Y hoy era el día de la prueba.
El día en el que me hago la prueba, la de cada año, la que desde hace años
realizo.
La prueba, nada exigente en subidas o bajadas, consiste en llegar lejos por
el llano, por un circuito o recorrido que conozco bastante bien llego lejos,
cuanto de lejos? Cuanto más lejos mejor.
La prueba tan solo me sirve para una cosa: para saber como estoy
físicamente a la hora de emprender el viaje que próximamente iniciaré
Creo que la primera vez llegué a Cambrils, luego fue Miami Playa, algo más
tarde alcancé la Almadraba
y el año pasado concluí en l’ Atmella de Mar…
En la mañana temprana algo se movía inquieto entre las sabanas de este
verano que no quiere serlo, la luz azul del móvil como en tantas ocasiones
iluminaba el techo de la habitación además de la cara y los ojos que buscaban
en esos números el momento exacto de emprender la marcha…
Las seis y media de la mañana me ha parecido una hora apropiada para saltar
al agua y dejarla resbalar por mi cuerpo mientras me enjabonaba, algo más tarde
salía a la plaza en busca de un siempre café reparador que me animara a hacer
esa prueba…
Vilanova aún desperezándose me ha visto pasar, Cubelles, Cunit o Calafell son pueblos que saben de mi existencia por
ser habituales en mis recorridos, las playas de el Vendrell querían ponerse a
tono con los primeros cuerpos que, tendidos sobre la arena, buscan al sol
desesperadamente, más allá El Roc y el paso prohibido del Cami de ronda me han
visto pasar en silencio y sin ganas de molestar para una vez alcanzada la N-340 sufrir sin pena ni
gloria hasta Torredembarra.
Un faro, el faro me saluda y hace que en mi mente se agolpen recuerdos,
sensaciones, sentimientos pasados… una capa de pintura ha borrado parte de todo
aquello…
Más allá por un camino secreto alcanzas la playa de Altafulla que me dice
adiós y tras ella nuevamente la nacional, paralela a la A-7, parece quererme detener
mientras el sol decide reírse de mi.
Tarragona siempre eterna sigue con ojos incrédulos mi deambular, el río Francoli
me acoge momentáneamente e indiferente y me remite a la zona industrial que da
paso a la petroquímica… algo más allá ante mis ruedas la conjunción de tres
paseos, los de tres poblaciones seguidas, tres puntos volcánicos turísticos: La Pineda, Salou, Cambrils y
detrás de todo ello…
La naturaleza trastocada por un alto, por el Coll de Balaguer, por una instalación
imposible… la central nuclear…
La playa de la almadraba, preciosa y sumisa me sonreía mientras me señalaba
un sur impreciso, conozco muy bien lo difícil que puede ser en esos momentos
continuar, la arena, las olas del mar, la brisa eran imanes que me querían atar
a la belleza
En esos momentos tres nuevas urbanizaciones comienzan a ser reto, por ellas
transito para desembocar en una playa que atravieso caminando sobre la arena,
el castillo rehabilitado y urbanizado me señala que aún me queda por recorrer…
Junto al tren sufro y muero, castigado por el esfuerzo pienso en si llegaré
o no a donde llegue el año pasado… la población se asoma a mi horizonte y con
ella un nuevo paso bajo la autopista y junto a ella voy escuchando el ruido
ensordecedor de otras almas que montadas en sus hierros motorizados caminan a
velocidades de vértigo hacia el sur penínsular.
Un nuevo paso del cielo al infierno para subir nuevamente al cielo culmina
con mis huesos en la Ampolla
a pie del delta…
Una sonrisa amarga trastocada por el esfuerzo, el calor, la dificultad y
los años ha hecho que durante la comida me preguntara si sería capaz algún año
de ver el río para que sin terminar la pregunta me pudiera contestar con un no
que me resonaba en la mente sincero y plano, exento de melancolía o tristeza.
Este año el límite se ha asomado a mi ser y mi ser así lo ha entendido,
como algo natural.
El límite de un recorrido en bici durante un día para quien os escribe es
de poco más de 250 Km… la mitad de ida, la otra de vuelta…
Arrastrándome sobre la bici en los cien últimos Km. soñaba despierto con
que se acabara la prueba. Todo ha acabado con la sonrisa asomándose nuevamente a
mi cara cuando en ese cruce en el que siempre será mejor no ir hacia la
izquierda, ves, en bajada, las dos torres que imperturbables me han visto salir
esta mañana.