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La Transpirenaica "a pelo" (crónica)

&tarr; PUBLICIDAD (lo que paga la factura)

  1. Guay Ciclon.
    ¿Que tamaño tiene el tarp?
    Yo sinceramente prefiero leerlo poco a poco, pero eso como tú veas que ya haces bastante

    Publicado hace 9 años #
  2. 2x3, pero me ha quedado un poco pequeño  como verás a continuación.




    ETAPA 5

    De pasados unos kms. de Llavorsí a cerca de Sas – 90,7 kms.


    Me despierto antes de clarear, cuando el cielo comienza a dejar de ser totalmente oscuro y las estrellas comienzan a esconderse. Se está muy bien en el saco, sin haber llovido, sin condensación y con cierto frío, que contrasta con el calor de anoche, la única vez que dormí desnudo, sin el saco-sábana y al principio con la cabeza y brazos fuera … finalmente y con cierto calor metí todo y cerré el saco por posibles mosquitos (que en principio no había) u otros bichejos pinchadores.

    Me levanto, miro hacia todos los sitios y encuentro lo que quiero (nada). Voy al río y me aseo, lavo la ropa y, como no llevo ni detergente ni gel ni nada (tan sólo desodorante), me lío a golpes contra una piedra para comprobar eso de apalear la colada. No sé si por mi primeriza y mediocre actuación o porque el barro y algo de grasa y fruta han de quitarse en su debido tiempo, pero la cuestión es que poca mejoría logré. Sólo conseguí algo frotanto – y eso que decían en la tele que el frotar se va a acabar – . El barro de la espalda tampoco salía, y a partir de ese día cada vez que entraba en cualquier sitio me daba reparo (en alguna ocasión me peinaba y me ponía el polar encima … tímido que es uno).

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    Aunque no lo parezca, son dos fotos.

    Saco unas fotos y me lanzo con alegría a la gran subida a La Portella. Al principio voy con el polar y en cuanto me acaloro más de la cuenta y justo antes de sudar me coloco la camiseta mojada … ella me refrescaría y yo la secaría.

    Esta camiseta era la única que llevaba (como ya expuse, por peso, por no tener que llevar crema solar y en general por simplicidad). Es una vieja camiseta de correr de manga corta a la que le añadí unas mangas recortadas de otra de tirantes más deteriorada aún … yo facilité los cortes y Marta la costura. Quedó bien: abriga algo, no da calor, es ligera y me protege bastante del sol. Aún no han salido los manchurrones (como se dice por aquí) y preveo una lavada con lejía, pues aunque está un poco deteriorada la quiero conservar, seguramente para otra ruta.

    Como decía (a veces me voy del tema, jeje), alegría subiendo por carretera a La Portella, paso Arestui, que me gustó mucho. La carretera es suave y voy tranquilo y avanzando bastante bien, aunque el día se ha nublado y existe peligro de lluvia. Marcho con la confianza de llevar pilas y poseer un generoso poncho.

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    Se acaba la carretera y, al transitar por una zona dura de la pista y coincidiendo con un pasajero bajón de fuerzas, escucho un ruido repentino que me asusta porque pensé que tenía un animal detrás. No lo era, sino que me estaba alcanzando Ceci (Cecilio), un chico de Vitoria que hacía la Transpirenaica completa con un compañero que tuvo que abandonar por enfermedad. Me acompañaría un buen tramo del día de hoy.

    Empezamos a hablar, y a pesar de la dureza mi respiración no se entrecortaba por lo que seguramente la pendiente bajó. Es muy agradable y hablamos de todo (me sorprendí hablando hasta de la burbuja inmobiliaria allí arriba) y de rutas. Me habló de la Transcantabrica, que ya había ojeado pero que ahora estoy planteando como posible futura ruta, porque es más corta que la Transpi – y más dura, según me comentó -.

    Comienza a llover de forma discontinua (qué justa me ha venido la compra del poncho que, por cierto, me cubre hasta más abajo de las rodillas). Comenzamos un vaivén de subidas y bajadas por encima los 2000 metros sin poder ver nada y yo no paraba de quejarme de mi mala suerte con el tiempo … ya me planteaba si quizá no viera nada hasta el final.

    Con la lluvia comenzamos a ver ríos de colores sobre la pista, muy visibles y por todas partes … y yo que pensaba que estábamos en la montaña … parece que unos todoterrenos circulando esporádicamente también generan esta basura.

    Comemos algo en la cima y, en el llaneo, al pasar por unos charcos grandes, piso algo, se me descontrola un poco la bici y me hago daño en la cintura. No sé si el dolor que aún tengo en el pecho (un desgarre muscular o algo así) proviene de esta sacudida que recibí o de la caída del primer día cuando puse las manos al caer, o quizá de ambas.

    Tras poner y quitar poncho en varias ocasiones, comienza la lluvia de verdad. La bajada será dura durante casi todo el descenso: mucha lluvia continua, niebla, piedras, agua cruzando la pista, no veo bien por las gafas y, para colmo, las zapatas de los frenos están casi gastadas a mitad del descenso (las manetas casi me tocaban el puño y tuve que regularlas). A esto que el compañero se adelantó porque yo iba a ir con mucha precaución.

    No sé si a las vacas no les importa la lluvia o es que tienen una alta dosis de resignación pero allí nos encontramos a los rumiantes, cruzados en la pista todo el rebaño en diagonal y dispuestas en la misma dirección tan tranquilas, como si estuvieran viendo una peli. Ceci se decidió y comenzamos a movilizar aquel tapón cárnico hasta poder pasar junto a sus culos (mejor que junto a sus cuernos).

    Llegamos a la carretera, junto a Espui, donde pensaba avituallarme, pero al parecer allí no había nada, conforme a la información que llevaba Ceci, quien, por cierto, llevaba los mapas y rutómetros de la guía de Laparra, que encontró tras moverse un poco (yo no lo conseguí). La información que llevaba en su portamapas es la que utilizamos, y me vino muy bien, ya que era bastante fiable y rápido. Por contra, con la lluvia, yo hubiera tenido que ir sacando el gps de debajo del poncho cada cierto tiempo, con la incomodidad y cierto peligro de mojar el aparato, no obstante su relativa estanqueidad.

    Como no tenía comida, me acompaña hasta el desvío del camping de Torre Capdella, para comprar o comer algo y, como él se quedaba en el albergue, aquí nos despedimos, con un no terminar de desearnos lo mejor que revelaba esa simpatía mutua (o al menos me lo pareció). Ha sido una compañía muy agradable y ciertamente me ha ayudado mucho ir con él en el “diluvio”.

    Entro en el camping, en el que sólo hay bar, por lo que me pido un bocata de atún y un café sólo. Tenía frío metido en el cuerpo y, sin decir nada a la señora, me cierra la puerta y me indica el lugar más calentito … debía de llevar una carita de frío de las buenas (me dijo Cecilio que estuvimos entre los 9 y 11 grados y la bajada la hice sólo con camiseta y poncho, ya que no quería mojar el polar).

    Entre el frío, el cansancio y la presión por continuar para no perder tiempo, no caí en la gran oportunidad que tuve para cargar el móvil mientra devoraba aquél tostadón de atún (creo que era bonito). En los días siguientes me arrepentiría mucho porque anduve con muchas limitaciones por la batería baja.

    Asoma un poco el sol y aún hace frío, termino de comer y salgo hacia la siguiente subida. Paro en un mirador y veo la montaña de la que habíamos bajado ya a lo lejos y me parecía increíble lo que se puede avanzar con una bicicleta. Como le comentaba a Ceci, sabía que no llegaría a Pont de Suert, mi objetivo de hoy, por lo que no cejo en el cometido y continúo sin descansar (de no ser por lo que contaré más tarde, casi hubiera llegado a Pont de Suert, o sin casi). Dejo buen firme e inicio sendero de subida que en estos momentos es un arroyo de piedras grandes por el que discurría mucha agua de la reciente lluvia. Amenaza más lluvia y el esfuerzo de empujar es grande porque el sendero se transforma en una torrentera muy pendiente y prolongada hasta el collado. Al bajar me encuentro el mismo tipo de sendero, por lo que otra bajada con pie a tierra (barro), que era lo que menos deseaba en ese momento.

