Rodadas. Una comunidad de cicloturismo y viajes en bicicleta
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De Mongolia a Estambul

  • 1 año y 6 meses 31 de May de 2001 - 6 de December de 2002
  • 31615 Kms
  • duro
  • mixto asfalto y camino
  • Kirguistán China Mongolia Laos Tailandia India Pakistán Tayikistán Uzbekistán Turkmenistán Irán Turquía

Fue difícil tomar la decisión, hacer un viaje de año y medio: prácticamente lo dejábamos todo atrás. Sólo nos llevábamos nuestra bici con el material necesario. Desde el lago Hovsgol Nuur (norte de Mongolia) hasta la ciudad de Estambul (Turquía) recorrimos 12 países en bicicleta, un total de 31.600 km. Pasamos de montañas a estepas, de desiertos a junglas… Cambios constantes de culturas y gentes. Nuestras mentes se empapaban de cada impresión, intentábamos captar todo los momentos…. Cuando ahora, en casa, leemos nuestro diario nos vienen a la memoria situaciones que casi ya no nos acordamos después de un año y medio pedaleando.

La ruta

De Mongolia a Estambul: Mongolia, China (de Pekín a Kunming –sur de China en tren), Laos, Tailandia (volamos de Bangkok a Calcuta), India, Pakistán, China (esta segunda vez cruzamos los 500 km. de carretera que cruzan el desierto del Taklamakán), Kazajstán, Kirguizistán, Uzbekistán, Turkmenistán, Ir

La parte de la ruta que más te ha gustado

Podríamos hacer una lista de lugares: Mongolia, China, India, Pakistán, Kirguizistán, Irán y el Kurdistán de Turquía. Por la gente, los paisajes y las diferencias culturales.

El pelotón

En este viaje íbamos... 2 persona. Pep Costa e Imma Molis, conductor de ambulancia y maestra

Las bicis y el equipo

  • Tipo de bici: Connor y Kenium (de hierro)
  • Cómo llevabas el equipo: Bolsa de manillar, alforjas traseras, alforjas delanteras, bolsa sobre el transportín
  • En qué plan íbais: Autosuficiente
  • ¿Algo que te sobrara o faltara?: Cuando viajamos nunca echamos en falta las comodidades de casa. Nos sobraron un par de botas de montaña extras que sólo hacían bulto. Con las botas que utilizábamos para pedalear teníamos suficiente. También devolvimos unas mallas y un chaleco de plumas (el de Pep) yo soy más friolera.

El viaje

El mejor día

En un año y medio hay muchos momentos buenos: el calor de la gente, un atardecer, pedalear en los grandes espacios. Uno muy especial fue reencontrarnos, después de 6 años, con Munish (un amigo indio) y asistir a su boda hindú en Delhi. Fue una experiencia inolvidable.

El peor día

El día que la policía nos dijo que teníamos que volver sobre nuestros pasos en el Tibet (era uno de los lugares en donde habíamos puesto todas nuestras energías).

El mayor quebradero de cabeza

Los visados por el tiempo que tienes que perder y porque estás obligado a ir a las capitales; especialmente el de Irán, no había forma de conseguirlo hasta que el embajador vio que íbamos en bicicleta y le dejamos dar una vuelta en bici.

Recomendaciones a alguien que vaya a hacer este viaje

Nuestra jornada solía empezar temprano (excepto algún día de descanso) y durante el día pedaleábamos y nos deteníamos cuando queríamos: para intentar comunicarnos con la gente, para fotografiar una imagen… Nunca fijamos quilómetros ni paradas. Cuando la tarde empezaba a declinar, empezaba la búsqueda de algún rincón para dormir: la tienda, un vivac, debajo de un puente, en un templo, con la policía, en la calle o alguna estación…

Por la noche consultábamos nuestros mapas y decidíamos el camino que seguramente seguiríamos la próxima jornada. Buscábamos siempre rutas secundarias, no las grandes carreteras que unen las ciudades. Nuestro interés eran los paisajes, los pequeños pueblos y sus gentes.
Dormir

Era tarde el día que llegamos a Beijing. Vimos una plaza en donde dormían vagabundos y pensamos que no se estaría tan mal. Cerca había un portal que parecía abandonado. Arrinconamos las bicicletas, estiramos la colchoneta y, a dormir se ha dicho. Nadie nos molestó. Por la mañana cuando nos levantamos se nos acercó un hombre y una mujer, él llevaba una palangana de agua caliente para que nos pudiéramos lavar, ella tres melocotones. Quedamos boquiabiertos, en una ciudad de 14 millones de habitantes no nos imaginábamos estos regalos.
Comer

Si el dormir ha sido variado, la comida aún más. Ni siquiera llegamos a descubrir que eran algunos de los productos que probamos. Otros eran conocidos, pero por ahora aún no se encuentran en las cocinas catalanas. Probamos perro hervido, abejas, larvas de abejas y saltamontes fritos, espaguetis de arroz hervidos con agua acompañados de sangre cocida y 4 hierbas; fruta con sal y pimienta; arroz dulce… Todos estos platos se encontraban en el mercado y, cuando nos decidíamos, los probábamos. El problema era si nos invitaban en alguna casa y en nuestro honor nos hacían algún plato especial.

