Acabo de ver lo de Petronor ( ayer estaba enredado con otras cosas ) y, efectivamente, nadie dice que sea fácil. Pero ese argumento de que somos débiles y, por tanto,corruptibles; y que no podremos, siendo consecuentes, combatir a los corruptos es peligrosísimo. Por supuesto que tendremos que contar con la naturaleza humana, con nuestra debilidad, pero podremos establecer algunas reglas de partida que dificulten que los intereses privados de unos pocos se impongan a los de todos. No hace mucho que se abolió definitivamente la esclavitud. Seguro que muchos esclavos , bien tratados y alimentados por sus propietarios, encontraron la nueva situación en la que tenían que asalariarse como menos ventajosa. Sin embargo, eso supuso un salto importante en la historia de la emancipación humana. Y esto, cuando seamos capaces de poner nuestra salud y dignidad por encima de un salario ( que llegará, P. ) , supondrá otro salto.
Reconozco, P., que somos imperfectos, débiles, miserables a veces. Pero otras, sublimes. Lo importante es la tendencia. Hace 40.000 años que triscábamos de rama en rama , y 20.000 que nos zampábamos a nuestros enemigos. Hace poco, teniendo en cuenta la edad de la Tierra , que hemos bajado de los árboles. Hoy saltamos de continente en continente sin pestañear, y lo que nos mola es la nouvelle cuisine. Algo hemos cambiado. Y lo que tendremos que cambiar para que esa tierra, que nos acoge y alimenta, no reviente extenuada por nuestra culpa.
Justificar la corrupción porque todos somos corruptibles potencialmente ( o porque lo estamos deseando, directamente ) es un argumento que perpetúa las situaciones de dominación. Eso explica porqué muchos siguen votando a delincuentes, lo que conviene a los dominadores.
Seguro que conoces la novela de Rafael Chirbes, "En la Orilla", que describe la devastación, humana y económica, que la generalización de las políticas de enriquecimiento fácil y la socialización de la máxima de "tonto el último" han producido en el oriente español, escaparate de la península. No apunta directamente soluciones, no es misión de un artista. Pero después de leerla te harás a la idea de que resignarse a chapotear en ese caldo insano es la manera más directa de acabar en la ruina. Económica y personal. Nademos, pues, con todas nuestras fuerzas , antes de que la mierda nos engulla.
Y ahora prometo solemnemente que, vistos los churros moralizantes y presumiblemente indigestos que me salen, voy a callarme y hablar sólo de bicis durante los tres próximos meses.
Comohaydios.
Ah. Y el que no haya leído la novela, no tiene perdón de dios tampoco.