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    Abajo, junto a una casa se dispone a cruzar la pista una señora con un plato de comida en la mano (yo diría que unos macarrones con tomate) y, mirando ella hacia otro sitio, la saludo y la buena señora se lleva un susto de los grandes (no llegó a caer el plato al suelo), y me disculpé varias veces mientras ella no paraba de reirse.

    Por carretera llego a Sentis, llueve a lo bestia y ante la duda del recorrido a seguir, compruebo en el gps que por donde rodaba no había pasado antes. Iba tranquilo porque junto al track no se veía el camino que yo estaba grabando, por lo que se supone que no había pasado por allí. Llovía a mares y no comprobé mas (no quería mojar mucho el gps) y empecé a bajar. El agua era tanta que casi no se veía, pero no podía detenerme porque no encontraba refugio. Necesitaba parar, porque la carretera seguía bajando y el perfil que tenía en el manillar me decía que hiciera lo contrario, y sin embargo continúo un poco más para encontrar refugio y comprobar, pero nada, no había nada, y como de todas formas me estaba mojando ¿para qué parar? Al problema de la lluvia y la poca claridad se sumaba que los frenos ya no iban nada (estaban gastados de la anterior bajada con lluvia y barro, y además estaba lloviendo muy fuerte) y me vi obligado a ir frenando con el tacón de la zapatilla en el suelo, y así continué un rato – a veces con peligro de salirme de la carretera – hasta que por fin llego a una casa con techado y no lo dudo. Sitúo la bici, me doy media vuelta dispuesto a descansar, me sacudo y de repente no podía creerlo … estaba en la casa de la señora de los macarrones … había retrocedido unos 250 metros de desnivel que ya había subido.

    Para no cabrearme por el drama, cojo la bici y sin pensarlo vuelvo a subir esos metros de desnivel que tanto costaron y que ahora me retrasarían mucho. Sólo pensaba en cómo podía haber sido tan tonto y en encontrar el camino correcto. Todavía aún no estoy seguro, pero quizá ocurrió lo siguiente: el gps graba el track cuando se le dice, pero si el recorrido es bastante largo (no sé cuántos puntos), lo que hace es guardar parcialmente el camino; y al hacer esto, quizá no se vea ya en la pantalla el camino guardado parcialmente.

    Finalmente y tras encontrar el camino correcto, paso a pista ya sin lluvia, pero aún tenía otra cosa en la cabeza: no llevaba apenas comida ni agua. Una de las botellas de agua perdía y la tiré, y la otra iba casi vacía.

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    Apuro la marcha y no encuentro destino apto ni discreto para acampar. Llego a un collado pero hay muchos caballos y haría un viento de mucho cuidado que con lluvia sería horrible. Comienzo a bajar-llanear y nada, sólo la pista y pendientes a los lados. Ya a oscuras cojo agua y le meto una pastilla; sigo bajando y desesperado paro junto a la pista. Desistí de buscar algo mejor, ya que además de ser de noche se escuchaban cada vez más fuerte sonidos de tormenta. Subí la bici al sitio en cuestión y busqué la mejor forma de poner el tarp. Termino de montar a las 10:40 de la noche, disponiendo tres lados en suelo en prevención de tormenta y amarro la zona abierta (cerrada con el poncho) a la bici, pues no pude amarrarla a árboles ni plantas. Tardo mucho en toda la operación y estuve asistido del móvil para ver algo, con lo que gasté mucha batería.

    Bueno, lo había conseguido y empecé a dormir, pero llegó la gran tormenta del viaje. Había estado lloviendo después de meterme y todo iba bien, aunque con temor de la inclinación del terreno. Y todo fue bien hasta la una de la madrugada, en que empezó a llover de verdad durante un par de horas. Ya en ese momento estaba justito de frío; estaba a 1500 metros, con mucha humedad y ya sabía que iba a pasar algo de frío, pero lo que no sabía aún eran las dos horas de lluvia tan fuerte que iba a recibir. No tardó ni media hora en entrar agua por debajo debido a la inclinación del terreno. Intenté por todos los medios disponer el plástico de suelo de forma que no siguiera entrando agua, pero fue misión imposible, seguía entrando y había mojado la parte baja del saco, la zona de las piernas. Ahora intentaba que no ocurriera lo mismo por la parte del torso y en principio la cosa no salió mal, pero podía ser cuestión de tiempo. Termina de caer fuerte y de sonar truenos, pero no para de llover en toda la noche. Estoy en una posición desde hace mucho tiempo (diría que horas) y necesito moverme porque me duele todo de la postura, pero no lo he hecho hasta ese momento por temor a mojar más el saco. Finalmente me rindo, cambio de costado y efectivamente mojo el saco por otros sitios debido al suelo mojado y a la condensación del tarp. De cintura para abajo estoy empapado y aún conservo muchos trozos de la parte de arriba más o menos secas. Me levanté el polar hasta la cintura para que no se mojase, sintiendo más frío en esa zona, pero resguardando seco el polar (bueno, húmedo pero con capacidad de calentar).

    En resumen, toda la noche lloviendo, sin dormir nada, pasando mucho frío. Me intento mover lo más posible dentro para calentarme (sin cambiar de postura), ya que no podía salir por la lluvia … aguanto varias horas con mucho frío (sin llegar a temblar espontáneamente), deseando la claridad que finalmente llega sin lluvia. Antes de la claridad ya estaba fuera moviéndome y recogiendo todo por si llovía.

    Ni que decir tiene que esta fue la peor noche.

    Publicado hace 9 años #
  3. joooooooooooodeeeeeeeeeeeeer como no va ha ser la peor noche....si solo de leerlo estoy tiritando de frio y me duele todo el cuerpo......

    Fijate si me encantó a mi tambien Arestuí que hice un cuadro de una foto que le saque en mi transpi........
    Sigue con el relato que nos tienes enganchados...........

    Publicado hace 9 años #
  4. Manolo muy interesante, sigue por favor.

    Publicado hace 9 años #
  5. qué pasada!!!...enhorabuena por tu viaje!

    Quién sabe pasear, está a gusto en todas partes.
    Publicado hace 9 años #
  6. Gracias.


    ETAPA 6

    De cerca de Sas a cerca de Campo – 88,2 kms.


    Me encuentro mojado y con frío. Muy temprano y con alivio (me movía al fin) desmonto todo con la rapidez que me facilitaba la simplicidad del equipaje. Bajo con frío (o quizás es que yo ya lo llevaba dentro), para más tarde subir y mejorar térmicamente mi cuerpo.

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    Bajo de nuevo por pista mala, pero la temperatura es aceptable y llego a Pont de Suert.

    Nada más allí veo una tienda de deportes, pero decido no preguntar por el pedal. Compro comida, saco dinero, cojo agua y me organizo en una plaza de estilo moderno. Ya que comí poco en la pasada noche y en el desayuno (me quedé casi sin alimentos), lo primero fue tomarme de sopetón mi manojo de cinco bananas, y más tarde, mientras preparaba todo, iría comiendo más lentamente un paquete entero de galletas Napolitanas hasta llenar el depósito. Saco todo lo mojado y lo extiendo para que el sol (bendito sea) comenzase a secar. Con todo desplegado y con mi camiseta bastante manchada (que no sucia), me sentía muy observado allí en la plaza, también por la policía (no sé si eran mossos o guardia urbana) y me sentía vagabundo (no en el sentido de holgazán) y distinto a todos, como en otro mundo, pero estaba tan a gusto con ese sol tan radiante que pocas cosas podían romper el momento. Ahora caigo en la cuenta de que la botella que se me rompió no la tiré en la jornada anterior, sino que descubrí la rotura en esta plaza, donde me deshice de ella. Entre la basura del día anterior que portaba, la botella y los restos de la abundante comida que engullí, llené la papelera hasta los bordes.

