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VANCOUVER

  • 16 de May de 2017
  • 14320 kms

Hace 3 semanas que partí de Hanoi a Vancouver pero parece que hace meses con tantas cosas y emociones pasadas.

Le cambié los zapatos a Quiscolina y muchos más retoques que necesitaba. Sin problemas en el aeropuerto, si olvidamos que había perdido mi vuelo original, y me libré de pagar los 200 € por exceso de volumen.  Buen vuelo con Japan Airlines, siempre muy amables sus empleados, tanto en tierra como en el avión, y buena comida incluso. Mali fue mi compañera de charlas y apenas dormimos, ahora vive lejos de su Japón pero su familia lo tuvo que aceptar. Ahora debe enseñar a su marido a montar en bici para que este le enseñe a su hijo de 5 años. La espera en el aeropuerto de Tokio fue de 11 horas y no vi kimonos. Este cambio de día de hoy a ayer que se produce cuando se cruza de oeste a este sobre el océano Pacífico es tremendo. Si venía de estar 7 horas por delante respecto del horario de España, ahora estoy 9 horas por detrás. Volé desde Japón el jueves por la tarde y llegué a Vancouver el jueves por la mañana. Es como si ganara un día en mi vida pero esas horas las había perdido en los cambios horarios cruzando Europa y Asia. Las vistas desde el avión al llegar a Vancouver fueron fantásticas. Todas esas islas, montañas nevadas, bahías, ese verdor de nuevo y las casas ordenadas, era otro mundo. Y el silencio al llegar, como en Singapur. Lo primero montar la bici. Vaya, no sellaron con cinta el fondo de las cajas en la tienda, pero no falta nada. No llevo llave para los pedales y siempre debo encontrar quien me ayude. Listo para pedalear! Hace sol pero se nota el fresquito de esta latitud. Huele distinto, son los abetos y esta vegetación frondosa. El primer problema es la carretera, autopista o calles locales, está claro. Otra vez al caos de camiones para llegar a casa de Terry a 42 km, me invitó para una semana cuando nos conocimos en Calcuta.  Circulan rápido y el arcén está sucio y peligroso. Voy muy cansado por el estrés y el no dormir estas dos noches así que no cogo la ruta para bicis que llevo y que sería más larga y cansada. Descubro que el viento será casi siempre de sur a norte en Norteamérica, otra vez a pelear. Cuesta encontrar las casas con estas direcciones de números largos. Al fin llego a uno de esos barrios de película, todas las casas son perfectas con sus jardines y rodeadas de árboles. Eso sí, cuestan millones. Terry y Annete me reciben muy bien. Cena a las 6 de la tarde y paseo por la Bahía comiendo un helado. Esta es una zona de àguilas, ballenas y focas, pude ver una.   Son jornadas de lluvia y calculo salir en 5 días. Desayunar y comer al estilo americano es delicioso, crema de cacahuete, mantequilla, sirope y otras muchas cosas. Tienen productos orgánicos y cocinan con aceite de coco, ahí nos llevan ventaja.  Descubro otros deportes como el hockey hielo (rey en Canadá), el béisbol y como no, la NBA. Todo espectáculo y no puede faltar el himno. Nosotros practicamos otro deporte, el poker «Rumi» y les gané alguna vez. Annete tiene dos trabajos, en una floristería y en casa haciendo figuras de molde preciosas. O sea, siempre trabajando. Tiene una de esas famosas listas de cosas para hacer en la vida. Su carácter es fuerte, la prueba es que un día se cortó en el brazo y fue tan tranquila al hospital a que le pusieran 7 puntos. Mientras, cociné una supertortilla para ellos. Las luces están  siempre encendidas en las casas. Ellos dan gracias antes de cada comida pero no hay símbolos religiosos. Estoy en White Rock pero todos los sitios son parecidos con comercios por doquier, aunque son bajos y forman parte del paisaje.  