Tres días de mar y montaña
Viernes 25 de marzo de
2012
Así luce la nueva niña cargada en casa... son las seis y media de la mañana...
Antes de las siete de la mañana ya estamos la bici y yo en la Estación del Norte. Ya se que es muy temprano, hemos quedado Voro, Gonzalo y yo poco antes de las
ocho para tomar el tren Regional que sale a las 8:05 en dirección a
Castelló donde nos espera Agustín.
Pero lo cierto es que hay una razón muy especial para estar a esas hora tan exagerada en la estación, razón que no viene a cuento en este cuento y ahí se queda. Raudo aparco la bici en la cafetería lateral de la estación y pido mi cortadito, el cual necesito a pesar de haber desayunado copiosamente café con leche y más de medio tubo de galletas en casa.
Mientras re-desayuno y miro los bonitos edificios de la calle Bailén pienso en que apenas he dormido esta noche. La inminencia de un viaje, por pequeño y por terreno conocido que sea , me sigue inquietando y minutos antes de las cuatro y cuarto de la mañana, sin apenas haber dormido decido apagar el despertador y sigilosamente levantarme para no molestar a la familia en tan intempestiva hora.
Ciertamente no he descansado, pero me encuentro fuerte y con ganas de estrenar la nueva bici con carga, exactamente con mucha carga, que hasta ahora solo he hecho con ella salidas de un día y alguna que otra ruta montañera, en las que todo sea dicho de paso la muchacha se ha portado como una campeona.
Poco antes de las ocho llega Voro en el Cercanías procedente de Algemesí, bueno el tren vendrá de mucho más lejos, pero él se subió en su pueblo, que para eso tiene una flamante estación. Hacia ya meses que no nos veíamos tras nuestro maravilloso viaje por tierras francesas de hace dos veranos... (cómo pasa el tiempo de rápido), tan sólo coincidimos hace unos meses de forma casual y breve en ese mismo punto, él iba y yo venia.
Llega, nos saludamos y me guarda la bici mientras voy a los servicios de la estación, ya tenia ganas de que llegara para entre otras cosas poder ir a tan necesaria misión, que como dirían en mi pueblo ya hacia mucho rato que me estaba atacando el enemigo. No tarda nada en llegar el tercero del grupo. A Gonzalo lo he visto en bastantes más ocasiones en todos estos últimos meses ya que hemos coincidido en algunas salidas con grupos ciclistas de la zona. Subimos al tren... apenas hay usuarios, genial porque podemos acomodar las bicis e ir sentados y lo típico... contarnos las batallitas y novedades como si en lugar de hacer mogollón de tiempo de no vernos, pareciese que fuera anteayer la última vez en compartir rodada. Esa es una de las virtudes de la amistad.
Llegamos bastante tarde a la estación de Castelló, las nueve y media o tal vez más tarde. Justo en lo alto de la rampa mecánica nos espera Agustín, vestido al más puro estilo de ciclista machaca y sujetando su querida y resucitada Mendiz. Saludos de rigor pero con la efusividad propia de la primera vez, (aún no nos conocíamos en persona) y... cómo no,
el ritual de siempre, primero que nada cortadito a la cafetería... bueno yo hice un segundo viaje a los servicios... se ve que la cosa no quedó bien cumplimentada en los de la estación de Valencia.
Durante la conversación cafetera, Agustín se muestra como es, un ser entrañable que da y recibe a puñados. En él todo es franqueza, palabras cargadas de confianza y un poquito de dolor que asoma y no disimula. Comparte con nosotros duras vivencias y felices coincidencias.. Las bicis nos salvan... dice y yo añado, las bicis nos unen, con eso me quedo.
Agustín plantea, mar o montaña? Bueno no exactamente, pero se parece y decidimos el carril que nos lleva al mar, ¡Faltaría más! Y en un plis siguiendo el trazado del Tram nos encontramos en el Grao de Castelló, en un carril bici petado de gente y de patinadores (no sólo es festivo para nosotros, para el resto del mundo también). Y el mar precioso... el mar siempre está precioso y hoy aún más y emprendemos la ruta playera hacia Benicasim, al que se llega fácilmente y en donde aprovechamos para tomar un tentempié... ¿qué menos no?
Así luce esta mañana la Vía Verde...