    Para salir, dispongo el saco sobre el manillar junto con el saco-sábana, mientras que los dos pares de calcetines, los guantes y el polar irían amarrados en el petate trasero a los mismos efectos de secarse. Las zapatillas siguen mojadas y mis pies, sin calcetines, andan algo arrugaditos y con ciertas molestias de piedrecillas.

    Antes de salir observo algunos ruteros con bici y alforjas, que serían los últimos que vería en toda la Transpirenaica; cruzo el río y comienzo una subida muy empinada con tramos duros y con piedra, al igual que en la bajada. Al final del descenso el camino se suaviza y me encuentro con un 4×4 cuyo piloto (acompañado de una señora) al cruzarse conmigo se para tranquilamente, me saluda con igual serenidad, me pregunta si iba hacia Seira y al decirle que sí, asiente simplemente con la cabeza satisfecho, como diciendo “bien, hombre, está muy bien”, y sin decir nada más, sonriendo y mirándonos fíjamente a los ojos, nos despedimos con la misma “pereza”. Pasé una mañana bastante alegre con aquel simple encuentro de escasas palabras y me hizo muy feliz ese día.

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    Hace calor, tengo las zapatillas secas y a lo largo del día el equipaje queda igualmente seco y lo empaqueto sin impermeabilizar para que siga transpirando y eliminar la posible humedad. También aprovecho este buen día para ir mojando la camiseta para refrescarme – en realidad a veces mojaba la camiseta y la malla, la estrujaba y escurría, me frotaba, me la ponía y la volvía a enjuagar para ponérmela, refrescando y limpiando el cuerpo a la par sin necesidad de estar pasando frío todos los días remojándome en un arroyo -.

    En un tramo de carretera comienzo a notar un ruido continuo, que seguramente venía de antes y no oía por rodar por caminos sin asfalto. Atiendo algo más y compruebo que viene de la rueda delantera, concretamente del eje. Me mosqueo un poco porque seguramente son lo cojinetes, y prefiero pensar que es simplemente falta de grasa (bastante lógico después de la “manta” de agua que le cayó anoche) y no algo más grave como que algunos cojinetes estaban rotos. De cualquier forma me preocupaba porque no tenía llaves para poder acceder al interior del buje. Con el rodar, el ruido aumenta al mismo tiempo que mi mosqueo y decido que tengo que intentar abrir el buje, o si no puedo, probar a meterle aceite o grasa de alguna forma.

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    Llego a Campo con la rueda sonando como un arpa y atrancándose un poco al dejarla rodar en el aire libremente. Compro sardinas, fruta y pan de molde. Cojo agua y busco sitio cerca del río, junto a un área de recreo o similar. Hay un bosquecillo y detrás hay una zona oculta con árboles y muchos juncos. Compruebo el motivo de que hubiera juncos y veo que hay un desagüe pluvial bajo la carretera. Me retiro un poco del cauce y me dispongo a montar el tarp (a dos aguas) encima de unos juncos, tranquilo por el cielo despejado, la buena temperatura, la baja altitud, la ausencia de viento y el escaso calibre del desagüe. Tengo tiempo, me relajo, como, llamo por teléfono y al llegar el momento oportuno comienzo a montar todo sobre el colchón de juncos. El emplazamiento era bueno y, aunque un perro comenzó a ladrar, al meterme en casa se acaba el festival y sólo ladraría un poco más en la mañana temprano sin que eso me preocupase.

    Ha resultado un sueño muy reparador sobre un colchón blandito, “estoy nuevo” y mis bioritmos parecen recuperarse después de pasar la noche anterior en vela. Aquella mala noche anterior no ha menoscabado mi rendimento, y me asombra porque ya son varias veces las que he dormido mal y nunca afecta el rendimiento físico … me da que pensar.

    Las heridas están prácticamente curadas y me despreocupo por el momento.

    La jornada siguiente sería un día clave en la mecánica, y aunque no consiguiera reparar o apañar la rueda todavía tendría la oportunidad de llegar hasta Escalona, donde probablemente podría solucionarlo, a costa de “cargarme” la autosuficiencia. Estos eran mis pensamientos al acostarme y en principio la lata de sardinas era mi esperanza para no verme obligado a optar por un taller o tienda en el pueblo.

    Publicado hace 9 años #
  7. ETAPA 7

    De Campo a pasado Nerín – 63,5 kms.

    Sería un amanecer frío, pero a las siete y cuarto de la mañana estaba con la bicicleta montada. No desayuno, salgo hacia la carretera cuando compruebo que la rueda trasera está pinchada. Era una lata tenerme que quitar los guantes y reparar el pinchazo en frío y recién levantado, en vez de empezar a pedalear llaneando y subiendo para entrar en calor. Quito la cámara, compruebo con la mano el interior de la cubierta y saco un pincho de mil pares de narices.

    Ya en la subida y antes de tomar pista el estómago me dice hola, por lo que me detengo, descanso, desayuno pan con sardinas y engraso cadena y pedales con el aceite de oliva del pescado. En cuanto a la rueda, la saco de la horquilla, le quito el cierre y los guardapolvos y compruebo que el lado izquierdo tiene grasa fuera (entre en buje y el guardapolvos), por lo que deduzco que esa era la zona que hacía ruido porque el agua de la tormenta habría entrado y la grasa se habría salido al rodar. Como quiera que el aceite no es lo más adecuado para engrasar los cojinetes y no tengo llaves para abrir el buje, sitúo la rueda paralela al suelo y con un palito intento ajustar el aceite justo en la ranura que hay entre la tuerca y el buje mientras giro lentamente el eje para facilitar la penetración (si es que iba a penetrar, cosa que desconocía), seco el exceso, pongo el guardapolvos, monto la rueda y sin probarla sigo adelante ... alea jacta est.

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    En el taller.


    Termino la subida del puerto, con bajada muy dura, y subo a La Collada donde, tras culminar y saludar a unos bikers que tomaban algo en una tranquila charla, decido parar en el primer tramo empinado y cambiar la zapata trasera, que estaba maltrecha y ya no frenaba absolutamente nada; tampoco quería matarme en la bajada ni perder tiempo por ir despacio. Pasan a mi lado estos ciclistas, me ofrecen ayuda uno por uno y les doy las gracias.

    2014-08-24 11-17-28 - IMG10283_461x614 2014-08-24 11-32-58 - IMG10285_614x461 2014-08-24 11-33-02 - IMG10286_614x461 2014-08-24 11-33-12 - IMG10287_614x461 2014-08-24 11-33-24 - IMG10288_614x461 2014-08-24 11-55-22 - IMG10290_614x461 2014-08-24 12-06-26 - IMG10292_614x461 2014-08-24 12-59-26 - IMG10294_614x461

    Desciendo y paso por asfalto un tramo muy peligroso entre dos pueblos. La carretera era estrecha, no disponía de arcén, con curvas, los quitamiedos consistían en esos bloques de hormigón que se utilizan para las medianas y allí estaban esos barrancos que acongojaban ... para mayor desgracia, los coches pasaban velozmente y sin dejar espacio conmigo... vaya, todos los componentes necesarios para ir cagadito. Con plato mediano (el grande mío) y piñón pequeño me esfuerzo por terminar rápido pero me cuesta bastante por el cansancio acumulado. No es lo mismo hacer muchos kilómetros lento que hacer lo mismo para, al final del día, pegar un acelerón de más de media hora.

    El pedal había dejado de sonar desde que lo engrasé, y ahora en la carretera compruebo que la rueda ha “pillado” el aceite y no hace ya ningún ruido. ¡Bravo! Todo funciona de nuevo y al parecer no hay cojinetes rotos ... no sé hasta cuando durará el apaño, porque si llovía era seguro que entraba agua y con más facilidad, pues el aceite marginaría la grasa (si es que quedaba). Todo esto me dio mucha seguridad.

    Llego a Escalona, pregunto por una fuente y una chica me indica un sitio estupendo, con bancos y mesas, varios grifos y la sola compañía de unos chavales. Como algo, cargo agua y lavo la camiseta, que por mucho que lo intento sigue con las mismas manchas por todas partes.