En Laos una noche, una familia nos quiso degustar con uno de sus cocinados favoritos: sangre de pollo cruda con trocitos de cacahuetes.

La mujer de la casa nos decía:

-Comed, comed (el hijo estaba estudiando inglés) lo hemos hecho especial para vosotros -y añadía- tenemos que comer rápido porque sino hace la sangre cruda hace coágulos.

Nosotros nos lo poníamos en la boca e intentábamos tragarnos esto sin pensar demasiado en lo que estábamos ‘saboreando’”.
El visado

Conseguir el visado iraní fue toda una experiencia. Primero lo intentamos en Bishkek (Kyrgyzstan). El embajador nos pidió algún comprobante que demostrara que estábamos casados. Le enseñamos la copia del carné de familia. Él nos dijo que no le servía, que era una copia y que, además, no entendía el español.

Creímos conveniente probarlo en otro lugar. La embajada iraní en Uzbekistán. Llamadas, visitas… pero no lo conseguíamos, nos decían “vuelva usted mañana”. Nuestra paciencia se estaba agotando, un día, el funcionario de hacerlos llamó a Pep, había visto nuestras bicicletas y quería probarlas. Pep le aconsejó que se arremangara los pantalones para que el señor no se ensuciase y se enfadase con nosotros. Al cabo de dos días teníamos el visado.
La gente

Lo que nos ha impresionado siempre es la sonrisa de aquellos que no tienen casi nada. Un fragmento de un capítulo de la India del libro que publicamos “…Mis ojos se entristecen cuando veo a los niños correr a nuestro lado, corren para despedirse y darnos gracias. Gracias, ¿por qué? no les hemos entregado nada, no les hemos hecho ningún regalo, solamente hemos reído con ellos. Me gustaría quedarme más días, quisiera parar el reloj, pero sé que si permanecemos más tiempo lloraré aún más. Estos niños con su mirada, con su sonrisa, cuando nos miraban de reojo al rezar simulando estar atentos. Este país me entristece, en cambio ellos tienen la capacidad de reír…” (India)

En nuestros viajes intentamos, dentro de la situación de cada momento, descubrir la realidad de lo que nos rodea. “…La hija, en cambio, quiere volar, necesita escapar de las cadenas que la tienen prisionera, necesita vivir su juventud que empieza; en cambio tiene que ser sumisa como todas las chicas; comienza su adolescencia y reclama aquella libertad que se le niega por el hecho de haber nacido en un país cerrado. En su casa, con su familia puede vestir pantalones apretados y sacarse el pañuelo; pero en la calle no puede olvidar que vive en Irán y está obligada a salir con el chador, no puede mostrar sus formas femeninas, tiene que pasar desapercibida de la mirada de los hombres…” (Irán)

“…La última demostración importante de fuerza que palpamos y nos sorprende es en Diyarbakir. Pocos kilómetros antes de llegar a esta ciudad nos sobrevuelan aviones de guerra, ni uno ni dos, toda la tarde hay movimiento. Nada más entrar, se nos cruzan cinco autobuses de policías y veinte camiones de militares (los números son exactos porque nos entretenemos en contarlos) detrás de cada coche dos soldados con las metralletas preparadas para disparar. Para llegar al centro debemos seguir un par de calles, los pisos están rodeados de alambradas espinosas. En el centro de la ciudad, excepto la vigilancia normal de una zona habitada no hay más muestras de fuerza. Pero se sigue oyendo el ruido de los aviones que pasan raudo y de pronto: ssssxxxxt boomm! Y otro: ssssxxxxt boomm! ¿Acaso ha empezado la guerra de Irak? Nos sorprende y nos asusta un poco, pero no hemos visto ningún ciudadano que corriera a esconderse, continúan con sus asuntos. “Esto es normal, son simulacros”…” (Kurdistán – Turquía)

Durante nuestro viaje hemos tenido que vivir y adaptarnos a cada situación:

“…El hotel es más bien una madriguera infecta; las habitaciones son “normales”, debajo de la cama la mierda se va acumulando cada vez que hay nuevos inquilinos; lo más fantástico es el retrete, antes de entrar llamo siempre a la puerta, mi intención no es avisar a un cliente que esté haciendo sus necesidades, sino ahuyentar la horrorosa y grandiosa rata que ha tomado posesión del cubo de los papeles y de las compresas…” (Uzbekistán).

“…de repente me he despertado atemorizada, como si no pudiera respirar. Pep y los dos franceses hace rato que intentan cubrirse. El viento vuelve a soplar, pero esta vez con la fuerza de mil demonios, todo es polvo. Cada vez es más fuerte, tengo una tos irrefrenable, empiezo a asustarme, nos tapamos con la funda de algodón, es irrespirable, tengo la sensación de que me ahogo, que se acaba el aire, el polvo es espeso, parece que se pueda cortar. Me pongo nerviosa, respiro con fuerza pero aún es más terrible. Las ramas de los árboles empiezan a acariciarnos, unas caricias bruscas, ramas que se parten y nos golpean al caer. Temo que uno de estos árboles se rompa y caiga con todo su peso sobre nosotros. No podemos hacer nada, no hay ningún escondite cerca de nosotros…” (China)

Diarios

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