Al salir de Benicasim tomamos la maravillosa Via Verde que la une con Oropesa. Bien bonita y bien petada de gente, caminantes, patinadores, ciclistas... aquello parecía una romería y rápidamente en Oropesa atiborrada de turistas en las terrazas de los bares y la rampa hasta la torre y el faro. Parada obligatoria para foto y observar las vistas desde arriba. Al final de Oropesa Agustín tiene que despedirse que ya es más de la una de la tarde y aún tiene hora y media para llegar a casa. Despedida y un gran hasta pronto. Teóricamente teníamos que habernos vuelto a ver antes de finalizar la ruta, pero esto no pufo ser, por las razones que poco más arriba en este mismo hilo de Caminillos de Levante él ya expuso.
Oropesa...
Poco antes de tomar los caminos que nos sirven para adentrarnos en el Prat de Cabanes, nos acercamos al paseo marítimo en exceso y al menos yo pillo un poquito de barro arenoso que se adhiere a las ruedas y tirantes de la bici que endemoniadamente me acompañará en toda la ruta... que feíta está la pobre bici con esa porquería.
Los caminos son dulces de rodar por lo asfaltados, por la ausencia de viento, porque vamos agusto... tan solo pillaremos un poquito de piedras, apenas unos metros para cruzar un barranco poco antes de llegar a Alcocebre. Por el camino nos sorprende la gran abundancia de norias (por aquí las llamamos senias), algunas en muy buen estado, otras, las pobres
hechas una pura ruina, por lo general por haber perdido su función.
Jeje.. me fijé en los detalles y no tengo ninguna foto de vista general de las senias...
Hace algo de vientecillo fresco y al resguardo de una caseta de aperos de labranza nos montamos un picnic estrenando la bota de vino que Voro a añadido a nuestras pertenencias obligatorias de viaje, ahora no solo llevamos taburete, sino también bota de vino, estamos hechos ya unos profesionales de la supervivencia agusto.
Retomamos el camino, nuestra idea era hacer poco más de cincuenta kilómetros y pernoctar con nuestras tiendas de campaña en el Camping Tropicana... pero no pudo ser, misión imposible. Estaba petado de campistas, ni un mini hueco libre. La chica de la recepción. nos gestiona la pernocta en otro camping, pero a 18 kilómetros deshaciendo el camino andado. En Torre la Sal. Pues nada, allá que nos vamos por el camino que nos indica la misma recepcionista... mala idea... debimos tomar el mismo camino que trajimos... pero vaya, vueltas y más vueltas pasando hasta tres veces por el mismo sitio y mucho antes de Torre la Sal encontramos el Camping Torrenostra, por el que pasamos apenas después
de comer. Entramos, preguntamos y divino,.. hay plaza!... vaya si hay plaza, tantas que se podría decir que el camping estaba casi desierto. Anulamos la reserva en la otra instalación y nos quedamos aquí. Camping limpio, muy prudente de precio y con bar para cenar.
Gonzalo estrena la tienda que tenia ya comprada hace más de un año. Montamos e ipso facto empieza a chispear. Después de un día tan soleado y caluroso esto parece una broma... pero nada, apenas es una llovizna que tomamos como estupenda excusa para meternos en el bar a tomar unas cervecitas con papas y olivas y a matar el tiempo hasta la hora de la cena. No hay mucho que escoger en la carta, habían tenido mucha clientela en días previos y apenas les quedaba de nada... pero cerveza sí, pues ya estamos salvados. Bueno también les quedaban algunas verduritas a la plancha, patatas fritas y algo de cerdo y pollo para acompañar las cervecitas.
Infusión de manzanilla y al saco.
Al final... aún corrimos casi setenta kilómetros... y yo tan feliz por reencontrarme con amigos, con la tienda de campaña y con la rodada fina y potente a la vez de esta nueva bici.
Sábado, 26 de marzo de 2016
Paz y tranquilidad en la mañana, las tiendas tienen algo de condensación en el doble techo, pero nada que una buena sacudida y el solecito de la mañana no pueda arreglar. Desayunamos allí mismo. Gonzalo estrena también su flamante hornillo de gas. ¡Aquí hoy todo son estrenos!
Salimos sin grandes madrugones ni grandes prisas y volvemos a andar el camino que desandamos ayer... por algún sitio seria la cuarta vez que pasábamos en menos de veinticuatro horas. ¡Somos unos fieras!!! Nos adentramos en Alcocebre para buscar un super donde comprar avituallamiento para el día. un Spar gigantesco tiene todo lo que necesitamos. Compramos y ala a la Serra d'Irta.