    Tras Escalona y ya subiendo me cruzo con un coche y justo al rebasarme alguien acerca la cara a la ventanilla y dice Manoooooolo. Mi sorpresa fue enorme, rápidamente me pregunté quién era, pero siguieron y entonces comprendí que era una de esas bromas con un nombre bastante común por si se acertaba o simplemente por hacer la gracia. Pero de cualquier forma, me dejó pensativo; no todos los días te llaman por tu nombre en el pirineo a mil kilómetros de casa.

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    Paso por un desfiladero precioso y llego a Cañón de Añisclo. Circulo por una carreterilla estrecha y de un sólo sentido, en la que se disfruta bastante del paisaje estrecho, pudiendo ir desentendido del tráfico pues los coches transitaban de forma muy esporádica. La carretera sube poco a poco y el disfrute es grande hasta que tras unos diez kilómetros comienza una subida en eses hacia Nerín.

    En el pueblo me dirigí al albergue para ver si me hacían un bocadillo, pues estaba muerto de hambre, pero no hay suerte. Me indica una señora que tienen poco pan, que el pan lo traen de no sé donde, que en el pueblo de al lado puede que tengan, que tampoco me pueden poner un plato de comida ni venderme nada, que los turnos de comida son más tarde .... en fin, que con mucho cabreo me voy a la fuente, cojo agua y sigo subiendo la Sierra de Cutas con algo de calor y mucha hambre. La pista está muy bien aunque se empina bastante, por lo que me doy algún descanso y meto el piñón más grande.

    Como no hace mucho estaba prohibido pasar con bici y sabía que hay barreras de control de los vehículos que pasan, decido parar a las seis de la tarde, ya que al estar prohibido el dormir en mitad del parque, no quería ir subiendo muy tarde y que un guarda me mandara hacia abajo y perder todo lo que había subido. No había sitios buenos, pero el tiempo pinta bien y en un discreto hueco me siento, despliego el tarp, el chubasquero y el plástico de suelo (todo lo mojado que llevaba en el petate) para que entre el sol y el suave viento se secase, como ocurrió.

    Tengo tiempo para todo, muy relajado, disfrutando del paisaje que tenía frente a mí y de la tranquilidad y silencio del momento. Tomo un pequeño bocado para dejar algo de comida para el desayuno y me echo en el suelo cubriéndome con el tarp. Bajaban autobuses , y pensé que quizá llevan la gente hasta cierta altura para dejarlos y que fuesen andando a Góriz o a los miradores y luego hacían un servicio de recogida por la tarde. Una vez tendido no hacía frío a pesar de la altura y de un poco de viento. No obstante el tiempo del que disponía, el sitio no era muy bueno y hay muchos pinchos, pero duermo muy bien, con estrellas por todos los sitios.

    Etapa más corta de la ruta que me sirve para reponer fuerzas, aunque sin apenas comida.

    Publicado hace 9 años #
  8. Jodo petaca !!!
    Que merito tienes amigo, hay muchas peliculas con menos suspense que tu viaje, Terminara?, se casara con la protagonista? le dara matarile al malo??.
    ENHORABUENA solo por plantearte un viaje asi y con las "reglas" que tu mismo te impones, y ya no te digo nada por llevarlo a cabo, eres un maquina.
    Gracias.

    A pedal Tronchaooo....
    Publicado hace 9 años #
  9. Bueno, bueno, de máquina nada ... una tortuguita que no para, eso sí.


    ETAPA 8

    De pasado Nerín a pasado Larrés – 106 kms.


    Como siempre, me despierto antes de clarear, cuando las estrellas se atenúan. Todo está seco, incluso el suelo y el tarp, y tardo muy poco en empaquetar (es un gustazo ir ligero y llevar poco). Tomo la escasa comida que quedaba y me dirijo al camino para iniciar uno de los días que más deseaba. No creo que exista mejor pista que ésta por la que rodaba; es lisa de verdad, sin baches, sin piedras, muy ancha y además la pendiente se volvía llevadera. Me cruzo con un autobús que ha debido subir de noche y no me he dado cuenta, porque ahora va vacío y yo ya llevaba un rato pedaleando. Al poco veo unas formaciones montañosas que reconozco al instante por haber pasado en dos ocasiones hace años por ahí. Me emociono un poco. La pista gira en dirección norte, cambiando de ladera y se me abre una pradera preciosa ocupada – cómo no – por vacas.

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    Veo el sendero que se dirige al refugio de Góriz y se me viene a la cabeza el deseo frustrado en este viaje de haber ascendido nuevamente a pie a Monte Perdido. Pero lo tenía asumido y, por otro lado, el camino era todo pradera y no se me ocurre qué hubiera hecho con la bici, ya que no había sitio donde esconderla, como no fuera hacer un encargo al señor que cuidare de las vacas (si es que lo había).

    Tras unas cuestas se impone una recta en falso llano que llegará hasta el puerto, donde hay un par de 4×4 y distingo que uno de ellos es del parque. Allí estaba uno de los guardas mirando unas plantas y controlando los vehículos que subían, me imagino que para que ninguno pasase de ahí (excepto las bicis, jeje).

    Visto lo que tardé y que la pista era buenísima hasta arriba, me doy cuenta de que el día anterior podía haber seguido y hubiera podido subir y bajar la sierra de Cutas, por lo que no me hubieran hecho dar media vuelta por pensar que iba a pernoctar en el parque. Pero claro, “a toro pasado” es fácil de saber, por lo que me reafirmé en mi precavida decisión del día anteior de no subir. Lo bueno era que las piernas las notaba muy frescas, por el descanso extra y también por la pista fácil.

    Al poco de comenzar a bajar ya veo un trozo de montaña con la formación típica del valle de Ordesa, y me encuentro ansioso por llegar a los miradores. Así ocurre y en poco me veo allí sólo, suspendido, y mirando la parte alta del valle, la cascada y la zona superior por donde los senderistas marchan hacia el refugio. Miro hacia abajo y se ve todo el recorrido que discurre paralelo al río, la parada del autobús de trae a la gente de Torla para hacer el recorrido familiar a Cola de Caballo o incluso a los que comienzan su ruta, corta o larga, por el pirineo aragonés.

    2014-08-25 09-05-48 - IMG10302_614x461 2014-08-25 09-05-54 - IMG10303_614x461 2014-08-25 09-05-58 - IMG10304_614x461 2014-08-25 09-06-16 - IMG10305_614x461 2014-08-25 09-07-38 - IMG10306_614x461

    Paro en el segundo mirador y tras despedirme del valle comienzo la bajada hasta Torla, que resultó cansada para los brazos y extenuante para mis manos y muñecas … en algún momento maldije a mi horquilla – la pobre no tenía la culpa, sino quien tomó la decisión de ponerla -.

    2014-08-25 09-31-26 - IMG10307_614x461 2014-08-25 09-36-54 - IMG10308_614x461 2014-08-25 09-50-04 - IMG10309_614x461

    Llego a Torla, saco unas fotos, me meto en la oficina de Turismo para preguntar dónde me deshago de las pilas, y ahí me dejan mirar el correo electrónico (quería mirarlo por motivos de trabajo) y el tiempo. Esta vez no se me olvidaría recargar algo el móvil – lo estríctamente necesario – , porque ya era urgente. Así que paro en un bar y doy cuenta de un buen café y un gran bocadillo que me supieron a gloria. Hago un poco de tiempo, voy al servicio y me “agencio” algo de papel, veo algo de noticias y apenas después de media hora de entrar ya me encontraba recorriendo un par de calles y sitios que recordaba de anteriores viajes por el pirineo, no sin antes comprar comida y una botella de agua de litro y medio para sustituir la que se rompió, ya que llevaba uno o dos días con una sola botella y estaba ya “curradita”.

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    Llego a Fiscal y comienzo la subida a Oturia, con calor, compensado por el paisaje . Antes de llegar a Sasa sufro un llaneo con mucho barro y piedras que me hace no avanzar a pesar de ser llano. Los charcos son lagos y los surcos de ruedas son tierras movedizas. Se hace largo y no paro de pensar en lo mucho que me retrasa .. por fin acaba el llaneo y empieza una subida bonita con sombra, con mucha piedra, sí, pero al menos estoy ya subiendo … o eso creía, porque me encuentro más llaneo con barro y surcos de ruedas de coches. Llevo muchísimo tiempo alrededor de los 1400 metros y no consigo subir, no lo entiendo.

