DÍA 2.- 23 de octubre.
Desde Olhâo hasta Faro hay escasamente 7 kilómetros, pero deben hacerse por la N-125, que en este tramo es autovía. Como que no nos hacía ni pizca de gracia circular por la autovía decidimos hacer este tramo en tren y así también nos serviría de ensayo para cuando tuviéramos que hacer el viaje de regreso.
Nos dirigimos a la estación y después de desayunar en su cantina tomamos el tren de las 8:15 (1,40 €).
Preguntamos a la taquillera y nos dijo que el compartimento de las bicicletas estaba en la cabecera del comboio, por lo que nos colocamos al principio del andén.
Cuando llegó el tren vimos que la puerta para entrar las bicicletas estaba, a más de un metro y medio de altura y no sabíamos como íbamos a subirla con lo cargadas que estaban.
En el compartimento ya había una bicicleta y dos personas que enseguida nos echaron cuatro manos para ayudarnos a subir las bicicletas y a colocarlas después. La sorpresa vino cuando una de esas personas resultó ser el maquinista.
Una vez llegados a Faro nos ayudaron a bajar las bicicletas y empezamos nuestra segunda etapa.
Debo decir que en la estación de Faro fue mucho más fácil ya que los andenes los habían elevado unos 50 cm, mientras que en Olhâo todavía estaban de obras, en Lagos veríamos que también estaban altos, no obstante, para subir una bicicleta cargada una persona sola lo tiene crudo.
Salimos de Faro y pasando por Montenegro ya cogimos el camino de tierra de la Vía pero con mucha falta de señalización, menos mal del track en el garmin, porque en un cruce, a pesar de mis magníficos croquis me lo pasé y mi colega se dio cuenta de que nos salíamos del track.
A partir de aquí empezaron las urbanizaciones de lujo, Quinta do Lago, Vale do Lobo, etc. y más campos de golf que los que había visto en toda mi vida.
Llegamos a Quarteira y en su paseo marítimo paramos a tomar unos sandes mistos de fiambre y queijo con unas cervejas y unos cafés pingados.
El paseo marítimo de esta localidad es verdaderamente espectacular.
Después continuamos por Vilamoura con sus amplios paseos ajardinados saliendo de esta urbanización, como no podía ser de otra manera, dejando a izquierda y derecha campos de golf.
De aquí a Olhos de Agua y desde esta localidad nos dirigimos a Albufeira donde comimos en un restaurante.
A nosotros comer para después seguir pedaleando no nos hace ninguna gracia, por lo que del menú escogimos media dose, es decir media ración, pues bien, sólo nos comimos la mitad si es que queríamos continuar.
Desde Albufeira, pasando por Vale de Parra, Pêra, Alcantarilha y Porches llegamos a Lagoa, donde pensábamos acabar la jornada, pero como todavía era temprano y no estábamos cansados, ya que la temperatura había bajado algo con respecto al día anterior, decidimos continuar.
Salimos de Lagoa siguiendo la Vía por una carreterilla, por supuesto entre campos de golf que nos llevó a Ferragudo y desde aquí cruzando el río Arade llegamos a Portimâo después de 77 kilómetros de paisajes espectaculares.
Lo primero que hicimos fue, pedaleando tranquilamente por su paseo marítimo, dirigirnos a la Residencial D. Carlos I , donde nos dieron dos habitaciones
magníficas con cuarto de baño completo y un lugar donde dejar las bicicletas bajo llave, al precio de 25 € cada uno en su quarto duplo con ocupaçâo single.
Después del correspondiente aseo nos fuimos al Paseo Marítimo a tomarnos unos gin-tonics para preparar el estómago para lo que vendría después.
Recorrimos el paseo hasta llegar al puente de entrada a la ciudad y pasando bajo uno de los arcos llegamos al Largo da Barca, una pequeña plaza llena de restaurantes.
En la Taberna Dona Barca nos metimos entre pecho y espalda una cataplana de peixe que estaba para mojar pan (que es lo que hicimos), regada con vinho branco da terra y un chupito de remate.
De aquí a la cama que el día ya había dado de sí.
DÍA 3.- 24 de octubre.
Empezamos el día a las 6:45 de la mañana, para nosotros las 7:45, todavía de noche, nada más salir de la pensión preguntamos al conductor de un todo terreno de lujo, dónde podíamos tomar café. Ni corto ni perezoso nos dijo que lo siguiéramos y acoplándose a nuestra velocidad nos llevó a una cafetería pastelería que abría en aquellos momentos, después de darle las gracias efusivamente nos dispusimos a desayunar mientras el día iba aclarando.
Debo decir que todos los portugueses con los que hemos hablado, ya sean camareros, empleados o simples ciudadanos a los que les hemos preguntado nos han tratado con una cortesía exquisita ofreciendo más de lo que habíamos pedido como es este caso.
Afortunadamente la cafetería estaba en nuestra ruta y no tuvimos que desviarnos para reemprender nuestra Eco Vía.
De Portimâo nos dirigimos a Alvor y desde aquí a Lagos donde llegamos después de 23 kilómetros de ruta y bien tempranito.
Visita turística de Lagos, incluyendo su mercado, sus calles del centro, su puerto, el Forte Ponta de Bandeira, la muralla, etc.
Antes de dirigirnos a la estación para coger el tren nos tomamos un segundo desayuno ya que teníamos tres horas de viaje.
A las 12:53 cogimos el tren (10,40 €) acomodamos las bicicletas en su compartimento sin ningún problema (la experiencia es un grado) y empezamos a disfrutar del trayecto.
Hay algunos trenes que terminan en Faro y allí hay que enlazar con otro que empieza en esa estación para hacer el trayecto hasta Vila Real, pero éste no fue nuestro caso y no tuvimos que hacer transbordo.
A las 15:51h. llegamos a Vila Real y vuelta a pedalear hasta la Estación Marítima a tomar el transbordador de las 16:30 (17:30 hora de España), en quince minutos estábamos en Ayamonte donde nos fuimos directos a un bar a comer a base de tapas y cerveza Cruzcampo (agua mi colega que tenía que conducir).
Cargamos las bicicletas y después de hora y media de coche estábamos en casa contentos por la ruta tan bonita que habíamos hecho, por lo bien que lo habíamos pasado, por lo bien que habíamos comido, por el buen tiempo que habíamos tenido y sobre todo por la amabilidad de los portugueses.
NOTA: NO ME DEJA COLGAR FOTOS, INTENTARÉ PONERLAS EN SUCESIVOS MENSAJES.
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