojamos en el hostal del pueblo,  RELAIS DU SIDOBRE (43 euros por persona la media pensió), gente muy amable y habitaciones con unos pasillos que daban un poco de miedo, jajaja. Y más vale que estaba abierto el restaurante, porque si teníamos que esperar a que nos diera de cenar el del café, jajaja.

    ETAPA 12: LACROUZETTE-MAZAMET (53 Km y 744 m de desnivel acumulado)


    Ésta era una etapa muy esperada por nosotros, estábamos en pleno Sidobre y nos moríamos de ganas de conocer los impresionantes megalitos de granito. El primero de ello, el  símbolo del Sidobre, es el PEYRO CLAVADO  y lo teníamos a apenas dos kilómetros del hostal. Para acceder a él nos metimos por un camino estrecho y…


    … ¡Allí estaba, no os podéis imaginar la ilusión que nos hizo encontrarnos con él de sopetón! Ya está, ya habíamos conseguido completar todos los objetivos de nuestra camiseta. ¿Cómo es posible que esa mole de 750 toneladas desafíe de tal manera la Ley de la Gravedad? No lo sé, pero allí sigue, siglo tras siglo.


    A partir de allí todo fueron pequeñas empresas dedicadas al granito…


    Y grandes obras de arte naturales, como la RIVIERE DES ROCHERS, donde el agua del riachuelo tiene que ir buscando sitio para pasar entre esas moles de granito.


    Otro lugar encantador, idílico, es el LAC DU MERLE, con sus nenúfares y sus piedras de granito que semejan grandes tortugas agazapadas.


    Nos entretuvimos un buen rato por allí. En pocos kilómetros había tantas cosas para ver…


    El siguiente objetivo fue la MAISON DU SIDOBRE, una especie de centro de interpretación del granito donde se puede comprobar las enormes posibilidades de este tipo de roca. En el exterior hay bonitas esculturas…


    … Y cómodas tumbonas. Hombre, he de reconocer que estaban un poco frías, pero cómodas lo eran.


    El último megalito que visitamos fue el de la ROCHE TREMBLANT, otra inmensa mole que tiene la particularidad de que si metes un palo y haces palanca logras moverla sin gran esfuerzo. Impresionante.


    Como os digo habíamos hecho pocos kilómetros, pero el Sidobre se merecía invertir un tiempo en él. Sin casi darnos cuenta había llegado la hora de comer, así que paramos en BRASSAC.


    El resto de la ruta ya no había nada más que visitar. Tan sólo nos quedaban diez largos kilómetros de subida y una bajada aún más larga (veinte kilómetros) hasta Mazamet.  La subida no tuvo muchas complicaciones, cuestión de poner un ritmo e ir sumando kilómetros.


    Y la bajada pues tampoco, bonita carretera, bonitos paisajes y cero esfuerzo. ¡Qué duro es esto del ciclismo!


    Bajo nosotros apareció por fin Mazamet, con la Montagne Noire al fondo, de nuevo la Montagne Noire, señal inequívoca de que el viaje estaba llegando a su fin…


    Está bien Mazamet. Es una ciudad sin cosas especialmente remarcables, pero agradable. Es la capital del turismo verde. Nuestra chambre d’hôtes, LA MAISON DE L’ARNETTE (50 euros la habitación con desayuno), situada junto a la iglesia de Notre-Dame (en la foto) estaba muy bien, alegre y muy cuidada.


    Tuvimos tiempo de echar un vistazo al museo del catarismo, pero nos quedamos con las ganas de visitarlo con más detenimiento (llegamos un poco tarde).


    Tras un largo paseo y una sencilla cena nos fuimos a descansar muy contentos. El viaje estaba a punto de terminar, pero todo había ido tan bien que sólo podíamos sentirnos alegres.


    ¡Bici, bizi, vici!
    Publicado hace 9 años #
  2. ETAPA 13: MAZAMET-CARCASSONNE (63 Km y 750 m de desnivel acumulado)


    La última etapa, que yo pensaba que sería una simple etapa de transición para volver a Carcassonne, resultó otra ruta preciosa. Se resumía fácilmente: una larga subida a la Montagne Noire seguida de una aún más larga bajada, y punto. La subida era de veinte kilómetros, así que nos la tomamos con calma. La constante compañía del río Arnette hacía aún más bonita la subida.


    Pasamos por la Maison du Bois et du Jouet y paramos a echarle un vistazo. Una delicia para los críos.


    Es tan tranquila la carretera que ni las cabras monteses se inmutaban a nuestro paso.


    Hay que ascender 600 metros en veinte kilómetros, eso da idea de que la subida es muy asequible, algo que se agradece especialmente cuando se va con alforjas. Disfrutamos de lo lindo de cada kilómetro.


    Y como guinda del pastel, al llegar a la cima pasamos por un camping a la orilla de un precioso lago. Ni que decir tiene que hicimos una parada para tomar un helado y un refresco. El lugar era precioso, tanto que nos planteamos que sería buena idea pasar allí unas vacaciones, combinando excursiones a pie y en bici.


