Hay un hombre mayor que camina por el borde de la carretera. Viste bastante clásico. Le voy a preguntar algo. "Ya es hora de empezar a informarme", pienso.
--Buenas tardes! Disculpe... una pregunta. ¿Sabe si por allí arriba hay un camino para ir por el parteaguas de la sierra?
--No te oigo--. Y se me acerca.
Le hago sitio para que no esté en medio de la carretera.
--Sí... le preguntaba si allí arriba hay un camino que va justo por la cresta de la sierra.
--Sí, claro. ¿Dónde quieres ir?
--Quiero ir serpenteando por los picos y luego bajar más o menos a... espere un momento que lo miro aquí en la hoja... a Canales.
--Tienes que subir por la pista del Lugar del Río, y luego llegas a un refugio. Sigues todo para arriba. Luego te encontrarás con una curva larga larga...
--Ah, sí, la he visto en los mapas... y luego empieza a subir en zig-zag, ¿verdad?
--Coronarás allí arriba. ¿Ves ese pico lejano a la izquierda? Allí. Es un cruce al que se le llama Tres Cruces. Y verás una pista a mano izquierda. ¡Tú sigue recto!, y de allí tienes todo bajada.
--Ah, ¿sí? ¡Qué bien! Una cosa... ¿hay asfalto?
--No--, me responde dándolo por descontado.
--Ah. ¿Y el firme cómo es?
--De pizarra, con algo de piedras.
--¿Piedras?
--Sí--, me contesta mirándome las ruedas y dándoles el visto bueno.
--¿Habrá mucha nieve?-- le pregunto expectante, --porque vengo de Miranda y desde los montes de allí he creido ver las pistas nevadas.
--A lo mejor te podrás encontrar con algún ventisquero, pero ya podrás pasar con esta bici, me imagino.
Me quedo con la segunda parte de la frase, en la que supone que sí lograré pasar, y ni siquiera le pregunto qué es un ventisquero (ya que no lo sé). Me figuro en mi cabeza que es un estrecho pasillo en donde sopla viento fuerte.
--Voy mucho por allí arriba. Me paso un mes y medio por la temporada de la palometa. ¡El mejor mes del año para mí!
--¡Entonces la conoce bien! Por cierto, en los mapas he visto que hay un refugio. ¿Cómo es? ¿Está abierto a todos?
--Claro.
--No, ¿sabe?, es que me encontré una vez uno cerrado, que se ve que lo usaban sólo los cazadores.
--Está abierto y tienes incluso para hacer lumbre. Y tendrás leña y todo. Y si no, tendrás que ir a buscarla fuera. En donde se acaba la brea, justo allí está el refugio.
Seguimos hablando de las posibilidades de los caminos y nos despedimos:
--Pues, tiro para allá. ¡Muchas gracias! Que pase una muy buena tarde.
--Tú también. Adiós.