Camino en la Serra d'Irta... ideal para que los automóviles te llenen de polvo...
Voro documentándose...
Divino el sonido de las olitas sobre las piedras y no menos divino el sol!
Tal i como avanza el camino en Irta, rincones preciosos de mar a cada curva.
Este es un paraje bastante bonito con el mar a un palmo, con playas y calas de cantos rodados, algunos muy gordos y también mucho todo-terreno que levantan una molesta polvareda a su paso. Siempre hay gente muy desconsiderada. El camino sube y baja, aunque sube más que baja, está en bastante mal estado y no resulta nada cómodo, al menos así lo veo yo. Paradas. fotos (especialmente de mis compañeros que yo sigo fotográficamente vago). Y parada para comer de picnic en las instalaciones de la playa de... uis no recuerdo el nombre, pero vaya es la única con instalaciones de picnic y papeleras y contenedores de basura (repletas por cierto) y con bastante público.
Tras la comida emprendemos la que sería la subida mas seria del viaje, la cuesta hasta la Torre Badum... joder... como cuesta la cuesta! Pero para mi honra y orgullo la subí tras de Voro sin bajarme de la bici... seria la primera vez que lo consigo después de haber pasado ya en varias ocasiones por aquí.
Y... Torre Badum conquistada!
Una vez arriba y tras unas fotos de rigor nos pringamos las manos a base de bien arreglándole la cadena a la bici de una parejita que también acababan de subir. Se había incrustado entre el plato pequeño y el cuadro de la bici; pero ningún problema, les. solucionamos la papeleta a base de ingenio y una piedra.
Mi compañera mirando ya hacia Peñíscola.
Tras el alarde de mecánica básica, bajada pronunciada hasta Peñíscola, cortadito, buen ambiente y de nuevo las bicis hasta Alcalá de Xivert por la vía de servicio de la CV-10 con bastante sube y baja hasta que llegamos al camping que teníamos previsto. En realidad es una gran instalación que aspira a ser camping residencial de alto copete, pero de momento permanece casi desierto, sólo ocho residentes..
Cena en un bar, unas pizzas de verduritas, gigantes y muy buenas y a la tienda a dormir.
Domingo, 27 de marzo de 2016
El cambio de hora nos juega una mala pasada y tras el desayuno a pie de tienda y pagar el gasto en la recepción, salimos tardísimo, pero tarde de verdad. El destino de hoy será Cabanes. El tiempo fresquito pero genial y soleado como los anteriores.
Cortadito en un bar de Les Coves de Vinroma. Domingo de Resurrección y fiesta de los Quintos del 2016. Todos guapos y guapas con remolques de tractor con unas tartas descomunales...
Preciosa fuente en Les Coves de Vinroma aledañas al Lavadero Público
El día no resulta excesivamente duro de rodar, mucho paisaje de algarrobos y olivos super viejos. Este día hacemos bastante carretera, la CV-10 esta muy tranquila a estas alturas, aquí todavía no es autovía y rodamos bastante bien Cabanes donde nos desviamos a la entrada para ir a ver el famoso donde los haya Arco Romano. Un monumento funerario aledaño a la Via Augusta. Via que tomamos y en sus primeros metros formidable pero no tardamos en encontrarnos en medio de un río de pedrolos imposible de ciclar... pero no hay alternativa de vuelta atrás.
Al final el destino no seria Cabanes sino una cabaña en La Pobla Tornesa, La Casita de la Luz o algo así, pequeña pero nos acomodamos los tres divinamente. En el pueblo no hay ningún bar abierto y lo único que conseguimos es dos barras de pan y unas cervezas y nos vamos a cenar de lo que llevamos en las alforjas a la terracita de la cabaña y a dormir.
Lunes, 28 de marzo de 2016
Lunes de Pascua, amanece fresquito y nublado. La rodada de hoy es sencilla y corta. Paralelo a la autovía CV-10 hay un carril bici con unas rampas afortunadamente en bajada del 14 por cien... y un camino vecinal que tomamos hasta llegar a Borriol y en nada carril bici que nos lleva directamente al punto de partida, la estación del tren de Castelló. Tren y a casa y como resumen... unos días de muchas risas, de buen tiempo, de buena rodada de mar y de montaña