Yo he tenido varias experiencias iniciaticas que me han marcado de por vida. De hecho, creo que cada viaje que hago es el primero que hago porque lo disfruto igual que el primero.
Un viaje con los amigos un verano, armados con mochilones, cacerolas, etc., sin alforjas (bueno, uno si las llevaba, hechas de tela vaquera por su madre, riete tu de las Ortlieb :mrgreen:) y algunos sin portabultos, camino de Pirineos y Francia. Una soberana paliza, pesimamente planificada, donde pasamos un hambre atroz, una sed atroz, problemas mecanicos recurrentes (decenas de pinchazos y reventones) y alguna bronca que otra a causa de las dificultades. Todavia no se como alguno no acabo el viaje con alguna puñalada trapera en la espalda y tirado en la cuneta :mrgreen:. Aun asi, hubo momentos magicos y que no se me olvidaran en la vida. Este viaje me marco profundamente. Lo vivimos de una forma alocadamente libre. Me encanto.
Otro viaje hecho con otro amigo a los Ancares, con la intencion de conocer pueblos con nombres evocadores que aparecian en atlas geograficos (Balouta, Cacabelos,...), alimentandonos a base de embutido y galletas. Cenando chorizo en la plaza de los pueblos. Comiendo chorizo en la sombra de algun bosquete. Tomandonos como mucho un cafe con leche y listo. Caninos de dinero como estabamos entonces. Durmiendo por primera vez al raso al fallarnos el alojamiento y no dejarnos algunos aldeanos un establo donde cobijarnos. Decenas de anecdotas que se marcaron a fuego en mi interior y que me enseñaron el camino a seguir. Esto del cicloturismo me atrapo definitivamente, aunque yo todavia no lo sabia.
Despues, otro amigo nos inoculo el veneno del montañismo, enganchadonos por unas salidas organizadas por un club de montaña y subvencionadas por el Ayuntamiento. Una pausa de unos años que me dedique a hacer travesias por el monte de un par de dias. Durmiendo en el coche, en refugios, en chozos de pastor, al raso. Aquello se acentuo al morir mis abuelos y mi padre en un periodo relativamente corto de tiempo. Necesitaba "huir", alejarme del mundo y sentir el contacto de la naturaleza para sosegar mi atormentado espiritu y alejar mi tristeza. Estando alli me sentia mas cerca de ellos. Eran salidas de dos dias, vivaqueando al raso o en tienda de campaña. Sentirme integrado en la naturaleza me daba paz y fue la base que me sirivio para mi siguiente paso. Podriamos decir que me profesionalice y madure.
Despues de aquello, volvi a retomar la bicicleta como compañera de aventuras de varios dias. Hubo un ERE temporal en mi trabajo y aproveche esos meses para hacer en solitario el Camino de Santiago del Norte hasta Oviedo, donde tuve un accidente y tuve que regresar. Fue un viaje que hice para desconectar de las tensiones del trabajo, pero en el que termino enganchandome el conocer a gente nueva y fantastica. Y gracias al accidente, redescubrir lo importante que es la familia y lo mucho que nos queremos.
Despues de ese pequeño susto que les di, el año posterior quede con un compi para hacer el Camino de Santiago frances. Ruta acompañado, eso si. Ahi ya descubri (o mas bien tendria que decir redescubri) mi predileccion por esta aficion: viajar a lomos de una bici. Fue una especie de volverse a enganchar a un tren que habias dejado pasar, culminado por el magico y emotivo momento en el que llegamos a Santiago y nos fundimos en un abrazo mi amigo y yo y acabamos sentados unos minutos eternos en la plaza del Obradoiro, llena de gente pero con la sensacion de ser solo para nosotros.
Y hasta ahora, me he escapado otras dos veces.
Una en solitario por una ruta cercana al Ebro, que me sirvio para quitarme la espinita y los miedos que tenia clavados desde lo del Camino del Norte. Confianza que aumentaba en cada pedalada y con sus momentos magicos y paranoicos (vivaqueando en pleno monte y con decenas de pisadas y gruñidos muy cerca de mi tienda). Supongo que con la edad me estare haciendo menos atrevido y mas cauto. El cenar el ultimo dia con la moza, en una casa rural cerca de casa, fue la guinda del pastel. El ultimo dia era el tio mas feliz del mundo y aborrecia tener que llegar a casa y dejar de dar pedales.
Y lel ultimo viaje que he hecho ha sido con la moza a Menorca. Un viaje mas relajado en el que cogimos la bici para darnos paseos por la isla y para volver el ultimo dia a Mahon. Una golosina, alejada de otro tipo de viajes mas campestres y sacrificados, pero que me supo igual de bien. Recorrer Barcelona desde el puerto hasta la estacion de Sants a lomos de las bicis cargadas de nuestros equipajes fue el colofon perfecto. Gran sensacion de libertad. Alguna foto con unas sonrisas de oreja a oreja corroboran esto que digo.
Asi que respondiendo a tu pregunta, supongo que dependera el momento y las circunstacias de cada uno. Si tuviera que buscar un demonimador comun a todas mis salidas seria la busqueda de la libertad. De sentirme libre.