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    En esta subida, la bicicleta comienza a hacer otro ruido, que ahora viene del pedal derecho. Cada vez que sube el pedal suena un crujidito. Al principio pensaba que la gran tormenta de hace varias jornadas había eliminado también la grasa del pedal derecho, pero observando empecé a creer que ante la continuidad y el tipo de sonido, bien podía provenir de otra pieza como la biela o el eje de pedalier. La verdad es que con el mosqueo del llaneo no le presté más atención en ese momento (quizá inconscientemente no quería que me afectase).

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    Sigo subiendo y me encuentro arriba en un collado precioso. Un poco más de cuesta y termino en otro llaneo-bajada que atravesaba una zona de vacas difícil de transitar con bici, debido a huellas secas de vacas, surcos profundos y piedras. Se me sigue haciendo pesado y comienzo a odiar el llaneo. Al fin comienzo a bajar por un sendero malillo, pero es bajada y eso es lo que importa … no hacía más que mirar los perfiles y para mí que alguien me había engañado …. de dónde han salido estas transiciones tan molestas.

    La bajada hacia Senegüe es de mucha piedra y barro al principio, pero muy divertida la mayor parte, transitando entre bosques que oscurecían un terreno de firme pardo-negro barroso, que provocaba que contuviera un poco la velocidad por seguridad.

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    El ruido que provenía del pedal se ha hecho más fuerte y parece más de biela o eje, ya que en un par de ocasiones me ha hecho un clanc muy fuerte … ya empezamos con los miedos, que posteriormente se desvanecerían cuando echo un poco de aceite en los rodamientos de pedal y “se calla”.

    Llegando a Senegüe, cruzo un puente colgante de varios tramos y con dos cables de acero como únicas barandillas. Este puente cruzaba un río más o menos caudaloso y con una corriente muy elevada. Paso por el puente, paro dispuesto a tomar una foto y me quedo boquiabierto cuando veo que, tras de mí, pasa un padre con su hijo de unos dos años en una sillita y otro de unos 5 ó 6 en bicicleta independiente. El padre iba detrás diciéndole al hijo venga, pedalea, todo recto, mira hacia delante, más de prisa … pasé mucho miedo, no quería ni pensar lo que hubiera pasado si el niño con esa bici tan pequeña se hubiese desviado hacia los cables de acero. Pasan y vuelvo a mirar la corriente de ese río, miro al padre y me contengo. Me hace una foto y les correspondo.

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    El puente en cuestión.


    En este pueblo no hay tiendas, pregunto y me desvían hacia un camping donde compro y al salir me encuentro al padre con sus hijos hijos.

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    Me queda poca tarde y me desanimo mucho porque empiezo a creer que no voy a llegar en los 10 días. La ruta me lleva por lugares menos paisajísticos, entre roca gris suelta, hasta un río que aprovecho para  lavar la malla, ya que se acercaba el momento de acampar, no hacía frío y no dormiría con ella.

    Sigo “a toda pastilla” aunque “hecho polvo”; cansadisimo paso Larrés y encuentro un sitio adecuado junto al mismo río. Justo al acampar escucho unos ruidos extraños que parecían de animal o humano, investigo y no hallo nada y, bueno, me olvidé del tema.

    Noche sin frío y duermo perfectamente sobre un colchón de boñigas. Esta noche sí tenía comida y doy muy buena cuenta de ella hasta saturarme.

    Publicado hace 9 años #
  10. Como me lo estoy pasando!!!! Sigue sigue!!!


    Gracias pos estos ratos!!!

    Un saludo

    Publicado hace 9 años #
  11. Bueno esto se va de madre... Un colchón de boñigas!!!! Pero MANOLOOOO!!!  Mae mía....  :D

    Publicado hace 9 años #
  12. Nota: boñigas secas y entre ellas y yo un plástico .

    Publicado hace 9 años #
  13. De las cronicas mas bonitas que he leido. Me está encantando.

    Publicado hace 9 años #
  14. Bueno ya me gustaría disfrutar de esos rincones y tener esa fortaleza... sigue, sigue... 



    Publicado hace 9 años #
  15. ETAPA 9

    De Larrés a Río Veral (pasado Ansó) – 91,5kms.



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    Como viene siendo habitual, la mañana es fresca y me viene muy bien para subir el primer puerto, que es duro. Las piernas no iban bien, quizá por la piedra suelta de la pista, pero poco a poco empiezo a hacer kilómetros y alcanzo el puerto para comenzar una bajada tendida y divertida. Ya abajo, “carreteo” entre los pueblos de la zona, muy bonitos, destacando por su belleza Castiello de Jaca. Las tres subidas posteriores resultaron mucho más livianas, quizá las piernas se habían acostumbrado (quizá resignado).

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    Compro comida en Aragües y tanto la subida siguiente como el descenso posterior la ruta discurre por un sendero interminable que baja por un valle cerrado. Llego a la parte baja y el sendero ahora va paralelo a un río para finalmente pasar por un tramo de carretera a la entrada de Urdúes. Es en ese momento que noto la rueda trasera muy desinflada … toca arreglar pinchazo. Mientras cambio la cámara y pongo un parche para dejar la pinchada lista para la siguiente ocasión, un perro no para de ladrarme, y yo no dejo de preguntarme cómo es posible que entre tanta montaña me tocara arreglar un pinchazo cerca de una casa con perro.

    La siguiente subida discurriría por otro sendero no ciclable y decido tener más paciencia. El descenso, como no, técnico, de piedras grandotas. Llego a Hecho (o Echo, según otros carteles) a primera hora de la tarde y he de esperar media hora para que abriera el supermercado; visito el pueblo, compro, me tomo un ramo de plátanos, guardo el resto de comida, cojo agua y a continuar.

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    Una calle en Hecho un tanto esstrecha

    Una calle en Hecho un tanto estrecha.


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    Me cuesta subir el siguiente tramo, pero tengo vistas muy bonitas a pesar de que no es un día claro. Ya arriba me toca al fin un llaneo normal, sin barro y relajante, pero sólo hasta que miro el gps y compruebo que me he “colado”. Deshago el camino y resulta que el que me esperaba iba a ser el inicio de un calvario. En primer lugar, la bajada es una torrentera de las de ir a pie y despacio, pero bueno, resignado transito y más tarde suaviza y me divierto mucho. Más piedrotas, para finalmente acabar en un río con mucha vegetación cerrada, zarzas y arbustos con pinchos. Para seguir el track me meto en un arroyo muy espeso de vegetación y tengo que abrirme camino con las manos. He de bajar al río por un cortado de unos 2 metros de altura. Bajo sin bici para comprobar el camino a seguir y ante la espesura que me rodeaba ocurre algo que me desencajó: ¡no puedo encontrar la bicicleta! Para inspeccionar el camino a seguir había recorrido unos metros por el arroyo y no podía imaginar que al darme la vuelta no supiera exáctamente por dónde había bajado. Realmente, como bajé apartando ramas espesas, al soltarlas habían vuelto a su posición y no sabía por dónde subir, porque aunque las paredes eran de unos dos metros o algo más, eran verticales y casi inaccesibles, además, por la espesura de la vegetación. Intenté hallarla por un sitio y otro y, al no encontrarla, hasta me puse a buscar por la otramargen del arroyo y unos metros más hacia arriba, y esto me desconcertó aún más. A los diez minutos me rindo y echo mano al gps, con el que encuentro finalmente la bici siguiendo el track que iba generando, no sin dificultad, debido a que el gps no es tan exacto en distancias cortas y también porque hasta que uno no se mueve unos metros el gps no te dice hacia dónde vas, y allí era difícil andar unos metros. Pero vaya, que mirando la orografía en el gps no tardé mucho en vislumbrar entre unas ramas el precioso triángulo de color hueso del cuadro y el petate rojo de la bicicleta, no sin antes “ver las estrellas” cuando en la subida me resbala un pié y caigo con la espinilla ya apostillada por la “josconcia” del primer día sobre una rama. Una vez recibí el golpe tuve que continuar unos segundos apoyado y sujetando todo el peso de mi cuerpo sobre el lugar golpeado – a pesar del dolor – , ya que no encontraba dónde situar el otro pie. En los quince minutos que estuve buscando no paraba de pensar cómo me había ocurrido eso y qué haría sin bici, aunque me tranquilizaba sabiendo que en la riñonera llevaba – como siempre – lo realmente importante (gps, móvil, tarjetas y dinero). Buff; con la espinilla maltrecha, tranquilo, me puse en camino. Todo ocurrió por no hacer caso al claro mensaje que antes había dejado atrás: piedras cruzando el camino señalando que por ahí no va el sendero. Pero el track sí iba por ahí y hasta ahora había resultado bastante fiable. Seguramente que el otro camino confluía más tarde con el que yo tomé, pero éste también resultó correcto, sin bien se ve que todo el mundo no es tan burro como yo.

