...alncanzar los cero grados Kelvin en bici? A mí me parece que sí. Creo que esa es la temperatura a la que estaban mismanos cuando he llegado esta noche a mi portal procedente del curro.
Desde luego, estaban por debajo del punto de congelación. Los 10 kilómetros de distancia se me han hecho eternos. A los pocos minutos de iniciar el recorrido tenía en las puntas de los dedos la misma sensibilidad que las de la momia de Tutankamón.
A pesar de que llevaba dos pares de guantes (unos finos de seda y encima otros cortavientos) poco a poco se me han ido cryogenizando el resto de las falanges. (No, no esas no, las de los dedos, hombre). Creo que mi conocimiento de la lengua castellana se queda corto para definir con propiedad el dolor que sentía.
Una vez llegado a destino he tenido que estar un rato con las manos bajo los sobacos para descongelas los dedos y poder coger las llaves de casa. Es entonces cuando, a medida que se restablecía el flujo sanguíneo, ha aparecido ese dolor intenso y penetrante que me ha hecho jurar en arameo.
Una vez en casa he telefoneado a los principales periódicos capitales para avisarles de que si recibían llamadas contando que se habían oído aullidos en las inmediaciones del parque Juan Carlos I no les prestasen atención, que había sido yo.
Jodó con la puñetera ola de fríiiiio.
Por cierto, que los cubrebotas del Decathlon, esos que tienen cremallera vertical en la zona del talón, obran maravillas. Mis pies han llegado en perfecto estado a pesar del frío y de que debajo sólo llevaba unas deportivas y calcetines semigruesos.
Otro tanto digo del capelo cardenalicio cortavientos de Gore. La cocorota y las orejas, perfectas. Ni atisbo de frío. Os los recomiendo.