    Antes de iniciar la bajada tuvimos un tramo de llano, atravesando unas praderas preciosas. Estábamos a más de 800 m de altitud, es decir, en el techo de todo el viaje.


    Y la bajada, buaaahhhhh… No había pendientes muy pronunciadas, lo que nos permitía disfrutar muchísimo del descenso. 



    Tras un montón de kilómetros rodeados de bosques volvimos a la “civilización”.


    Los árboles dieron paso a las viñas. Habíamos descendido 700 metros…


    Decidimos desviarnos por un GR que nos llevó directamente al Canal de Midi. De esta forma acabaríamos el viaje tal y como lo empezamos, por el canal. Carcassonne nos esperaba.


    Allí estaba, de nuevo él, la razón y el origen de unas vacaciones maravillosas.


    Para poner el colofón perfecto decidimos hacernos la foto finish en el Pont Vieux, con la Cité de Carcassonne al fondo.


    Han sido unas vacaciones redondas. Se nos han quedado tantas cosas grabadas en la retina, los paisajes del Lauraigais, los girasoles, los palomares, los pueblecitos amurallados, las carreteritas del Pays du Cocagne, los castillos, el agua, el azul pastel, las hortensias, Albi, el granito… tantas cosas… Un departamento precioso y variadísimo, os aseguro que merece la pena visitarlo.
    Y no quiero terminar la crónica sin contar una anécdota. En las chambre d’hôtes siempre entablas conversación con tus anfitriones. Pues bien, en muchas de ellas cuando se enteraban de nuestros orígenes reaccionaban igual, ¿un catalán y una vasca? Buffff, como diciendo, qué peligro, o qué complicado. Nos llamaba mucho la atención que consideraran complicada una relación entre un catalán y una vasca. La realidad demuestra todo lo contrario, la conexión es total, o como dirían los franceses, súper, ¿a que sí, maitia?







    Publicado hace 9 años #
  3. Tengo que admitir que Francia es un lugar muy, muy bonito. Lo que ocurre es que, a veces, está tan llena de franceses...!
    FELICIDADES por tu viaje y GRACIAS por enseñárnoslo.

    Publicado hace 9 años #
  4. Felicidades a los dos
    Como siempre una gozada la crónica y las fotos
    como sabéis buscar las mejores zonas...
    una pasada
    Repito, felicidades.

    Publicado hace 9 años #
  5. ESPATARRANT !! (me obligáis a buscar palabras nuevas ...)
    Gracias por compartir y mostrar ... otro lujo teneros por aquí ...

    Salut
    Publicado hace 9 años #
  6. ¡Qué maravilla!, como siempre dando grandes ideas de viajes.


    Enhorabuena y gracias.

    Publicado hace 9 años #
  7. Felicidades, por lo que habeís disfrutado ,por la increíble ruta realizada y por supuesto por la magnifica crónica del viaje. 

    Publicado hace 9 años #
  8. Preciosa ruta, veo que lo habéis pasado muy bien.....

    Un saludo

    Tonilupe

    sonrie, disfruta, el tiempo pasa... http://tonilupe.blogspot.com.es/
    Publicado hace 9 años #
  9. Enhorabuena pareja !!! 

    Gandulus maximus. Vires et Iniuriam acquirit eundo.
    Publicado hace 9 años #
  10. Que sana envidia!!!

    Gracias por compartir vuestro viaje.

    Publicado hace 9 años #
  11. Que bien me lo paso leyendo tus crónicas, Sargantana. Y lo mejor es que, al final, siempre concluyo en que "a ese sitio tienes que ir a verlo por tu mismo!  


    Gracies per compartir-ho!

    Leonor, tu serás SIEMPRE la princesa...
    Publicado hace 9 años #
  12. Fantastico viaje, me ha encantado saber sobre el tinte azul y el Canal du Midi. Coincido con Pau-i-amor, tengo que ver el PEYRO CLAVADO, me ha impresionado. Si todo va bien en septiembre estaré de vacaciones por el sur de Francia, gracias por compartir vuestro viaje.

    Todo se ve mejor encima de la burra.
    Publicado hace 9 años #
  13. Por fin, despues de agradecerlas mentalmente en infinidad de ocasiones, puedo reflejarlas "negro sobre blanco": GRÁCIAS!

    Fly, on your way, like an eagle. Fly as high, as the sun.
    Publicado hace 9 años #
  14. Un viaje precioso y una narracion muy entretenida, gracias por compartir.
    Un saludo.

    Publicado hace 9 años #
  15. como es posible que esa mole se aguante?


    aventuraré una idea: esta parcialmente hueca?


    fantastica ruta aventura en el pais del agua
    pero me ha encantado sobre todo esa foto de un caballero rodilla en tierra ante su dama.

    me apunto a la cola de poner rodilla en tierra ante los dos.  

    Publicado hace 9 años #
  16. Que xulada de viaje! Gracias por compartirlo!! 