    Llego a Ansó y continúo por el desfiladero, como cada atardecer, esforzándome por acortar lo máximo posible el camino del día siguiente. El gps me dice que cruce el río y sólo veo un sendero, que sigo para adentrarme en este río que estaba intransitable para ir andando con bicicleta, debido al caudal y a las piedras que eran más grandes que yo mismo. En fin, que tras la consiguiente pérdida de tiempo (precisamente cuando más quería avanzar) y unos cuantos unos golpes y arañazos, me planteo un fallo en el track que estaba siguiendo, porque compruebo que llevaba un recorrido extraño y además me encuentro en el fondo de un cañón, donde las señales del gps no se transmiten con facilidad, y dónde sería difícil otro camino que la carretera. Regreso al asfalto, no sin dificultad, y continúo para comprobar el camino a seguir. Efectivamente, era un error del track que iba siguiendo, debido a lo profundo del cañón … tuve la mala suerte de que por donde marcaba el track había un sendero.

    Continúo un poco más y casi de noche encuentro una especie de mirador frente una de las paredes del cañón. No lo dudo y esa noche duermo sobre una solería muy dura, con mucho viento. No obstante, descanso muy bien, aunque un poco intranquilo por no haber podido tener cobertura para llamar a la familia. Está avisada de que en ciertos lugares podía ocurrir, pero de cualquier forma no sabía si realmente se estaban preocupando.

    Este día fue otro de los duros, de mucho porteo de bici, con pinchazo, golpes, pérdidas … pero lo he llevado bien.

    Publicado hace 9 años #
  16. ETAPA 10

    De pasado Río Veral a pasado Elizondo – 138 kms.


    La noche anterior había emplazado el tarp a un agua sobre unas barandillas de madera, y tuve que variar la disposición por el repentino y arreciante viento que subía por aquel cerrado valle. En un hueco situé el poncho para dejar la casa cerrada con efectividad. Con la primera claridad abro los ojos y veo junto a mí una raja que atraviesa el poncho por su parte delantera, esto es, la más importante. Desayuno , empaqueto y compruebo el día tan bueno que se me presentaba, por lo que dejo para otro momento reparar el poncho con cinta adhesiva.

    Subo el puerto Navarros por carretera y bajo hacia Isaba hasta un río por un sendero bastante bonito. Llamo a casa para ratificar el problema técnico de la noche anterior e interpreto cierta “preocupación” por mi retraso, mas al indicar que estoy llegando a Isaba mi interlocutora parece relajada. Le pido información del tiempo para mañana y que averigue cuántas plazas quedan aún del autobús que me ha de llevar a casa.

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    Sigo por carretera hasta puerto Laza, bajo por pista buena a Río Salazar, subo por carretera hasta col Ollokia, bajo y vuelvo a subir por pista buena … me sigo “comiendo” los puertos y bajo por el Bosque de Iratí. Desde aquí no paro de disfrutar con la vista: paso por Casas de Iratí, Paraíso, el embalse de Irabia, todo precioso y pauso el ritmo para disfrutar más. Salgo de estos bellos territorios por pista de cemento y subo a Coll de Orión y de ahí por pista a la fábrica de Orbaitzeta.

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    Con diferencia, es el día que más voy notando el avance, no ceso de subir puertos y me cunde de lo lindo. Tras Orbaitzeta, me refresco al mojar la camiseta, como algo y empiezo a ascender otra vez. Con el ánimo por las nubes y muy bien de fuerzas, llego a Roncesvalles, donde encuentro numerosos peregrinos – y creo que pocos transpirenaicos -. Mi ropa estaba muy manchada y el resto de personas todas muy limpias se hallaban sentadas en los restaurantes, o junto s sus impolutas bicicletas y sus maillotes inmaculados … vaya, que me sentía raro. Hablo un ratito con un italiano que hacía el Camino, cojo agua en la fuente y doy un paseo con la bici para ver todo. Para concluir, intento comprar queso, pero queda media hora para el horario de venta y no quiero perder tiempo, por lo que salgo sin comida.

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    El puerto Ibañeta no fue difícil – como me indicó el italiano -, y a continuación tomo carretera mala con una elevada pendiente hacia Coll Lindux. Bajo por un tramo adentrado en Francia, entre bosques de hayas que enamoran, aunque la carretera estaba muy rota y con abundantes chinos, y esto me indicaba que la vista hay que separarla del piso lo justo … no fuerse a darme un “trompazo” como el del primer día.

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    Aquí dando cuenta de un paquete de galletas.


    Al final de la bajada, cerca Nives Aldudes me detiene una chica diciéndome en francés que no circule, ya que dos de gruas estaban sacando unos troncos del río que, al parecer, habían sido arrastrados por la corriente en días pasados. Tras la labor, avanzo y me cruzo con una de las grúas… la misma que minutos después me adelantaría con una velocidad inusitada para ese tipo de vehículos. Llego a esta aldea y directamente comienzo a dar cuenta de las primeras rampas del Col Elorrieta, de pendientes impresionantes. Culmino la subida y bajo con frío, piedras en el camino y diversión con mi montura – ligera y ágil por el estricto peso que soporta -, aunque las manos empiezan a comprender el esfuerzo de tantas bajadas sin suspensión.

    Llego a Erratzu, pregunto por una fuente, me indican y no hay donde comprar. Entro en uno de los dos bares que encontré – no sabía muy bien si para preguntar o para que me hiciesen algún bocadillo o algo – y me encuentro que el bar está totalmente a oscuras y hallo a una señora mayor sentada y viendo la tele. Mientras se levanta veo que, detrás de la barra, la pared era en realidad una tienda y empiezo a descubrir los artículos mientras los ojos se me acostumbraban a la oscuridad. Compro las provisiones, y la buena señora tenía hasta las pilas alcalinas de la misma marca que yo quería y al precio más barato que las he visto nunca.

    Pues nada, me tomo mis cinco plátanos y sigo hacia adelante hasta que al pasar un pueblecito me paro en una zona de estas que tienen mesas para comer. Ingiero más comida, continúo rodando y llego a Elitzondo, con bastante más aire de ciudad. Cojo agua y rápidamente me dirijo al siguiente puerto para subir hasta donde pudiese, por lo avanzado de la tarde. Este puerto no iba a ser de menos pendiente que el resto de los vascos, por lo que, con respiración algo entrecortada, paro junto a un chalé con una pinta impresionante – sobre todo por el jardín y las vistas – y en un recodo del carril de entrada al mismo encuentro un sitio perfecto. Parece no haber nadie en la casa y no me pueden ver desde la carretera, lo que era un logro, porque esa montaña era casi como una urbanización. Con todo desplegado, llega un todo terreno a la entrada de la finca y aparece un señor mayor dispuesto a abrir la cancela. Aunque él me ignora, me acerco y le informo que pensaba dormir allí, preguntándole que si le suponía algún problema. Me respondió rápido ,sin dudarlo y de forma categórica, en absoluto. Le repregunto a continuación … queda entonces usted tranquilo ¿no?, respondiéndome totalmente (también de una manera rotunda). Le doy las gracias y continúo con mi labor … más tarde este señor saldría para no volver.

