Bueno, ya llegué de la Transpirenaica y aunque no he preparado la crónica diaria de cada etapa, aquí van las impresiones generales después de realizada.
Como ya expuse en la entrada sobre la preparación de la ruta, mi viaje se basa en el libro La travesía de los pirineos en btt de Jordi Laparra, editorial Prames, y he seguido el trayecto planteado en la guía desde Llança hasta Hondarribia con la única variante de la Sierra de Cutas, para ver de nuevo el valle de Ordesa. Sin duda que merece la pena esta variante, ahora que está permitido el paso con bici.
La ruta la comencé el 18 de agosto de 2014 sobre las diez de la mañana en Llança y la culminé en Hondarribia el 28 alrededor de las cuatro de la tarde, resultando seis horas más de los diez días previstos. Han salido algo más de mil kilómetros, más de 25.000 kilómetros de desnivel positivo acumulado, haciendo una media diaria de unos 90 kilómetros diarios con 2.300 metros de desnivel positivo al día. Esto es ir a toda mecha, más que nada porque de los siete días anuales que me puedo “escapar”, este año ya me pasaba bastante con 10 días más otros 2 empleados en el viaje … la familia se ha portado fenomenal, pero me quise autolimitar el tiempo, a pesar de que así no se disfrutaría lo mismo; por otra parte, se convertía en un reto a cumplir que no ha sido sino pasión, hasta tal punto de que ya sobre el camino abandoné la primera idea de alojarme unas tres veces para reponer, cargar móvil, asearme, etc, e hice de la ruta un reto de autosuficiencia, que me condujo a no tomar ayuda salvo comida y pilas para el gps, a pesar de los problemas mecánicos de la bici que comenzaba a tener.
He realizado la ruta en autosuficiencia, con simplicidad y de forma ultraligera, que es la filosofía de viaje que más me gusta, llevando la bicicleta casi como cualquier día (con V-brake, horquilla sin suspensión, sin desviador de platos, cubiertas rodadoras con poco taco, sólo cuatro piñones y dos platos … más de una risa habré provocado en los ciclistas y ruteros con los que me topaba).
El peso muy contenido del equipaje, la bicicleta y el mío propio era trascendental. 11 kilos de bici, 3,5 kilos totales de equipaje (los petates delantero y trasero más la riñonera) y los 61 kilos iniciales de mi cuerpo; total, unos 75,5 kilos sin contar agua y comida. La bicicleta y equipaje se pueden ver en la entrada sobre la preparación de la ruta. Esos pocos kilos han hecho que me sintiera muy cómodo y estable al rodar, fuerte, y que buscar o sacar algo del petate fuese cuestión de segundos. No obstante, también me ha limitado mucho, sobre todo en cuanto al abrigo nocturno y la seguridad con las tormentas.
He dormido todas las noches allí donde acababa el pedaleo, parando generalmente al anochecer y no en los mejores sitios. A pesar de ello, he dormido bastante bien con excepción de la noche más tormentosa, que la pasé bastante mal, como comentaré en la etapa correspondiente. Sólo llevé un saco ligero, algo de aislante (plástico de pintar fino y parasol de coche) y un tarp, que me valieron salvo esa fatídica noche de tormenta. La ropa de abrigo (básicamente un polar y mallas largas) ha resultado en alguna ocasión justita para dormir.
El recorrido es duro, y aunque hay tramos asfaltados que no gustan a los más beteteros, en mi caso me ha ayudado a cumplir la ruta en el tiempo que disponía, dando mucha moral cuando hacía falta. Más que nada, las carreteras enlanzan algunos pueblos, y sobre todo lo más destacable es que se dan en los inicios de muchos puertos, dándome fuerza mental a la hora de acometer las subidas, sobre todo las duras por longitud, pendiente o firme del resto de la subida.
En cuanto a meteorología, la primera parte de la ruta ha sido tormentosa, con el consiguiente retraso, sobre todo por el barro y la logística a la hora de dormir. No ha hecho calor, con excepción de algún día, pero nada fuera de lo normal para un chico del Sur. Frío tampoco: mínimo de unos 8-10 grados de noche y 9 grados de día en una jornada tormentosa más allá de los 2.000 metros de altitud.
El piso de caminos y senderos es variado: desde la carretera o pista hormigonada hasta las torrenteras más abruptas, destacando los días posteriores a las tormentas, que fueron de mucho barro en los llaneos, con el consiguiente retraso en zonas de avance y cabreo de mi persona.
En este viaje ha tenido importancia la logística. Debía vigilar muchas cosas: no quedarme sin agua ni comida y estar atento a los puntos de abastecimiento (sólo dos veces he tenido que potabilizar agua), eliminar basura y pilas gastadas en sitios apropiados, ver el paisaje sin apenar pausar (difícil tarea), atender la mecánica (totalmente incumplido), conocer la ruta para prever acontecimientos (totalmente incumplido), asearme sobre la marcha e ir lavando la única camiseta (cada vez menos lustrosa) y la malla larga que llevaba, pedalear al caer el sol mientras buscaba un sitio decente y discreto (casi siempre difícil), y además no perder tiempo en todo ello.