    Publicado hace 9 años #
  17. ¡Caramba, cuantas respuestas, qué ilusión! Muchísimas gracias a todos, tiene mucho mérito leer semejante tocho 

    Publicado hace 9 años #
  18. Sargantana (y Kim)


    Enhorabuena por la ruta. Precisamente estuve por ahí con la familia por San Juan y me supo mal haberme dejado la bicicleta  :cry:. 

    A seguir pedaleando y mandando crónicas estupendas!

    Publicado hace 9 años #
  19. Muy chula, muy bonitos lugares, gracias y enhorabuena.

    Publicado hace 9 años #
  20. Maravilla de vacaciones, gracias por compartirla por aquí, si la agregas a la alforja de rutas tendremos otro aporte envidiable. 


    Oye!!! Y en cuanto a la relación vasca/catalán pues porque no?? Hace creer que aún hay esperanzas en las personas y no en las comunidades o países o razas...

    Joder!!! Mejor que esa que nos quieren vender en la película "ocho apellidos vascos", que en mi modesta opinión es un bodrio de peli,   :mrgreen: 


    Lo dicho gracias por aportarnos ilusión, un saludo desde el sur

    Publicado hace 9 años #
  21. Estaba leyendo este gozoso viaje,  no lo acabé  todavía, pero coincide, en estos días de guerra, con el aniversario del asesinato  Jaurés, el dia anterior a su pronunciamiento contra la primera guerra mundial. Hoy viene la historia en El País, acababa de saber de él algo por tu  precioso relato, ..... curioso. 

    Lo que sucede... conviene
    Publicado hace 9 años #
  22. Me ha encantado el viaje, tan exquisitamente relatado, sembrado de hermosas imágenes.  Gracias por compartirlo.  Cuando mis rodillas me lo permitan haré un viaje por esa zona, que ya conozco, pero en coche, aunque un tramo del canal lo hice en bici.
    Una pregunta:  Yo planeo viajar de acampada libre, vivac o la tienda, si el clima está muy malo.  ¿Como ven la zona para armar la tienda por las noches y levantar a primera hora?

    Un hermoso relato el vuestro y un viaje envidiable
    saludos

    Publicado hace 9 años #
  23. Que envidia de ruta! Nuevas ideas para futuros viajes...
    Carcassone lo tenía en mi lista, pero veo que tengo que ampliar bastantes pueblos más de la zona!


    Muchas gracias por compartir! 

    Publicado hace 9 años #
  24. Qué bonito leer los viajes que te llevan al sitio del que hablan!  Y que te obligan a ponerlo en la lista de futuribles.  Mil gracias, Sargantana.  

    La rutina perjudica seriamente la percepción
    Publicado hace 9 años #
  25. Y precisamente hoy, releyendo al ciclista de Tim Krabbé me encuentro con esta frase, 'dicen que los cañones del Tarn son las más bonitos de Francia'... El Tarn el Tarn donde he oído yo ese nombre... toma !

    http://www.gorgesdutarn.com/es/

    El mundo de las referencias ciclistas también es un pañuelo !

    Publicado hace 9 años #
  26. ¡Muchas gracias a todos! 

    Publicado hace 9 años #
  27. Hola


    Y donde andaba que no había visto esta crónica?????

    Muy bonita, os lo habeis currado con las rutas, los paisajes y las explicaciones. Habeis visto un montón en esos días, además de pedalear. Me alegro os haya salido bien.

    Abrazos

    Publicado hace 9 años #
  28. Pues aquí otro rezagado que ha disfrutado como si hubiese estado allí. Este año además no voy a poder hacer mi escapadilla de verano así que viajo (y aprendo) gracias a vuestros relatos.

    Sobre lo de las relaciones presuntamente complicadas yo creo que todo está en las manos de quienes las protagonizan, con independencia de su origen, credo, etc. ¡Felicidades a los dos!

    Salud y coronas,
    Javi.
    Publicado hace 9 años #
  29. Muchas gracias de nuevo a todos. Este verano apenas he pasado por casa y mis conexiones de internet han sido muy malas, así que no os he podido agradecer a todos como debiera el que hayáis leído este tocho de crónica y hayáis puesto vuestros comentarios. Como siempre digo, así da gusto escribir crónicas (el problema es que cada vez me salen más largas, madre mía...). Ya en Pamplona, con un tiempo nublado y fresco, tengo la impresión de que el verano para mí se ha acabado... qué lejos quedan esos campos de girasoles y esos paisajes tan bonitos... ¡¡¡quiero volver!!! 


    En fin, que me quiten lo bailao. Aprovecho para desearos, a todos los que aún tenéis las vacaciones por delante, que os lo paséis de lujo y luego vengáis por aquí a darnos un poco de envidia 

    Publicado hace 9 años #
  30. Me he pasado por aquí sólo para buscar si este año había crónica y voila! estoy de suerte  :D 


    No he podido ver las fotos por lo que estoy deseando llegar a casa para verlas

    El relato precioso como siempre. Muchas gracias por compartirlo!

    Publicado hace 9 años #