Algo complicado son las medidas. En Norteamérica todo se mide o pesa en libras, pounds, millas, Fahrenheit, etc. Al menos es fácil comunicarme, a veces. Con incertidumbre sobre el clima, dónde hospedarme o la comida, parto. Despedida cariñosa y me dirigo a la frontera feliz pensando que adiós visados y vuelos...pero. «Irán?» me dice en la frontera el agente Cook ( al lado estaba Atilano). La ESTA no es un visado y si visitas un país de los malos, aunque seas europeo, tienes que sacar visado. Por si acaso me ficharon, preguntas y más preguntas sobre Irán, espera un poco sentado, toma de huellas, de retina, más esperas y preguntas durante tres largas y agobiantes horas. Me permito bromear con el agente sobre si comemos juntos, dada la confianza. Y, al volver a Canadá, pudo haber un desastre mayor. De casualidad no sellé mi salida en el pasaporte, si lo hubiera hecho estaría en el limbo, sin poder cruzar a ninguna parte. Aún así el agente no colaboró mucho en dejarme pasar.  La sorpresa fue para Terry y Ann, no muy contentos. Con el móvil parecía imposible gestionar el visado y hasta comencé a mirar vuelos a México. Madrugón, voy en bus con Quiscolina delante y luego otra hora pedaleando lloviendo al centro. Por la mañana voy al consulado estadounidense en Vancouver y me dan instrucciones. En la gran biblioteca pública uso un ordenador para completar mi solicitud aunque fue un quebradero de cabeza durante dos horas. El problema es adjuntar una foto, así que a buscar tiendas, hasta eso lo hacen grande.  Debo volver a White Rock y ni comí. Allí me reciben hoscos y me debo ir mañana. Con tensión consigo terminar mi solicitud desde su ordenador, imprimir y que Terry sea el que recoga mi pasaporte (tiene que ser alguien local). Sólo falta la entrevista en el consulado, pero al cerrar la página se canceló mi cita y otra noche durmiendo mal. Madrugar otra vez para llamar y pedir otra. Buf!!! Ahora a buscar dónde hospedarme una semana o a saber. De milagro responde Billy, y además vive a 100 metros, ni tuve que pedalear. Ahí empecé a ser feliz! Casita coqueta con perro y dueños ejemplares en su forma de vida. Billy es entrenador personal y cuida mucho la cuestión mental. Adora las bicicletas, las considera el culmen de la evolución humana. Trabaja en su propia casa y lo mismo que su esposa Jane. Una vida interesante con grandes lecciones y ahora cura con las manos. Famosos pancakes y porridges que nunca olvidaré, ni tampoco a Zoë, la perra que adoptaron y que prefería la compañía humana que canina.  Tengo una tarde tranquilo paseando por una laguna. Acaban de nacer unos patitos y ya ocupan memoria en mi cámara. El viento hace llover pétalos sobre el sendero y el frío me conquista. Vuelvo cerca de casa de Terry a coger WiFi. Debo responder unas preguntas para la entrevista de La Voz de Galicia. Dormiré en el gimnasio, junto a los tambores que Billy usa para sus clases de ritmo africano, otro sitio para mi lista. Dormí a gusto, después de otra gran cena y delicioso té. Abundan los Thrift Store con productos de segunda mano y a muy buen precio. Billy prefiere uno que gestiona bien el ejército de salvación. Otra forma de ayudar.  Imprimí más papeles que podrían pedirme en la entrevista y sigo buscando warmshowers para dormir en la ciudad, pero sin suerte. Billy y Jane se van de finde y ella me consigue sitio a 1 km de distancia.  