Pues sí. No suelo aventar mis miserias a los 4 vientos. Pero llevo un enfado encima que si no lo cuento a nadie reviento. Y no tengo a quien contarle mis problemas. Así que con vuestro permiso lo haré aquí, aunque la naturaleza del problema no tenga absolutamente nada que ver con las bicis.
Resulta que en vista de la proximidad de Navidad, y como soy muy previsora, hace dos semanas fui a comprar los regalos para mis dos hijos. Me hizo mucha ilusión. Al igual que hacían mis padres conmigo, los regalos se los hago, no el día de Reyes Magos, sino el 24 por la noche. Se los dejó en el sofá para que los encuentren al despertarse el día 25 de diciembre. Bien, ya los tenía. No eran gran cosa pero me había gastado cien euros entre los reyes del niño y la niña, todo lo que tenía disponible. Después de eso, estoy sin blanca hasta enero.
Como vivo en un piso pequeño, y el mayor, que ya tiene 6 años, se las sabe todas, no vi lugar donde esconder los regalos. Total que tuve la brillante idea de ir al piso de abajo y pedirle a mi vecina como favor si me los podía esconder hasta el día 24. Es una vecina a la que conozco un poco. No mucho. Pues nada, que ayer tuvieron fiesta. Se oía un jolgorio de niños tremendo. La fiesta duró horas y al principio no pensé nada, hasta que de pronto se me ocurrió que mis regalos podían peligrar con tanto niño correteando por ahí.
Por la noche, cuando se acabó la fiesta, bajé a picarle a la vecina, y cuál es mi sorpresa cuando fríamente me dice que los regalos "han volado". ¿Cómoooo? ¿Mis regalos? ¿Los que te dejé? Pues sí, que ya no estaban. Le pregunto que cómo puede ser, que cómo no me los ha guardado. Le pregunto que dónde están ahora esos niños y me dice que ya deben estar viajando de vuelta a MArruecos... Que todos eran primos y sobrinos que vinieron a verles a ellos. He de decir que mi vecina es de MArruecos. Me repite una y otra vez "¿Y yo qué quieres que haga?" Al final , la conversación sube de tono y me cierra la puerta en las narices renegando en su idioma.
¡Y ahora qué! Me tengo que fastidiar. Encima el marido de esta mujer también ha dejado de saludarme de la noche a la mañana, como si yo fuera la mala.
No lo entiendo. No lo entenderé nunca. ¿Cómo pueden haber dejado que robaran esos regalos, los abrieran, se los llevaran??
Ahora cómo compro más? ¿Cómo? He llamado a la policía, no demasiado convencida, y tampoco ha servido de nada. No pueden hacer nada. Me han dicho que sólo pueden pasarse y hablar con ellos, pero nada más.
Qué rabia. Gracias por escucharme. Desde luego fue un error confiar. Fue un error confiar... Estoy triste, y no por el dinero, sino por el tiempo invertido en seleccionar cada uno de esos regalos.