    Ceno, me organizo en cinco minutos y llamo como cada noche. Mi consorte me informa que el tiempo no estará mal salvo quizá cierto riesgo a la tarde y que el bus que pretendo coger al día siguiente aún tiene 9 plazas disponibles. Me quedo muy tranquilo, porque el día siguiente sería el último, sin lluvia y con tiempo suficiente para llegar, comprar el billete en Irún, desplazarme a Hondarribia y comprar comida, una llave fija del 15 y film transparente para embalar la bici.

    Como no llovería – y el cielo eso me decía – , directamente plegué el tarp por la mitad y yo sería el chorizo. La buena temperatura y un cielo muy estrellado provocaban mi resistencia a dormirme, pero en la noche comienza a molestar un cencerro que ya oí antes de acostarme, y ahora estaba muy cerca de mí. Me levanto, y hay un par de caballos que intenté echar sin salirme de  la cama. No lo conseguí del todo, porque no apetecía levantarse, pero me aseguré de mantenerlos suficientemente alejados, ya que yo estaba en el suelo con el tarp echado por encima y podrían haberme pisado. Más tarde se metieron en el carril tres coches derrapando y haciendo las típicas tonterías que hacen algunos jóvenes. A pesar de estar tumbado en el suelo no corría mucho peligro, ya que la explanada era grande y yo estaba situado en un recodo. Lo que si hice fue no moverme para no quedar apercibido, y fue cuestión de unos segundos que se aburrieran de levantar polvo. Volvió la tranquilidad y debí de caer dormido al instante.

    Día largo y provechoso de 138 kilómetros, 3000 metros de desnivel acumulado de subida (ó 3900, según otra web de análisas de track) y 13 horas pedaleando. Acabé sin gran fatiga a pesar de todo … sin duda porque muchos de los puertos de esta jornada transcurrirían por asfalto y porque mantenía en todo momento una gran euforia mental creciente por el avance.


    ... ya sólo me queda un post.

    Publicado hace 9 años #
  17. Sólo uno..... menos mal muchachote, porque leyéndote llevo una racha de sufrimiento acojonante! Vaya pedazo de viaje y de crónica!!!!

    Publicado hace 9 años #
  18. Ciclón tu ruta me ha gustado mucho, lo he leído de un tirón y creo que añadiendo unos cuantos datos de orientación, alturas y zonas de descanso, pernocta y abastecimiento, podrías hacer una miniguia muy útil para otros que viajen en autosuficiencia como tu. Como siempre me digo en esos momentos de crisis en medio del monte, la mente es más poderosa que todos los músculos...

    Edito; el tarp (de los que no se nada) no tiene posibilidad de alargarlo para formar un suelo que te proteja ?

    Pd- hecho de menos en tu equipo un pedazo de jabón lagarto, es muy versátil.

    Un saludo

    Tonilupe

    sonrie, disfruta, el tiempo pasa... http://tonilupe.blogspot.com.es/
    Publicado hace 9 años #
  19. Sí que se puede hacer lo que dices con el tarp, pero ha de ser más grande y no era el caso. En la siguiente entrada explico algo más.
    Lo del jabón Lagarto hubiera estado bien, pero la ruta la planteé de forma un tanto minimalista, y elegí lo que creí realmente importante.

    Publicado hace 9 años #
  20. ETAPA 11 y última

    De pasado Elizondo a Hondarribia – 66,2 kms.


    No me ha pisado ningún caballo y me levanto con muchos ánimos. Estiro el cuerpo y miro a mi alrededor con satisfacción.

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    El día está nublado, sin que de momento sea amenazante, por lo que, siendo el último día, no me importa que el poncho esté roto, ni pienso repararlo … qué más da si me mojo si por la noche no pasaré frío.

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    Se agradece, como siempre, subir un puerto con la fresca, y aunque empinado – como todas las subidas vascas -, el Col de Antxuela se hace muy llevadero, no tanto la bajada que tuve que rodar con mucho ojo.

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    En estos puertos no paro de percibir un olor muy desagradable hasta que concluyo que se trata de una planta con hojas alargadas de color verde claro … siempre que olía mal ahí estaban saludándome las muy puercas.

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    Compro en Etxalar y hala, a subir el siguiente puertaco. Subo Lizarreta, bajo otros dos igual de duros – por empinados – y el descenso hacia Venta Yahar sería un poco lastimoso … la última sufrida.

    En el siguiente y último puerto de la ruta doy el resto y “me lo trago” de una tirada a pesar de su elevada pendiente y de haberme quedado sin agua. Llaneo, unas rampas finales y bajada betetera y divertida en la que de repente paro, miro al horizonte y vislumbro entre dos montañas lo que podía ser el mar. No estaba totalmente seguro porque simplemente resaltaba ese celeste claro que suele verse sobre las montañas o sobre el mar cuando la vista no alcanza más allá en el horizonte. Sin embargo, me cosquillea el estómago, porque ver celeste entre dos montañas cuando estoy bastante más alto me indica que ese lugar orientado al noroeste oculta un azul continuo y plano, con desniveles en forma de crestas provocados por un satélite. Sigo y al rato paro en una curva para contemplar, ahora sí, el relieve de una bahía y el azul del mar. En ese momento me parecía imposible que hubiera atravesado la cordillera, mientras no paraba de observar en todas direcciones. Inicio entonces una agradable despedida de la montaña que culmina de forma apaciguada a través de un bello bosque que desemboca en una carretera francesa. Cruzo el Bidasoa y  en un parque acallo la sed – hacía horas que no bebía … me desentendí de este asunto – y continúo para buscar un sitio donde cambiarme de malla.

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    En una larga recta de un paseo para peatones y bicis, apoyo la bicicleta en un banco y como hay gente en derredor decido comer – ahora que disponía de agua – . Apuro chocolate y pan que me quedaba, miro hacia todos los lados y en un santiamén me cambio la malla, rápidamente y sin escandalizar a nadie. Noto la liviandad y suavidad de una prenda limpia que ahora tenía  puesta por primera vez – traída sólo para emergencias y el viaje de autobús -, y me hacía estar mucho más cómodo que con la de batalla, que ya ni siquiera lavé.

    La predicción falló completamente, pues casi todo el día hizo nublado y con momentos de duda sobre si reparar el poncho … finalmente no lo reparo y sólo llueve justo al tomar el bus para Málaga.

    Sobre las cuatro de la tarde llego a Hondarribia, hago la foto de rigor y me dirijo a la playa para bañarme, y lavarme yo y la ropa puesta. Una vez que el cuerpo se acostumbró a la temperatura, pasé un rato agradable moviéndome libremente y sacudiéndome con las manos la cabeza y el resto del cuerpo. Previamente había metido la riñonera dentro del petate trasero de mi bici candada en ella misma a escasos cinco metros de dónde me bañaba, en prevención de una desagradable sorpresa que me dejase sin nada. Enjuago mis pies, brazos y cara en el grifo de la playa y me voy a Irún para adquirir el billete de vuelta.

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    La botella que compré para suplir la anterior pierde agua, la tiro y, como dispongo de toda la tarde, tras comprar el billete me dirijo al centro de la ciudad para recorrerla, comer y comprar la llave del 15 – para desmontar pedales – y film transparente para embalar la bici.

    Hacía algo de frío – o yo lo tenía ya dentro por ponerme la camiseta mojada para secarla a pesar de estar muy nublado -, por lo que entre meterme en un bar a pasar el tiempo o rodar para calentarme, decido esto último y me recorro la ciudad “de cabo a rabo”: la avenida principal, las aledañas, las plazas concurridas, los barrios selectos y los humildes … hasta que ya casi oscureciendo me dirijo a la estación de autobuses ante el temor de inminente lluvia. Embalo la bici y me dispongo a esperar un tiempo con la compañía de una familia y un señor algo más joven que yo con una gran “torrija”, que aprovechaba un enchufe de la estación para cargar el móvil mientras intentaba que alguien descolgase el teléfono cuando él llamaba.


