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Cuesta arriba

Por Alicia Urrea

Puddle pool after the rain
Foto original: Ahmed Zaid

Una pregunta frecuente a todos los cicloviajeros que pedalean por el ancho mundo es: ¿y no te cansas? Cuando la gente hace ese tipo de preguntas en general se refiere al cansancio físico, ese que viene de recorrer cienes y cienes de kilómetros, como diría mi cuñada Ángeles. Sin embargo, el cansancio físico es casi el perejil del loro: por una parte, a todo se acostumbra uno, incluso a estar sentado en una oficina 8 horas al día; por otro, el gozo de montar en bicicleta por parajes y paisanajes tan diferentes a los propios hace que uno olvide, literalmente, el resto de su cuerpo.

El principal cansancio que ataca a un cicloturista es la fatiga mental: esa que viene de la soledad, pero sobre todo de la falta de apoyo del exterior. Cuando el ambiente es hostil, hace viento, llueve o hay que defender la sonrisa propia entre el mar de amargura dominante, entonces uno se pregunta si no se está mejor en casa. Pero normalmente, en el instante en que piensas que todo va realmente mal, plaf! algo lo cambia todo y te salva de la desesperación.

¡Arriba Alvaro-Nil! ¡Sigue pedaleado!

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Este artículo fue publicado el 1/septiembre/2006. Última actualización: 7/agosto/2020 dentro de la categoría Otros viajes en Rodadas.net, una página web sobre cicloturismo y viajes en bicicleta mantenida por Álvaro Martín y Alicia Urrea.

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