Es Sheila, otra persona más que también trabaja desde su casa, tuvo a su hija estudiando en Coruña y sabe algo de gallego y castellano. Le encanta cocinar y tener invitados nuevos cada semana. Su proyecto es ir haciendo todas las recetas de un famoso libro de esa manera. Allí nos juntamos varias personas, casi todos desconocidos entre si. Varios están casados por segunda o tercera vez. Buena cena, buen vino y charla, ah! Y jugamos al Tenzi, un invento de un familiar que está siendo un éxito. Sheila se va a California y me da la confianza de quedarme sólo en su casa. Voy de ruta dominical con sus amigos pero mi ritmo es más lento y sufro algo los 50 km y eso que son talluditos. Gran ruta entre barrios idílicos, vistas a la Bahía, águilas, plantaciones de arándanos... Senga me ofrece ir a su casa después de la entrevista. Muy amable. Salí en el periódico y sigo teniendo más peticiones en Facebook. Veo las pelis Up, Alma Salvaje, The Fountain y Into the wild. Sólo respondió positivamente Martin desde la ciudad. Voy a la entrevista para el visado USA. Hago tiempo observando el discurrir de la gente. Están contentos con este sol después de un duro y largo invierno. Voy pronto al consulado y menos mal. Una hora pasando controles para 6 minutos de pocas preguntas y llevé papeles para nada. Supongo que no habrá problema. Tranquilo pero agotado por la tensión, busco un saco de dormir bueno. En Canadá todo se paga con tasas, es decir, el saco (u otra cosa) costaba 89€ pero pagué 100€. Me relajo en un parque junto a la laguna mientras están rodando una película y otros pasean. Es como la película de mi vida y a lo mejor alguien está filmando.   Fue difícil encontrar a Martin y su carácter también. Decido quedarme sólo un día con él pero suficiente para tener una experiencia diferente. El es voluntario en una iglesia Baptista y éste es su último día tras 10 años (tiene 23). Al llegar están debatiendo sobre nuestra forma de vida y después organizan las funciones de cada uno. Me tocó retirar los platos de las mesas. Hubo unos 100 sin hogar que fueron servidos atentamente por un buen número de voluntarios. Hablé con gente de ambas partes, James es drogadicto pero con una mente clara. Espero que lo supere. Día agotador pero que aún tuvo una visita a un pub, yo tomé agua. Ese sofá en casa de Martin fue perfecto.  A la mañana visita al Stanley Park con toda la Bahía alrededor y gente haciendo deportes.  Ya tengo mail de que el pasaporte está listo. Voy a casa de Terry porque es a quien autoricé para recogerlo pero està ocupado «tomorrow» dice. Más suspense, está muy seco y no lo entiendo. Me esperan Senga y Geoff en su casa en el que espero sea mi ultimo día en el país. Antes tengo que regar las plantas de interior de Sheila. Afuera me riega la lluvia y de esa guisa me reciben. Junto a la chimenea entro en calor y ambiente familiar con ellos. Senga también cocina muy bien, ese cordero da fe. También ellos concuerdan con mi forma de ver la vida, él es extrabajador de la NASA y ella fue profesora. Gran despensa y con calidad en sus productos, además nunca les falta el buen pan. Abrazo de despedida y a casa de Terry otra vez. No. Por el camino leo mensaje de que se le rompió el coche. No está en casa y consulto a Jane. Es fantástica! Llamó a correos, imprimió una autorización y me llevó a 20 km. No cola había, y el empleado hasta se alegró del resultado. Tengo el máximo posible, 10 años! Eso sí, en estancias de no más de 6 meses. Como dice Jane, hasta tengo tiempo para buscar esposa. De momento me esperan Don y Par, warmshowers en Burlington. Despedida muy cariñosa de Jane, Billy y Zoë con foto. Y a pedalear otra vez tras mucho tiempo. El sol me acompaña pero el viento es siempre en contra. Falta saber qué pasará en la frontera. Have a safe trip! Todo en regla, otros 6 € y ya estamos en Estados Unidos. Para llorar de emoción. Esta será otra historia. Volveré a Canadá en el futuro, eso seguro. Thanks everyone!!! David

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