    A DÍA DE HOY


    Peso: ya en casa he devuelto los dos kilos a mi cuerpo y he comprobado como sin hacer ejercicio he recuperado el músculo y no la grasa … curioso.


    Heridas: sanaron perfectamente.

    - De vuelta en el autobús tenía el pie derecho hinchado, creo que por una herida del nudillo del pie derecho provocada cuando iba sin calcetines, con el pie mojado y con una piedrecita que estaba sobre el nudillo y yo no quitaba – ¡cómo no! … por no perder tiempo -. En casa me duró unos días la inflamación.

    - En las corvas tenía unos hematomas alargados sobre los tendones … desaparecieron en pocos días.

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    - En el trasero tenía otros dos hematomas justo donde apoyan los isquiones. Imagino que esto le pasará a muchos aguerridos rodadores, aunque nunca lo han llegado a saber – salvo grandes contorsionistas -.

    - Dolor en el pecho (un desgarro muscular o algo así): casi ha remitido.

    - Espinilla y otras: curadas.

    Herida ya cicatrizada (en casa). Aunque parezca una operación fue un rasguño sin importancia.


    Bicicleta: aguantó muy bien con sus limitaciones más las que yo le impuse.


    Estado final del pedal

    Estado final del pedal.


    Equipaje: en general lo que he llevado ha estado muy compensado (tal como estaba planteada la ruta -, con la única excepción del tarp. Hubiera sido mejor incluir uno de 3×3 en vez de 3×2, y sobre todo haber llevado un suelo tipo bañera, es decir, con los bordes levantados para que el agua que pudiera entrar no penetrase por encima del suelo. Hubiese pesado sólo unos 100 gramos … esto no me pasará más en rutas de este tipo.


    Estado físico: he estado varios días hecho polvo, sin ganas de hacer deporte en dos semanas y al comenzar a hacerlo me noto flojo, sin fuerzas y rindiendo poco … no sé si por el exceso de la ruta o por no haber continuado posteriormente con el ejercicio.


    Estado mental: me siento más seguro que antes (no sólo para la aventura).

    Publicado hace 9 años #
  21. Hola Ciclon. 


    Muchas gracias por compartir tu viaje y enhorabuena por como lo transmitiste.

    Ojala hubieras tenido mas tiempo para ciclar mas relajado, y poder disfrutar mas. 

    Muy inspiradora la forma con que lo llevaste a cabo; No hace falta grandes tecnologias en cuanto a bici y equipamiento, para viajar a "nuestro estilo"  disfrutando, y eso le dá un valor, si cabe, todavia mayor a tu travesia.  Eres un ejemplo muy claro de ello. 

    De nuevo gracias por la cronica y enhorabuena.

    Publicado hace 9 años #
  22. Gracias, muy bueno y enhorabuea por la aventura personal, que seguro que anima a alguno.
    Nos leeremos

    Publicado hace 9 años #
  23. Ha sido un placer compartirlo. Gracias a vosotros por leer mis "batallitas".

    Publicado hace 9 años #
  24. Enhorabuena ... y gracias por la "crónica", me ha gustado leerla ...
    Creo que lo que tu denominas "a pelo" está más cerca de la INsuficiencia que de la AUTOsuficiencia ...  ... pero sea como sea me ha encantado esa manera de "viajar"

    Salut
    Publicado hace 9 años #
  25. Enhorabuena por tu crónica, nos ha enganchado.

    Mi mujer y yo esperando a cenar para luego ir al ordenador a leer tu relato.
    Un placer leerte.

    Publicado hace 9 años #
  26. Me ha interesado mucho tu relato. Es la concreción  de una forma de viajar extrema que es algo  distinto al bikepacking. Es la suficiencia en la precaridad, como dice Lluís. Una odisea feliz, satisfecha sin drama. Sirve  un poco como una  referencia para relativizar  lo que se considera "necesario". 

    Yo también habría echado una pastilla de jabón, pero me  encantaría exactamente conocer la lista de cosas  en sí que llevaste, y si faltó al o sobró algo, con ese mismo criterio radical, además de un tarp más grande.
    Enhorabuena. ¿ quién dice que los cicloturistas viajan todos igual ?.

    Lo que sucede... conviene
    Publicado hace 9 años #
  27. Pues no sólo la lista, sino también las fotos de la lista las puedes ver aquí.
    Lo único que me sobró fue el sombrero, que tiré en la cuarta o quinta etapa por tanta ausencia de sol.
    Sólo eché en falta el tarp más grande y, sobre todo, un suelo en forma de bañera.

    Publicado hace 9 años #
  28. A mi me sobraría el peine y eso que tengo pelo...


    Anda que habrás vuelto con el 'colgajo' un par de centimetros más larga.. 10 días ahi todo el día suelto.. :mrgreen:

    Hablando en serio.. ¿No has tenido problemas de irritaciones en el culo, entrepierna, etc...? Yo es que tengo la piel delicada y con el sudor, las sales y todo.. lo paso bastante mal.

    Después de tantas horas si no lavo bien el culotte y protejo la piel por el dia con vaselina, puedo acabar muy mal. Ese era uno de los mayores miedos que tenia cuando hice la transpirenaica, las rozaduras e irritaciones.

    Yo también hubiese echado una pastilla de jabón. En las ultimas rutas con una pastilla me he duchado yo y he lavado la ropa 10 días. Y no pesa mucho.

    Después de 10 días no te se acercarían ni los jabalies..

    Publicado hace 9 años #
  29. Lo de la pastilla de jabón Lagarto sí que es imprescindible en la mayoría de rutas, además de lo ecológico que es (aunque en sentido estricto no tanto por llevar, al parecer, grasas animales, pero vaya, que son grasas de desecho). Pero como esta ruta la planteé en plan minimalista pues no me arrepiento de no llevarla, porque es lo que quería llevar  ... no sé si me explico. Pero por supuesto que me hubiera venido de miedo ... aunque no sé por dónde anduve estos días porque en lalavadora no han salido casi ninguna de las manchas .
    Lo del peine es cierto, se podía haber quedado, pero por cuatro gramos pude estar decente al parar en los pueblos (y al salir en las fotos ) ... tienes razón en que sí se podía haber quedado, ya que, a pesar de lo indómita de mi cabellera, fue una pijotería llevarlo.
    Lo de las zonas delicadas debe ser según la persona. Yo he estado en esta ruta una media de diez horas (con días de 13 horas) y todo perfecto. Ya entrando en temas íntimos, por higiene corté el pelo de todas esas zonas con una máquina cortapelos, dejándolo a unos dos milímetros de largo ... no sé si esta revelación te podría ayudar en posteriores rutas.

    Publicado hace 9 años #
  30. Yo no soy muy peludo, asi que en ese aspecto no creo que me ayude mucho.


    Lo que si he descubierto son dos cosas que me ayudan mucho con las irritaciones, ya que la mayoria son por el sudor que me baja a chorro por la espalda.

    Desde hace 1 año uso una camiseta interior de tirantes  'tecnica' (Que no da apenas calor) muy ceniña al cuerpo. Da igual que haya 40º que -5º..  Esa camiseta absorbe todo el sudor y lo reparte por ella, y se va evaporando bastante. Y lo que es más importante, ya no notas como todo el sudor te baja por la espalda hacia las posaderas..

    Luego la vaselina del mercadona (1€ y pico el bote) es mano de santo para aguantar horas y horas sin problemas ni rozaduras. Se pone un poco en la badana y ademas de proteger de las rozaduras tambien hace una pelicula de protección para las irritaciones del sudor.

    Aparte de un buen sillin, que no sea una tabla, ni sea un colchon.. yo uso sillines de 150-155mm de ancho con el agujero en medio y algo de acolchado de gel. No pesan mucho 280-340gr y voy super comodo con ellos. Ya nunca se me han vuelto a dormir nada por ahi abajo, cosa que antiguamente me pasaba con otros sillines.

    Publicado hace 9 años #