Lo que nos procura más seguridad cuando rodamos es nuestro sentido común.
El riesgo está ahí, no lo buscamos pero está ahí. El casco, si somos unos kamikazes o nos engancha un coche enloquecido nos va a servir de poco. La bicicleta es un disfrute y un gozo que entraña riesgo y lo tenemos que asumir y manejar pero insisto que el sentido común y nuestra experiencia es nuestra mejor defensa. Si ésta nos dice que hay que llevar casco, lo llevamos, que tenemos que ser visibles, lo somos y que nos vean bien, que es mejor y más seguro circular por la izquierda o hacer conducción defensiva, lo hacemos, conocer por donde rodamos -no es lo mismo una carretera de tercera por el norte palentino que la N-330 a su paso por San Carlos de la Rápita- pues nos adecuamos a la circunstancia del recorrido que estamos haciendo.
Cuando estoy de ruta no solo llevo casco, guantes y gafas sino que además llevo chaleco de alta visibilidad, distanciador y cintas reflectantes, focos delanteros, frontal y luces traseras y lo que hago es utilizar todos los elementos de seguridad según las circunstancias del momento, la vía, la hora, la luminosidad, la climatología, mi estado físico y los kilómetros que lleve, a veces incluso las normas de tráfico, etc. Y que en ciertas ocasiones decida no llevar casco no me convierte en un inconsciente ni en un descerebrado.
En cuanto al comentario de Ángel - un saludo -, matizar que cuando subo un puerto sin casco no es una excusa sino una decisión personal totalmente madurada y asumida y si tengo un accidente “tonto” o se desploma el cielo sobre mi cabeza pues mala leche. Es el riesgo de hacer una de las cosas que más me gusta y considero que el casco no va a cambiar nada.
Jo! Vaya chapa. Lo siento, compañeros.
Feliz Navidad a todos y cargad pilas para llenar las carretera de bicis con alforjas el año que viene.