No conocer bien la ruta y lo que me esperaba en cada jornada ha sido, sin duda, el mayor error que he cometido. Como quiera que planeé la ruta con varias escalas en campings o albergues, la idea era estudiar las rutas sobre la marcha. La información estaba en el móvil (por peso y bulto), conforme a lo planeado podría verlo sin miedo al agotamiento de la batería del móvil. Pero al no alojarme en ningún sitio y rodar la ruta en autosuficiencia, perdía esa posibilidad, ya que la batería se gastaba con las llamadas de casa, las fotos y las grabaciones de voz. Creo que pequé de empeño en el pedaleo, pero siempre pensaba que no tenía tiempo para planear, que el recorrido era el recorrido, fuese cual fuese, y que mientras pedaleara avanzaría … avanzaba a ciegas, como un tanque en terreno enemigo; me daba igual que el puerto comenzase o no con carretera, si era pista o sendero, y si la bajada era buena o discurría por una torrentera. En última instancia, no tuve otra que parar un rato en un bar a cargar batería.
El pedaleo ha sido de sol a sol, sin descansos, salvo los ratos de disfrute del paisaje, de los entornos y pueblos, mientras tomaba las fotos y unos minutos para comer.
Físicamente, ha sido extenuante. La preparación ha resultado suficiente, si bien tuve un bajón el tercer día (quizá lo normal), que compensé con descansos obligados por lluvia muy fuerte. Las heridas sufridas no han sido nada importante, pero me han molestado mucho por estar abiertas, en contacto con la ropa y el polvo, y por no cicatrizar bien por el sudor y estar situadas en las espinillas, donde mi cuerpo, con la edad, no cicatriza adecuadamente. La mente me ha fallado los días tercero y octavo, ambos por pensar que no podría concluir en el tiempo planteado, pero todo pasaba y no cejaba en el pedalear en un intento infructuoso de ir recuperando terreno.
La belleza de lo visto no puedo describirla, ni mis fotos de baja calidad saben trasladarla, pero no importa tanto. Me fastidió mucho no poder ver nada en los primeros días por la metereología, sobre todo cuando rodaba por encima de los 2.000 metros con niebla espesa, aunque lo compensé en la segunda parte de la travesía. Por falta de tiempo, no puede subir a pie a Monte Perdido, un deseo que ya desde antes del inicio veía muy difícil de realizar.
La mecánica ha aguantado a pesar del agua recibida y, en particular, de una gran tormenta nocturna insistente, del barro y del bajo mantenimiento que le he dado a la bici (también por tiempo), He temido por un pedal, por el agotamiento de las zapatas de freno y por los rodamientos del eje de la rueda delantera, pero a base de “apaños” he conseguido no cambiar piezas que no llevase, cumpliendo con la autosuficiencia mecánica. Cambié una vez las zapatas de la rueda trasera, que ya me ponían en peligro, y aguanté las de la delantera en previsión de que con la lluvia y el barro me quedase sin repuestos (finalmente acabó así por la mejoría del tiempo). He tenido dos pinchazos en la rueda trasera.
La alimentación ha sido abundante, muy calórica. Básicamente ha consistido en frutas, frutos secos, chocolate, galletas, pan y pescado en aceite. No almorzaba, sino que conforme iba rodando paraba, sacaba algo, tragaba y seguía. Tenía prevista comida para cena y desayuno, salvo algún día que me quedé corto por no encontrar comida en las aldeas y no haber hecho la previsión el día anterior de dónde comprar.
No he tenido problemas de orientación, salvo en un par de ocasiones que se debieron a error de señal del gps o mío propio.
El viaje lo he hecho en solitario, sin que eso haya supuesto problema alguno, al contrario. En la primera mitad de la ruta me he encontrado gente que hacía la Transpirenaica (rodando juntos en algunos casos), no así en la segunda parte.
Los desniveles de subida son importantes, destacando las subidas del País Vasco, más cortas, pero con unas rampas sostenidas que quitan el hipo.
He perdido sólo dos kilos (me he debido alimentar bastante bien), me duele todo, tengo cicatrices por todos los lados aunque una sola caída, un desgarre muscular en la zona pectoral que me impide recuperar músculo en esa zona que tan esquelética se ha quedado, e hinchazón en los piés los primeros días del regreso. Tengo moratones en la zona de los isquiones y también en las corvas, paralelamente a los tendones que pasa por ahí …. estos moratones me han sorprendido bastante … imagino que se deben al rozamiento del tendón. Tras seis días aún no he practicado deporte por miedo a no curar bien el desgarre.
El viaje de ida fue de Benalmádena en tren de cercanías hasta Málaga; desde aquí en bus hasta Barcelona, donde cojo un tren regional hasta Llança, comenzando la ruta sobre de las 10 dela mañana. El viaje de vuelta fue bus de Irún a Málaga con transbordo en Granada, y cercanías de Málaga a Benalmádena.
Track completo (en bruto, sin quitar recorridos por pueblos, errores, etc).
Etapas (pendientes de relatar la crónica):
ETAPA 1 De Llança a Sant Miguel de Bassegoda – 82,6 kms.
ETAPA 2 De Sant Miguel de Bassegoda a un punto entre Rebes de Freser y Planoles – 107 kms.
ETAPA 3 De un punto entre Ribes de Freser y Planoles a pasado el Coll de Torn 89 kms.
ETAPA 4 De pasado el Coll de Torn a pasados unos kms. de Llavorsí – 103 kms.
ETAPA 5 De pasados unos kms. de Llavorsí a cerca de Sas – 90,7 kms.
ETAPA 6 De cerca de Sas a cerca de Campo – 88,2 kms.
ETAPA 7 De Campo a pasado Nerín – 63,5 kms.
ETAPA 8 De pasado Nerín a pasado Larrés – 106 kms.
ETAPA 9 De Larrés a Río Veral (pasado Ansó) – 91,5kms.
ETAPA 10 De pasado Río Veral a pasado Elizondo – 138 kms.
ETAPA 11 De pasado Elizondo a Hondarribia – 66,2 kms.
Pronto comenzaré a colgar las crónicas de las estapas.