Hago un canto en honor a mis michelines, que años de placidos yantares, y tardes bucólicas me han proporcionado, de las carnes exultantes y triunfantes, de la pechuga abundante y victoriosa ante el acoso de los sujetadores, fajas, refajos, y demás instrumentos inquisitoriales.
De la lorza perimetrica, de la nalga esférica y abundante, de la papada desafiante, y despreciar a todos esos melifluos, que se amilanan ante una beldad boteril, una gracia esplendorosa, confieso que me aterra lo magro, la escasez carnal, las melindres gastronómicas no van conmigo.
Abomino de las dietas, de los fissnes, de los gim jazz y demás artes pérfidas, que consisten en saltar, dejar trémulas las lonchas tan esforzadamente conseguidas, de los gimnasios antros de corrupción como nunca jamás se han visto.
Reivindico la belleza del gordo/a, y me cago en la alcachofa, en las algas, y en demás inventos alienantes.
VIVAN LAS LORZAS BIEN PUESTAS COJONES¡¡¡¡¡